El desarrollo motor que logra alcanzar una persona durante su infancia influye en su desarrollo integral: físico, cognoscitivo y afectivo. Esto ha sido determinado con base en estudios que iniciaron en las primeras décadas del siglo XX, donde destacan, entre otras investigaciones pioneras en este campo, las de Gesell e Ilg (1949), Bayley (1936) y Wellman (1937). Estudios longitudinales de cohorte recientes (Kuh et al., 2006; Murray et al., 2006) han generado evidencia de que los logros motores en la infancia se relacionan con el desarrollo físico y cognitivo en la adultez.
Para determinar el desarrollo motor en la infancia es necesario realizar diagnóstico en edades tempranas, debido a que algunos niños y niñas atraviesan más lento las etapas de desarrollo. Según Zeitlin (1976), el propósito del diagnóstico temprano preliminar es identificar los niños y niñas de alto riesgo en el ámbito educativo, es decir, aquellos o aquellas con mayores posibilidades de sufrir alguna condición orgánica o ambiental, que estorbe o impida su progreso dentro del proceso de aprendizaje. Además, el diagnóstico temprano permite definir, eficazmente, el punto de partida de las experiencias educativas posteriores. Por estos motivos, debe ser el primer paso en el proceso educativo formal o en la determinación de las adecuaciones curriculares.
Este sistema fue desarrollado entre 1986 y 1996 por el equipo del proyecto de investigación "Identificación temprana" (actual Programa de Psicomotricidad infantil, abreviado como PSICOMI) de la Escuela de Ciencias del Movimiento Humano y Calidad de Vida), Universidad Nacional. Este está compuesto por seis (6) pruebas que por sí solas miden diferentes áreas y en conjunto determinan sistemáticamente diferentes aspectos perceptual-motores, vitales para el procesamiento de información mediante los sentidos: visual, auditivo y kinestésico-táctil. Permite la valoración individual de niños y niñas entre 5 V2 y 8 V2 años de edad, con base en escalas normalizadas en la Dirección Regional de Enseñanza de Heredia con muestras de más de 1000 sujetos (Woodburn, Boschini, Fernández-Sagot y Rodríguez-Barrantes, 1993). Las pruebas tienen cocientes de confiabilidad entre 0,80 y 0,94. Las escalas contemplan intervalos de seis meses y en dos pruebas se ofrecen también clasificaciones por sexo.
Esta línea de estudio de predicción de posibles problemas escolares diagnosticados mediante aspectos perceptuales-motores ha mantenido su auge a lo largo del tiempo, prueba de ellos son los trabajos realizados a nivel internacional por Bond, 2011; Chang, Walker y Grantham-McGregor, 2010; Westendorp, Hartman, Houwen , Smith, y Visscher, 2011; Silliman y Berninger, 2011; Vuijk, Hartman, Mombarg, Scherder y Visscher 2011, quienes llegan a conclusiones similares a las establecidas por el sistema Peques. Por ello, el propósito del presente artículo es evidenciar la eficacia del sistema Peques como una herramienta útil para diagnosticar, de forma temprana, posibles dificultades que afectarían el rendimiento académico.
Metodología
Participantes
Todos los niños y niñas preescolares que se matriculaban en 1993, 1994 y 1995 participaron en el proceso de diagnóstico con el sistema Peques. Las instituciones participantes fueron escuelas semiurbanas de la Dirección Regional de Enseñanza de Heredia. A cada grupo se le dio seguimiento, hasta concluir el primer ciclo de escuela, de la siguiente manera: de 1993-1996, 1994-1997 y de 1995-1998. Un total de 149 personas (77 niños y 72 niñas) participaron en esta investigación. A través de los tres años de seguimiento en el I Ciclo Básico (1994-1996), un 15% de esta población preescolar fue eliminado del estudio por trasladarse a otras zonas del país. Esto redujo la muestra a un total de 127 personas (66 niñas y 61 niñas). En la Tabla 1 se puede encontrar la distribución de la muestra por sexo y año de ingreso a preescolar, mientras que en la Tabla 2 se muestra la distribución por sexo y año de la muestra seguida durante I Ciclo por sexo y año de ingreso a preescolar.
Método de la investigación
Instrumentos
A continuación se presenta las pruebas que conforman el sistema Peques.
Prueba para configuraciones (PPC)
Esta prueba se basó en la prueba Gestalt de Anton Brenner (PGAB), tiene como propósito valorar la habilidad para percibir similitudes y diferencias en los objetos, sintetizar formas y observar espacios (23.
Prueba Goodenough- Harris (PGH)
Es un instrumento de medición clásico. Consiste en dibujar un hombre y una mujer y mide la madurez intelectual en niños y niñas (24).
Prueba de coordinación corporal (PCC)
Se derivó de la prueba Kórperskoordinationstest für Kinder (conocido como KTK), desarrollada por Schilling y empleada por pedagogos motores en Alemania (Woodburn, Camacho-Araya, Boschini, Fernández-Sagot y Rodríguez-Barrantes, 1991). Esta evalúa el equilibrio, la fuerza, la agilidad y la velocidad de reacción.
Test de la Escuela Meeting Street adaptado (TDEMS)
La versión original se desarrolló en Rhode Island (EEUU), por Hainsworth, Siqueland y Denhoff (Woodburn y Boschini, 1997). Este test está compuesto por tres subtest: patrones motores, habilidades visomotoras y aspectos del lenguaje. Tiene escalas para niños y niñas de cinco y medio a ocho y medio años de edad, en Costa Rica. Este test mide posibles problemas de aprendizaje en una persona.
Prueba para diagnóstico de imagen corporal (PDIC)
Está basada en el trabajo de Cratty de la Universidad de California, Estados Unidos (Woodburn, Boschini y Fernández-Sagot 1997). Valora diferentes perspectivas del desarrollo de la imagen corporal y se conforma por cuatro secciones: partes y planos del cuerpo, movimientos corporales, lateralidad y direccionalidad.
Prueba de desarrollo motor de la Universidad Nacional (PDM-UNA)
Se incorporaron algunos ítems modificados de la prueba de Clark y la prueba de Matawan. Evalúa aspectos generales del desarrollo motor en la población infantil, está conformada por seis áreas: equilibrio estático y dinámico, movimientos asimétricos, relaciones espaciales, movimientos locomotores, integración bilateral y segmento ocular (Woodburn, Rodríguez-Barrantes y Boschini,1997.
Procedimientos
Durante tres años (1993 a 1995), dos personas evaluadoras entrenadas administraron el conjunto de pruebas antes descritas. Esta aplicación se llevó cabo durante el segundo mes del año lectivo de ingreso a preescolar (Transición). La administración del sistema Peques requirió de dos días de aplicación, con una duración de 30 a 40 minutos por sesión. Entre aplicaciones hubo un intervalo de uno a diez días. En una sesión se aplicaron las siguientes pruebas: PCC y PDIC y en la otra sesión la TDEMS, PPC y PDM-UNA. Una vez obtenidos los resultados de las pruebas, se revisaron de manera independiente por dos personas para evitar cualquier omisión.
Los resultados de las pruebas fueron procesadas con el software llamado Peques (sistema de diagnóstico perceptual-motor para niños de 5 lá a 8 lá años de edad: pequeños), diseñado específicamente para tal propósito. Este paquete genera un informe de resultados, según el grupo de edad, sexo y el día de la aplicación de la prueba. Una vez obtenido el valor por prueba, se procedió a analizar los datos y se determinó en qué rango se encontraba el niño o niña. Cabe señalar que por cada prueba se obtuvo una clasificación general, una clasificación por subescala o sección y un decil/percentil, por persona por prueba.
Excelente: superior a dos desviaciones estándar (DS) arriba del promedio.
Buena: entre una y dos DS arriba del promedio.
Regular: entre una DS arriba y una DS abajo del promedio.
Deficiente: entre una y dos DS debajo del promedio.
Insuficiente: inferior a dos DS debajo del promedio.
Una vez finalizada esta primera etapa de diagnostico, al año siguiente se continuó con el monitoreo de la muestra. Este seguimiento consistió en visitas a las escuelas participantes al inicio de cada año lectivo (en primero, segundo o tercer grado), con el propósito de comprobar anualmente cuáles niños o niñas habían aprobado o reprobado el año lectivo anterior. En caso de que un niño o niña se trasladara de institución, se le dejó de dar seguimiento, por tanto se le excluyó de la investigación. Este seguimiento se realizó en tres muestras de preescolares durante tres años consecutivos, un primer grupo de 1993 hasta 1996; un segundo grupo de 1994-1997 y, finalmente, un grupo de 1995-1998.
Resultados
Al finalizar el proceso de diagnóstico Peques, se observó una distribución en cuartiles de los 149 sujetos: un cuartil en el grupo alto, otro cuartil en el grupo de riesgo y la mitad de la población en el grupo intermedio. Estos cuartiles muestran cómo los clasificados en alto e intermedio no deberían de tener dificultades en años escolares, no así los ubicados en riesgo, ya que estos sí tienen las posibilidades de no aprobar algunos de los años. El número de niños y niñas en los grupos alto e intermedio fue similar, mientras en el grupo de riesgo hubo 10% más niños que niñas (Tabla 3).
De los 127 participantes que se mantuvieron hasta el final del seguimiento durante el primer ciclo escolar (1994-1996), se encontró que 23 repitieron primero, segundo o tercer año escolar en una proporción entre niños y niñas de 2:1 (ver Tabla 4). 19 de esta cantidad, 23 habían sido clasificados, según los cuartiles, en el grupo de riesgo y representaron un 83% de este grupo, también guardaron una relación aproximada de 2:1 entre niños y niñas. Los cuatro negativos falsos del grupo intermedio también eran niños: uno perdió primero, dos segundo y uno tercero (Tabla 5).
Caracterización del grupo de riesgo
Al examinar globalmente la ubicación de los puntajes en las cinco pruebas (PPC, TDEMS, PCC, PDIC, PDM-UNA) por clasificación, se observó que el 83% de las personas repitentes no tuvieron ningún resultado en las categorías Buena o Excelente, mientras el resto tuvo solo uno. De igual manera, el 78% no obtuvo ningún resultado ubicado en P80 o mayor, mientras los otros obtuvieron uno o dos. En el otro extremo de la curva normal, solo la cuarta parte de los repitentes no tuvo ningún resultado en las categorías Deficiente e Insuficiente. El 35% tuvo uno o dos y el 40% de tres a cinco puntajes en estas clasificaciones. Al usar percentiles como el parámetro, se observó que solo el 9% de las personas repitentes no obtuvo resultados inferiores al P30. Un 17% obtuvo uno o dos resultados en el P30 o más abajo y las tres cuartas partes del grupo repitente tuvieron de tres a cinco puntajes en un percentil igual o inferior a P30.
Discusión
En la segunda mitad del siglo XX y especialmente en las décadas de 1960 y 1970, se encuentran antecedentes de investigaciones sobre el desarrollo perceptual-motor y su relación con el logro académico de niños y niñas de edad escolar (ver, por ejemplo, el estudio de Skubic y Anderson, 1970, el de Saphier, 1973 y los estudios reseñados en la revisión de bibliografía científica elaborada por Thomas, 1976, entre otros antecedentes).
En estudios de mediados de los 90 en adelante se ha encontrado relación entre el rendimiento escolar y el rendimiento motor (por ejemplo Fernández, Hernández, Bañuelos y Velázquez, 1994), evidenciándose, así, la vigencia de este campo de investigación. Uno de estos estudios procede de Eslovenia (Cemic, 1997), en la cual se analiza la relación entre la eficiencia motora de niños de 5 años y medio de edad, con respecto al logro académico en la edad escolar, durante el primer grado. Esta relación es similar a la estudiada en el presente trabajo, a partir del diagnóstico con Peques y las predicciones derivadas de este.
Otra investigación llevada a cabo en Irán por Nourbakhsh (2006) estudió las habilidades perceptuales-motoras de 400 niñas, con edades entre los 10 y 11 años, que cursaban el quinto grado de escuela elemental, procedentes de cuatro distritos (100 de cada uno) educativos. En el estudio se encontró, entre otros resultados, correlación significativa entre las habilidades perceptual-motoras y el rendimiento académico de las niñas estudiadas.
Además del estudio de la relación entre capacidades perceptuales-motoras y desempeño cognitivo o académico, varios autores han analizado el efecto de intervenciones con actividades perceptuales-motoras, sobre capacidades cognitivas, como el aprestamiento para las matemáticas (Yazdy-Ugav, 1997) o la mejora en el rendimiento académico general (Schilling, 2002). Por otra parte, en Alemania se realizó una discusión en torno a la posible relación entre factores sociales y los bajos resultados en el estudiantado, proponiendo la aplicación de la metodología (una terapia motora interviniendo en el desarrollo psicomotor y sensorio motor) para mejorar el rendimiento académico (Schilling, 2002).
En Sudáfrica, se realizó otra investigación donde se aplicó un programa de intervención motora en niños y niñas residentes en un albergue estatal. Participaron 17 varones y 7 mujeres con edades entre los 7 y los 14 años. Se evidenció mejoras en el desarrollo motor, principalmente en motora fina y en los componentes neuromotores: función vestibular y función visual (Niekerk, Pienaar y Coetzee, 2007).
Varios estudios han establecido una relación positiva entre la práctica de actividad física (distintos tipos) y el funcionamiento cognitivo infantil (meta-análisis de Sibley y Etnier, 2003) y su desarrollo integral (meta-análisis de Fisher, 1992). Estas evidencias se unen a las que, en otros estudios meta-analíticos, se han mostrado en relación con otras variables, como autoestima (meta-análisis de Gruber, 1986 y el de Fox, 2000).
En el caso del sistema Peques y sus resultados se encuentra una relación entre el área perceptual-motora con el rendimiento académico, ya que la investigación comprueba que con base en las pruebas aplicadas se puede determinar en un 87% los niños o niñas que eventualmente podrían tener problemas académicos y en un 86% los que tendrían éxito en sus años escolares. El estudio también arroja evidencia en cómo la relación entre niños y niñas siempre se encontró 2 a 1 tanto en los clasificados por los cuartiles en el grupo de riesgo como en los que, al final de la investigación, no aprobaron uno de los años.
Las evidencia muestran la vigencia de la necesidad de evaluar el desarrollo perceptual-motor de niños y niñas, a temprana edad, a fin de apoyarles, mediante intervenciones de actividad física, para mejorar su desarrollo integral. No obstante, en la revisión de la bibliografía ha sido notoria la carencia de sistemas de diagnóstico con adecuado fundamento científico y que tengan validez predictiva, como el sistema de diagnóstico perceptual-motor Peques.
Conclusiones
• El sistema Peques, de acuerdo con los resultados descritos en el estudio, predice el éxito escolar, en un 86% y un 87% de las dificultades académicas en los ciclos de preescolar y I ciclo de escuela.
• Evidencia cómo los niños, en relación con las niñas, presentan mayores dificultades perceptuales-motores que podrían afectar, de alguna forma, el rendimiento académico.
• El sistema Peques aporta pruebas para niños y niñas en las áreas de desarrollo motor, coordinación corporal, problemas de aprendizaje, imagen corporal, madurez intelectual, entre otras áreas.
• Este sistema es una forma válida y confiable para identificar, en edades tempranas, la posibilidad de aprobar o reprobar un año escolar.