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Revista Electrónica Educare

On-line version ISSN 1409-4258Print version ISSN 1409-4258

Educare vol.17 n.2 Heredia May./Aug. 2013

 

La mediación biopedagógica desde una perspectiva ética

Ethical perspective of biopedagogical mediation

Ileana Castillo Cedeño1*, Rocío Castillo Cedeño2*

*Dirección para correspondencia:

Resumen

Este ensayo aborda el tema de la mediación biopedagógica desde  una perspectiva ética, considera la trascendencia que tiene el situar a la educación desde un paradigma alternativo, donde pedagogía y vida se complementan para atender el sentido  emancipador del proceso educativo. El objetivo  es aportar  a la reflexión y la acción sobre  la mediación  pedagógica y su inherente concatenación con la ética. Se parte  de  la premisa  de  la necesidad  de  cultivar el sentido  de  la existencia, desde principios y valores que exalten la vida en su multidimensionalidad y complejidad. La educación  como  proyecto  político debe  responder al reto  de  preparar  para  una  ciudadanía planetaria, esfuerzo compartido  que compromete a todo ser humano  a trabajar por una verdadera transformación social y, por tanto, mental, para obtener  mejores estados  de bienestar  personal  y social. Se requiere direccionar todas las energías y sabiduría para poder visualizar la transformación humana que tanto demanda el planeta.

Palabras  claves. Mediación,  biopedagogía,  vida,  educación,  ética,  solidaridad,  responsabilidad, diálogo, convivencia,  comunicación,  interrelaciones, aprendizaje, Costa Rica, Revista Electrónica Educare.

Abstract

This paper on the ethical perspective  of biopedagogical mediation draws attention  to the importance  of addressing  education  from an alternative paradigm where both  pedagogy and life complement each other in response  to the emancipatory  character of the educational  process. The purpose  of this study is to contribute  to the thoughts and actions on pedagogical  mediation and its inherent bond to ethics. The paper is based on the premise of the need to nourish the sense of existence, from the principles and values that exalt the multidimesionality  and complexity of life. Education, as a political project shall face the challenge to prepare society for a planetary citizenship, a shared effort that brings every human being to work for a real social –and mental– transformation, in order to reach higher levels of personal and social welfare. It is necessary to address all energies and wisdom to visualize the human transformation so demanded by the planet.

Keywords. Mediation, bio-pedagogy, life, education, ethics, solidarity, responsibility, dialogue, coexistence, communication, relationships, learning.

Mediación pedagógica: Un primer encuentro con la ética del cuidado

El abrumador contexto sociohistórico, político y económico hace que se viva, en gran medida, en un mundo  de ligereza, donde  se sigue la lógica de la reproducción  del modelo economicista neoliberal, el cual persigue  que la educación  continúe  al servicio de los intereses  de la cultura dominante, enfocada en la mercantilización del mundo y de la vida. El sistema educativo, como sistema global de interrelaciones y comunicación, sigue perpetuando la fragmentación del conocimiento, la visión restringida del potencial del ser humano para generar procesos pedagógicos que pongan fin a las ataduras de la lógica reproduccionista y colonialista que invade la ética de la vida.

Las ideologías que legitiman la violencia estructural, perpetuadoras de desigualdades siguen presentes  en la educación:  una  lucha  de poderes  fundamentados en intereses individuales que forjan conflictos perennes  de convivencia. De ahí, que conservarse como una  persona  aprendiente,  crítica, propositiva,  solidaria y creativa  se convierte  en una utopía plasmada  en discursos dentro del complejo modelo curricular en todos los niveles del sistema educativo.

Desde este marco de referencia, el derecho a una educación con altos valores y principios fundados  en la ética, constituye todo un reto que exige la voluntad de unirse en un proyecto compartido  que se resista al Estado opresor y depredador, para –desde  la esperanza  de una educación  democrática–  aspirar  y trabajar  por  una  verdadera  transformación  mental  que conduzca a estados de bienestar personal y social.

Desde una visión biopedagógica, como ser vivo, se está en constante aprendizaje, se vive en comunidades aprendientes, sistemas de interaprendizaje, interdependencia, transformación, los cuales Assman (2002) llama “nichos ecológicos” o “comunidad ecológica”. Se vive en sociedades altamente complejas  en las que  entran  en  juego  relaciones;  adaptaciones que  involucran flexibilidad y permanente autoconstrucción para la trascendencia, más allá de lo efímero.

En un sentido pedagógico, según Gutiérrez (2004):

El aprendizaje  solo es posible  cuando  el educando se moviliza y se compromete en el proceso  de aprendizaje. Por lo tanto, la misión del mediador  no será enseñar, sino promover  la movilización, el  compromiso, adaptación, motivación, animación.  El reto del  educando para  la vida  será  desarrollar  su  capacidad   de  inventar,  crear  nuevos comportamientos, nuevas reacciones y nuevas respuestas. (p. 87)

En otras palabras, aprender es parte de la relación dinámica con la vida, la cual se caracteriza por la convivencia, interrelaciones  que potencian  la autorrealización a la luz de la cocreación. Aprender en la convivencia no se logra, sino dentro de un marco ético de relacionalidad donde  la comunicación  permite encuentros  desde  donde  surge la ética dialógica, sustento  clave de una educación alternativa, según Pasillas (2005):

(…) ésta  busca, en sus diferentes  vertientes, convenir la manera  de hacer posible  una comunicación  que  sea ajena  a toda  forma de dominio  y de ejercicio del poder  y de violencia, de tal modo  que  los  participantes  en esa eventual  forma de comunicación sean libres de plantear  sus aspiraciones, sus pretensiones y requerimientos sin temor  a respuestas desenfrenadas por parte de los dominadores, de los poderosos (…). (p. 1151)

Implica sin duda, repensar el modo en que se desarrollan las experiencias pedagógicas
–tanto  en  ambientes  formales como  no  formales–  para  priorizar  vivencias  con  sentido auténtico, que permitan el aprender a pensar, sentir y vivir desde el fundamento ético. Según Osorio y Weinstein (1995) “(…) la ética supone una reflexión y una evaluación de la conducta  de las personas en referencia al efecto de dichas acciones humanas sobre el colectivo humano  y su entorno” (p. 222).

Al reflexionar acerca de estas ideas, surge la pregunta del: ¿cómo?, cuya respuesta va de la mano con clarificar la visión paradigmática que ha prevalecido en las instituciones  educativas y con la necesidad de visualizar formas de relacionamiento que acerquen a cada persona a las otras y al entorno desde el cuidado y la ternura. Alvarado (2007) expone que:

(…) entre educación y epistemología, para bien o para mal, hay una pauta que conecta. La educación siempre será determinada por la epistemología que la sustenta. Por ello la educación actual no se superará a sí misma, si no se libera de la pesada ancla que le impide navegar libre por los cielos de nuevos mundos y tiempos. Esa ancla en la epistemología de Bacon, Locke, Newton y Descartes, luego de cortar la cual, podremos  construir en su lugar una forma de conocer que permita a los seres humanos vivir en la naturaleza y no contra ella”. (pp. 90-91)

Definitivamente,  es muy difícil vivenciar la ética, si la pedagogía no ha permitido que  las  personas  crezcan  en  la  comprensión   de  los  demás,  si  las  dinámicas  que  se proponen fomentan la competitividad y la exclusión; si justifican la violencia que va desde  la imposición  de  contenidos  hasta  la  valoración  por  medio  de  exámenes, mediciones fundadas  en estereotipos que anulan  la identidad  y la individualidad  y desde  las cuales se  construyen  calificaciones  de  las  personas.  Según,  De  Souza  (2009):  “La identidad dominante se reproduce  así por dos procesos distintos: por la negación  total de lo otro y por la disputa con la identidad subalterna del otro (…)” (p. 297). La violencia se reproduce, conserva y perpetúa, porque  es parte  y producto  del orden social existente  en el que se vinculan siempre las luchas entre poderes y clases sociales.

La mediación  desde  la biopedagogía se orienta a la sensibilización, el compromiso  y actitudes relacionales que valoren y recuperen la participación, la cooperación, la coinspiración, desde la cultura de la ternura, la corporeidad y el cuidado.

Cada ser aprendiente merece  ser respetado y cuidado  desde  su esencia  misma. Para Boff (2004), “(…) el cuidado expresa la importancia de la razón cordial, que respeta  y venera el misterio que es velado y revelado en cada ser del universo (…) el cuidado causa preocupación y despierta el sentimiento de responsabilidad” (p. 67).

¿Qué significa mediar desde la ética del cuidado? Significa entender a los estudiantes y a las estudiantes desde su integralidad comprendiendo la triada mente, cuerpo y espíritu. Por lo tanto, se reconoce que todos y todas tienen voz y que esta vale la pena ser escuchada, se valora el poder de la palabra amable, la sonrisa, el agradecimiento y el mirar a los ojos.

También, se rescata la cotidianeidad para encontrar en el día a día los elementos necesarios para comprender los contenidos  programáticos. Significa ofrecer ayudas ajustadas, buscar la orientación adecuada y potenciar la cooperación.

Consiste en dar paso a la pedagogía de la pregunta, que permita el empoderamiento del aprendiente a la luz de la autorreflexión y correflexión. La escolarización, lamentablemente, se olvidó de las preguntas y sus privilegios: pensamiento reflexivo, crítico, creativo.

Es urgente  valorar la pregunta  como un elemento  fundamental de la mediación,  pues permite potenciar el pensamiento creativo y da soporte  al proceso de autoaprendizaje. Es un principio fundamental en el proceso de aprender  a aprender. Para Fried (2001), la pedagogía de la pregunta simplemente nos invita a “(…) Volver a ser niños: Esos pequeños científicos que quieren saber de qué se trata todo” (p. 11).

Es necesario  que  la  mediación  se  convierta  en  ese  acercamiento   provocador   que interpela al diálogo y posibilita la construcción de las bases de sistemas educativos incluyentes; que  destierre  el lenguaje  jerárquico,  verticalista, fundado  en  el par  dominador-dominado correspondiente al mundo mecanicista, por uno de cooperación y amor.

Mediar desde la ética del diálogo: ¿De quién es la palabra?

En la mayoría de instituciones  educativas, ¿de quién es la palabra? Esta es una pregunta  fácil de contestar, solamente  basta  con asomarse  un poco en las aulas de muchas  escuelas, colegios y universidades  para  visualizar al personal  docente  frente al estudiantado.  Su voz es la única que se escucha y, ocasionalmente, una que otra respuesta memorizada  del grupo estudiantil. Lamentablemente,  el diálogo  es casi ausente  y la  posibilidad  de  disentir lo es mucho más.

Mediar desde  la ética del diálogo implica necesariamente  un intercambio  de saberes y sentires, eliminar la idea errónea de que la persona docente es quien tiene la palabra, el dominio del conocimiento  y el estudiantado no lo tiene. Es necesario comprender que tanto docentes como  estudiantes poseen  conocimientos  y saberes, que  son diferentes  y complementarios, porque implican experiencias de vida, interconexiones mentales que permiten ampliar la visión del mundo. Para Bohn. (1997), “(…) si compartimos  nuestras opiniones sin hostilidad seremos capaces  de pensar  juntos, algo imposible, por otra parte, cuando  nos limitamos a defender nuestras opiniones (…)” (p. 54).

Mediar desde la ética del diálogo exige grandes retos: implica enfrentar las incertidumbres, pero para la mayoría de docentes  son más cómodas  las certezas. Dialogar exige reflexionar acerca de dónde  estamos posicionados  en cada momento, pero es más fácil dar por hecho que estamos en el lugar adecuado. También, implica procesos de autorreflexión que permitan comprender cómo el ser humano  se transforma; sin embargo, es menos complicado moverse por inercia, sin mucha conciencia de lo que está pasando.

Para mediar desde la ética del diálogo es urgente la comprensión, dejar de lado toda práctica comunicativa que incite al dominio, al poder, a la violencia. Según Morin (1999), “(…) incluye necesariamente  un proceso de empatía,  de identificación y de proyección. Siempre intersubjetiva, la comprensión  necesita apertura, simpatía, generosidad” (p. 51). Se requiere propiciar la libertad, la acción comunicativa, siempre ligada a la democracia. Desde  esta  perspectiva,   reducir  o  anular  el  diálogo  no  es  justificable  en  ningún sistema  educativo  que  diga que  persigue  construir  ciudadanía, autonomía e identidad democrática.

Es fundamental el lenguaje de las interrelaciones, pues marca un cambio que reconoce la necesidad de pensar y accionar de modo interdependiente; que entra en el dominio del pensar solidario, profundamente ligado a la espiritualidad, y el él no hay primacía de jerarquías, sino aceptación  del otro como legítimo otro (Maturana, 2002).

Recuperar la palabra, el placer por el encuentro, el intercambio y hacer de cada momento pedagógico una experiencia  dialógica: eso  sí es ético. De ahí que  formar en biopedagogía constituye  un reto necesario que deben  asumir las universidades  de cara a un nuevo milenio que exige crecimiento  y madurez  espiritual. En este sentido, el caos y la incertidumbre, hoy, constituyen  alternativas beneficiosas para la educación, si se comprende que:

El caos, por su parte, representa la simplicidad y la complejidad, a la vez; se vislumbra como desorden y orden, como desequilibrio y autopoiésis (palabra que viene de los vocablos griegos autos, que indica sí mismo, y poiesis, que quiere decir producir). (Castillo y Marín, 2009, p. 137)

Por su parte, la incertidumbre  permite estar en constante búsqueda, aprender  a danzar con las fluctuaciones  y hacerles frente de manera creativa, porque  la vida es incesantemente compleja, por tanto contingente.

La misión se basa en recuperar la dignidad de muchos seres humanos. Esta ha sido pisoteada  y lo sigue siendo, por la intransigencia de políticas educativas burocráticas que, más que apostar a la liberación, han producido la opresión y reproducción de patrones antisolidarios e irrespetuosos.

Mediar desde la ética del respeto y la solidaridad: Una responsabilidad compartida

Comprender  esta  ética es entender las interrelaciones  y la interdependencia. Desde la vida misma cada quien  está entrelazado  en una trama de relaciones, cada cosa que se hace afecta el todo. Según Boff (2004):

(…) Nadie se da la vida a sí mismo, la vida se recibe de alguien que nos acoge solidariamente y la introduce en la comunidad de los humanos. Todos dependemos de un plato de comida, de un vaso de agua y de quienes nos aceptan, soportan y deciden convivir con nosotros. (p. 77)

Desde  esta  solidaridad,  mediar  significa  propiciar  experiencias  de  aprendizaje   que permitan  a los  aprendientes comprenderse a sí mismos,  entender su interdependencia y relaciones con los otros y otras, con el mundo y el todo. Ilustrando estas ideas, Maturana (2002) señala que: “(…) los seres humanos, nos movemos de distinta manera en relación, según como nos relacionemos con nosotros mismos. En el respeto por sí mismo, se encuentra el respeto por el otro y en el respeto por el otro se encuentra el respeto por sí mismo (…)” (p. 243).

Mediar desde la ética de la solidaridad significa generar experiencias de aprendizaje que propicien el deseo de compartir, convivir, buscar y descubrir, sentir la ilusión que representa  el compromiso y responsabilidad. Según Boff (2004), “(…) la responsabilidad muestra el carácter ético de la persona.  Ésta escucha  el llamado  de la realidad  que  resuena  en su conciencia  y responde a este llamado, una respuesta nunca indiferente, de esta capacidad de respuesta nace la responsabilidad” (p. 72). Este imperativo ético tiene tres concreciones fundamentales:

Responsabilidad con el medio ambiente.

1. Compromiso con la calidad de vida de todos los seres.

2.  Deber histórico y responsabilidad generacional.

Las instituciones educativas no pueden seguir ocultando y silenciando estos imperativos. Desde esta visión se comprende la ética como la posibilidad de defender  la vida y cuidarla, la educación tiene que volver su mirada a la valoración de la vida.

Lo que actualmente está o debe estar en el tapete  de la reflexión es la defensa de la vida; es tan relevante esta realidad y necesidad, que aun las tendencias más conservadoras  admiten  que hay una amenaza apremiante  que va más allá de la extinción de una gran multitud  de especies  vivas. Es decir,  la  vida en general  está  en peligro  y necesita  del surgimiento  de una nueva conciencia que incluye la mística y la espiritualidad. Para Boff (1996) implica un nuevo pacto del ser humano con todos los demás seres, fundado en una nueva religación.

Desde una ética responsable, la mediación pedagógica está llamada a construir espacios relacionales saludables y solidarios; a crear situaciones de aprendizaje que permitan celebrar la vida y venerarla.

Mediar desde la ética de la responsabilidad y solidaridad significa:

• Construir las bases para la protección del todo.

• Encontrar los momentos y palabras adecuadas para invitar al estudiantado a cuidar el medio  ambiente, usar racionalmente los recursos y realizar ejercicios prácticos para tener claridad de la huella ecológica que cada quien impregna.

• Aprovechar cada momento en el compartir pedagógico para mostrar, con el ejemplo, el poder que tiene cada persona para influir positivamente en las otras. Cada sesión de trabajo, cada momento de “clase” puede  ser un espacio para recordar el milagro de la vida y la responsabilidad que se tiene con las generaciones futuras.

• Implica pensar  más allá del contenido  literal, para encontrar  las relaciones entre este y lo que se hace, para aprovechar cada momento pedagógico para apelar a la ética. Ejercer la docencia desde la mediación  de la responsabilidad y solidaridad no es una tarea sencilla, pues implica salir de la comodidad  del estado de confort que genera la rutina.

No vale  la  pena   que  las  instituciones   educativas   formen  profesionales   altamente conocedores de su materia pero que no saben convivir en la diversidad o no pueden valorar las implicaciones de sus actos.

Comprender el latido y lamento de la tierra no se enseña, se vive. Las personas docentes tenemos la responsabilidad de generar momentos innumerables para escuchar lo que el ruido del tedio y la rutina no permite, para mirar más allá de lo que no se mira por estar cegados por la cultura esclavizadora de memorización y fragmentación.

Reflexiones finales y aportes

En un siglo caracterizado por el aislamiento y la deshumanización, es necesario trabajar en alternativas que favorezcan la legitimidad de los otros y otras, como auténticos seres con derechos. Desde  los sistemas  educativos,  es posible  generar  una  forma  de  vínculo social alternativo donde la diferencia se convierta en la fortaleza.

El abordaje en la praxis de aspectos como libertad, respeto mutuo, integralidad, solidaridad e inclusión, deben ser afianzados. La ética constituye esa afirmación de la libertad.

Por tanto, reflexionar sobre la mediación pedagógica desde una perspectiva ética, implica cuestionarse  el tipo de relaciones y acciones humanas  en contextos  cotidianos, porque es en estas tramas sociales, donde se instauran principios y valores relevantes en la vida de las personas.

Los procesos  educativos  deben  estar  enfocados  al reconocimiento y validación de la pluralidad; la reflexión ética se interconecta  con el cumplimiento de los derechos humanos  en su ámbito individual y colectivo. De ahí que se afirme que la ética no prescribe; la ética suscita y exige compromiso en la forma de conectarse e implicarse en la vida y con ella.

Bateson (1993) pregunta:

(…) ¿Por qué  los establecimientos educativos  no enseñan casi nada  acerca de la pauta  que conecta? ¿Acaso los maestros saben que llevan consigo el beso de la muerte que torna insípido todo cuanto tocan, y entonces se niegan sabiamente a tocar o enseñar cualquier cosa que posea importancia para la vida real? ¿O es que portan  el beso de la muerte porque no se atreven a enseñar nada de importancia. [sic] para la vida real? ¿Qué es lo que les pasa?

¿Qué pauta conecta al cangrejo con la langosta y a la orquídea con el narciso, y a los cuatro conmigo? ¿Y a mí contigo? (p. 18)

Desde esta perspectiva se requiere una mirada que profundice en el origen social y el sentido de lo humano, además de la esencia de la pedagogía como ciencia formativa en función de la vida. La visión ética de la biopedagogía tiene que favorecer una mediación fundamentada en la justicia; que permita pensar y actuar de modo consciente  y reflexivo, para lo cual se requiere la comprensión  e interpretación del significado de la libertad. Implica potenciar la inteligencia y la formación de hábitos virtuosos basados en valores que permitan obrar en virtud de la defensa de la existencia.

A nivel universitario, es posible mediar desde  la ética, propiciando  el hábito de la crítica constructiva, aquella de la cual se aprende  y reaprende. Ejercitar el escrutinio y la deliberación son aspectos esenciales, dada la dominancia de un sistema socioeconómico que invita a pensar la formación en términos de tener.

Algunas experiencias de mediación valiosas pueden ser el estudio  de casos, el juego de papeles, la lectura aguda  que  permita  y sugiera las formas diferentes  de interpretación que consideren principios y criterios éticos en contextos reales.

Se trata de ir más allá de una educación moral, más lejos de la instrucción de reglas y normas, dado que el conocimiento  de estas no certifica que una persona  cumpla con lo que estas indican.  La mediación  biopedagógica, desde  una perspectiva  ética, exige buscar  estrategias  comunicativas  que  permitan  el ejercicio del disenso  para  llegar a consensos.

En este contexto, el lenguaje  constituye  un elemento  fundamental para generar tejidos donde se reconozca la otredad a partir de experiencias relacionales consigo mismo y con otras personas y seres vivos.

El cambio  hacia una  visión biopedagógica requiere  modificar y desarrollar proyectos educativos anclados en proyectos de vida que permitan valorar las diferencias en el actuar y en el sentir evitando reduccionismos.

La pedagogía debe potenciar los intercambios argumentativos que permitan la reflexión, el análisis, la  comprensión;  el no  perder de  vista la complejidad;  favorecer el aprendizaje cooperativo  a la luz de experiencias  donde  prevalezca el debate, la deliberación; consolidar proyectos educativos comunes que permitan compartir ideales, sueños y esperanzas –siempre tan necesaria para la subsistencia de la vida–; escudriñar en el orden social vigente para lograr trascenderlo y transformarlo.

La ética, desde  una visión biopedagógica, implica actuación  consciente  y libre de las personas; no puede  ser una imposición. Hay que formar en la libertad, la cual requiere gobierno  del propio ser, tal y como lo manifiesta Freire (2011). En este sentido, Fradera y Guardans (2008) también consideran necesario el cultivar la interioridad, denominada por las autoras la “séptima dirección”.

Buscar la  séptima  dirección  es,  también   favorecer  la  autonomía   personal.  Que  las decisiones  se apoyen, cada vez más, en la certeza interior, en el sabor de verdad, en la reflexión compartida  e individual. Es valorar las fortaleza, los intentos y el ánimo de reto más que la perfección de unos resultados. Es trasmitir que el verdadero éxito reside en la constancia: revisar, modificar, insistir (…). (p. 7)

Lo anterior implica formar en las emociones, en los sentimientos, solo así se puede  tener la suficiente motivación para actuar correctamente. Hoy más que nunca  se reconoce  que lo afectivo es un imperativo en el que tiene que fundamentarse  la biopedagogía, es la esperanza  de lograr aprendizajes más sociales, humanos, vitales; eso concatena  la esperanza.

En el  descubrimiento  de  lo  emotivo   se  construyen   conocimientos   relevantes.  La disposición afectiva, la empatía,  la manifestación  de las emociones, son fundamentales para que se dé el aprendizaje auténtico. Cabe recordar que el mundo se mueve por pasiones hacia ideas  y valores. Se requiere  una  nueva manera  de comprender la educación,  la pedagogía, el currículo, la didáctica: Necesitamos  direccionar nuestras  energías  y sabiduría para poder visualizar transformación.

Referencias

Alvarado,  E. (2007). Educación, ecología y economía: Pasos hacia otra epistemología. Costa Rica: Alma Mater.         [ Links ]

Assman, H. (2002). Placer y ternura en educación. Hacia una sociedad aprendiente. Madrid: Narcea.         [ Links ]

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*Correspondencia a:

Ileana Castillo Cedeño. Doctora en Educación con mención en Mediación Pedagógica. Universidad de la Salle, Costa Rica. Egresada del Doctorado en Diseño Curricular y Evaluación Educativa, de la Universidad de Valladolid, España. Magíster en Psicopedagogía.  Magíster en Educación Preescolar. Especialista en Didáctica de la Educación del Consumidor. Universidad de Valladolid, España. Profesora, bachiller y licenciada en Ciencias de la Educación con énfasis en Educación Preescolar, Universidad Nacional de Costa Rica. Actualmente se desempeña como investigadora  y ocupa el cargo de vicedecana del Centro de Investigación y Docencia en Educación de la Universidad Nacional de Costa Rica. Autora de varias publicaciones  sobre educación,  pedagogía y universidad  en revistas de su especialidad. Coautora del libro: Equidad y justicia social. Un reto para el liderazgo pedagógico. Centro de Investigación y Docencia en Educación , Vicedecanato. Universidad Nacional. Heredia, Costa Rica. ileana.castillo.cedeno@una.cr
Rocío Castillo Cedeño. Doctora en Educación con mención en Mediación Pedagógica, Universidad de la Salle, Costa Rica. Magíster en Administración Educativa y en Psicopedagogía.  Profesora y bachiller en Ciencias de la Educación con énfasis en Educación Preescolar. Durante  5 años  se desempeñó como  decana  de la Facultad  de Educación de la Universidad De La Salle, Costa Rica y durante un año como vicerrectora académica en esta misma Universidad. Actualmente, se desempeña como académica e investigadora de la División de Educación Básica del Centro de Investigación y Docencia en Educación de la Universidad Nacional de Costa Rica. Autora del libro: La conciencia cósmica en la primera infancia: Reflexiones paradigmáticas, propuestas biopedagógicas y un acercamiento a la espiritualidad de las niñas y los niños. División de Educación Básica, Centro de Investigación y Docencia en Educación. Universidad Nacional. Heredia, Costa Rica. rociocastillocedeno@gmail.com
1. Doctora en Educación con mención en Mediación Pedagógica. Universidad de la Salle, Costa Rica. Egresada del Doctorado en Diseño Curricular y Evaluación Educativa, de la Universidad de Valladolid, España. Magíster en Psicopedagogía.  Magíster en Educación Preescolar. Especialista en Didáctica de la Educación del Consumidor. Universidad de Valladolid, España. Profesora, bachiller y licenciada en Ciencias de la Educación con énfasis en Educación Preescolar, Universidad Nacional de Costa Rica. Actualmente se desempeña como investigadora  y ocupa el cargo de vicedecana del Centro de Investigación y Docencia en Educación de la Universidad Nacional de Costa Rica. Autora de varias publicaciones  sobre educación,  pedagogía y universidad  en revistas de su especialidad. Coautora del libro: Equidad y justicia social. Un reto para el liderazgo pedagógico. Centro de Investigación y Docencia en Educación , Vicedecanato. Universidad Nacional. Heredia, Costa Rica. ileana.castillo.cedeno@una.cr
2. Doctora en Educación con mención en Mediación Pedagógica, Universidad de la Salle, Costa Rica. Magíster en Administración Educativa y en Psicopedagogía.  Profesora y bachiller en Ciencias de la Educación con énfasis en Educación Preescolar. Durante  5 años  se desempeñó como  decana  de la Facultad  de Educación de la Universidad De La Salle, Costa Rica y durante un año como vicerrectora académica en esta misma Universidad. Actualmente, se desempeña como académica e investigadora de la División de Educación Básica del Centro de Investigación y Docencia en Educación de la Universidad Nacional de Costa Rica. Autora del libro: La conciencia cósmica en la primera infancia: Reflexiones paradigmáticas, propuestas biopedagógicas y un acercamiento a la espiritualidad de las niñas y los niños. División de Educación Básica, Centro de Investigación y Docencia en Educación. Universidad Nacional. Heredia, Costa Rica. rociocastillocedeno@gmail.com

Recibido 28 de febrero de 2013. Corregido 10 de marzo de 2013. Aceptado 13 de marzo de 2013

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