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Adolescencia y Salud

Print version ISSN 1409-4185

Adolesc. salud vol.1 n.2 San José Jan. 1999

 

Desesperanza en adolescentes: una aproximación a la problemática del suicidio juvenil
 
 
Dr. Alberto Morales Bejarano,  Licda.  Rocio Chávez Víquez,  Lic. Walter Ramírez Mora,
Licda.  Aangela Sevilla Vargas, Licda.  Isabel Yock Cabezas
 
 

Introducción

La situación actual de los y las adolescentes y las condiciones que inciden negativamente sobre su calidad de vida, se hacen evidentes cuando se analizan las estadísticas sobre dos eventos, suicidio e intento de suicidio, que representan situaciones límites y que hacen referencia al fracaso social como proceso individual de vida.
De acuerdo a información suministrada por el Organismo de Investigación Judicial, durante el período de 1986 a 1998 se presentaron un total de 2210 suicidios, desglosados de la siguiente manera:

 

1986-94 1992-153
1987-122 1993-163
1988-133 1994-179
1989-158 1995-224
1990-165 1996-210
1991-133 1997-218
1998-258
 
Total: 2210
 
 

De este total 86% son hombres y 14% son mujeres.

Lo anterior implica un incremento del 139% en el número de suicidios en el período analizado Cuando se analizan los rangos de edad, se encuentra que se presentaron 50 suicidios en menores de 15 años, 198 en edades de entre los 15 a 20 años, 306 en edades entre los 21 a 25 años y 317 en edades entre los 26 y 30 años. Lo anterior muestra que en menores de 20 años se presentaron el 11.2% del total de casos y de 21 a 25 años el 13.8%, siendo que en el período adolescente-juvenil (10 a 25 años), se dieron el 25% del total de suicidios.  Si incorporamos a los adultos jóvenes (26 a 30 años), que representan el 14.3 % del total de suicidas, se encuentra que el 39.3% del total de los suicidios se dieron en el período de definición del proyecto de vida y de máximas expectativas personales esperadas.  Además es digno de atención que entre los rangos de edad de 21 a 25, 26 a 30 y 31 a 35 se dan los mayores porcentajes de suicidios, siendo respectivamente de 13.8%, 14.3% y 13.7%.
 
De manera general, la tasa de suicidios pasó del período 83-85 de 0.4 a 0.56 en el período 95-97

En cuanto a la tentativas de suicidio reportadas y de acuerdo a información estadística del Organismo de Investigación Judicial, de 1988 a 1996 se presentaron 1154 tentativas, siendo que de 1988 a 1996 se dio un incremento del 267%, pasando de 52 en 1988 a 191 en 1996.  De este total 55.9% se dio en hombres y el 44.1% en mujeres.  Debido a lo anterior, que refleja un aumento significativo en el número de suicidios y tentativas de suicidio y en donde la participación de la población adolescente y joven aporta un porcentaje significativo de casos, es que un grupo de profesionales de la Clínica de Adolescentes y del Centro de Gestión Informática del Hospital Nacional de Niños, nos planteamos evaluar un factor asociado íntimamente con el suicidio y que es la presencia de desesperanza, en una muestra nacional de estudiantes de décimo y undécimo nivel de educación secundaria.

La desesperanza es el sentimiento de no encontrar alternativas de solución ante una determinada situación o de no tener expectativas de futuro y que frecuentemente se acompaña de la ausencia de un sentimiento de trascendencia, siendo el estado de ánimo que priva previo a la tentativa o al acto suicida.  El poder establecer su prevalencia en la población adolescente permitiría plantear alternativas de prevención, que contribuyan a mejorar la calidad de vida de nuestros adolescentes y por ende disminuir las tentativas y los actos suicidas.
 
 
Marco teórico
 
El síndrome depresivo en la adolescencia
 
Los cuadros depresivos en el adulto constituyen entidades clínicas muy bien definidas y cuya naturaleza y etiología son cada vez mejor entendidas.

Sin embargo, en la niñez y la adolescencia este fenómeno debe investigarse mucho más, primero porque sus manifestaciones son distintas a la de los adultos y segundo, porque los profesionales y las personas cercanas a los jóvenes frecuentemente no creen que éstos sufren de depresión.

La depresión es una enfermedad común que afecta a una de cada cinco personas en algún momento de sus vidas. La estimación de la prevalencia de los Estados Unidos en los adolescentes da un promedio de un 2.6% en los varones y de un 10.2% en las mujeres (Rodríguez 99).

Algunos autores señalan que la depresión en la adolescencia ocurre en varios contextos del desarrollo social y biológico, se manifiesta por los síntomas tradicionales, tales como: fatiga, pérdida de interés por las actividades cotidianas, cambio de peso, trastornos del sueño, tristeza, dificultades de concentración, letargo o agitación, sentimientos de inutilidad y pensamientos de muerte.

Los jóvenes pueden combinar estos síntomas con otras conductas como deterioro académico, consumo de sustancias ilícitas, trastornos de conducta, trastornos del apetito y otras conductas de riesgo.

Bushong (92) ha encontrado que la depresión es muy común en la etapa adolescente, además que la exposición al estrés, al lado de los aspectos biológicos del desarrollo y el uso de la estrategias inapropiadas de ajuste, determinan las diferencias significativas de depresión y otras formas de psicopatología en la adolescencia.

En una revisión epidemiológica de Fleming y otros (90) mostraron que la depresión es relativamente rara en prepúberes, y que aumenta su frecuencia en la adolescencia, asociada significativamente a disfunción familiar y a baja autoestima.

A su vez Marton (93) indica que los adolescentes que sufrían de depresión compartían numerosos factores de riesgo: historia familiar de trastornos efectivos, roles parentales inadecuados, problemas familiares y vínculos efectivos débiles.

Sin embargo se presentan muchos casos donde se hace particularmente difícil diagnosticar la depresión, apareciendo equivalentes conductuales de la misma.  Algunos de estos equivalentes conductuales (Rodríguez 99) serían: fracaso académico, hiperactividad, robo (en especial cuando se le roba a adultos relevantes en la vida del menor), mentiras, fugas del hogar o de la institución educativa, conducta impulsivo, autoagresiones y consumo de drogas.

También se han descrito equivalentes somáticos en los niños y adolescentes depresivos destacándose los trastornos digestivos, cefaleas, vértigos, acné, retraso motor, obesidad y alopecia.

Aunque todos los síntomas que pueden presentarse en la depresión de los jóvenes, son significativos, el más alarmante y que demanda acciones inmediatas, es la ideación suicida, por su impacto, tanto individual como familiar.

Beck y Steer (85) en un estudio longitudinal encontraron que era muy importante el grado de desesperanza como un indicador de riesgo suicida en los pacientes depresivos, identificándolo como la antesala del intento suicida o el suicidio.

Por su parte Kovacs et al (93) correlacionaron los síntomas depresivos con ideación e intentos suicidas, encontrando que la depresión mayor y los trastornos distímicos estaban significativamente asociados con altos índices de conducta suicida.  Adicionalmente en presencia de trastornos efectivos, consumo de drogas y trastornos de conducta aumenta el riesgo de intento suicida en forma significativa.
 
 
El suicidio en adolescentes

El suicidio es un fenómeno muy complejo de origen multicausal, que estado presente en todas las épocas y culturas, pero su concepción patológica apareció en la primera mitad del siglo XIX con los psiquiatras franceses (Esquirol 1838).

Las teorías sociales, psicológicas y psiquiátricas, nos mencionan un acto extremo de¡ individuo cuya meta es la muerte a través de un acto lesivo, si el sujeto sobrevive se considera como un intento suicida.  Debemos estudiarlo tomando en cuenta la idiosincrasia de los grupos sociales y los diferentes factores que influyen, tales como: sentimiento de derrota (Krauskopf 92), baja tolerancia a la frustración (González 93), sentimiento de desesperanza (Herrera A. 99), violencia doméstica (Espinoza 95), trastornos del afecto (Herrera A. 95), problemas entre los padres, entre otros.

Cuando nos preguntamos en torno el suicidio en niños y adolescentes las respuestas nos faltan y debemos tolerar nuestra impotencia e ignorancia ante ellos.  Nos encontramos ante una trama importante de la cual vamos a tener apenas ciertas aproximaciones explicativas, en una etapa de la vida fundamental para crear los cimientos de una adecuada calidad de vida.

Vamos a entender a la adolescencia como "... una etapa evolutiva específica del crecimiento y desarrollo humano, de la cual es necesario descartar los conflictos más comunes y variaciones, en formas de periodos de crisis biopsicosociales, que son preparativos para la vida adulta" (OPS, 89).

La población adolescente representa en América el 25% del total es decir, que la cuarta parte de las personas están en esta etapa.

Para el año 2000 la O.M.S. considera que la población total de adolescentes en América ascenderá a 224.4 millones, de los cuales aproximadamente 760.490 serán costarricenses.  El suicidio se ubica dentro de las primeras cinco causas de muerte entre la población adolescente de América (95), donde el suicidio consumado es más frecuente en varones, mientas que en mujeres es el intento suicida.

Actualmente estamos viviendo un mundo muy acelerado donde la inestabilidad política, los problemas socioeconómicos, la constante discrepancia entre los valores tradicionales y los nuevos, la violencia a todo nivel, la deserción escolar, el narcotráfico, el deterioro ambiental, entre otros; hacen que la vida del adolescente se ubique en parámetros de alta vulnerabilidad .

Es claro, que la inestabilidad el proceso adolescente aumenta con la inestabilidad del ambiente circundante y con el ámbito familiar, que son los que van a proveer los
principales factores protectores al joven.

Existen investigaciones que se aproximan a las causas del suicidio aportando factores de riesgo a tomar en cuenta, entre ellos (Bell et al, 1998): dificultades de empatía de los niños y niñas y sus madres en etapas tempranas de la infancia, factores sociales tales como los describe Durkhein (1951), quien distinguió tres tipos de suicidio: altruista, egoísta y anómico.  El suicidio egoísta se da cuando la sociedad está poco cohesionada y se exacerba el yo individual frente al yo colectivo.  Entre más integrada esté la familia y la Nación menos suicidios habrán El suicidio altruista se da cuando hay una excesiva cohesión social.  El anómico se da cuando las crisis socioeconómicas o de otro tipo irrumpen en el equilibrio del mecanismo social que regula los deseos del hombre, produciendo una gran insatisfacción.

Los desórdenes psiquiátricos como las depresiones mayores, el stress post traumático, los trastornos de ansiedad y los trastornos de personalidad, pueden influir en la toma de decisión para que los sujetos se suiciden. (Roa et al 93).

El alcoholismo y el uso de otras drogas aumenta el riesgo suicida entre los jóvenes.  El riesgo suicida es del 1% en la población en general, pero se incremento en 15% cuando coexiste alcoholismo y los trastornos del afecto (Clar D.C. 1 993).

Callahan y colaboradores (1995), indican que hay presentes factores genéticos y biológicos que condicionan pobre control de impulsos, problemas en el metabolismo de la serotonina, actores psicológicos como la desesperanza, abandono afectivo y la violencia.

Especialistas nacionales (1992) indican que el suicidio y la propensión a él entre los menores giran sobre dos ejes básicos: el núcleo familiar y el sistema educativo, donde es muy frecuente el abuso físico y sexual, conflictos entre los padres y bajo rendimiento académico.

Mencionan además que es 20 veces más frecuente que los adolescentes logren consumar un suicidio a que lo hagan los niños, y también son 9 veces más propensos ellos que los menores de 12 años a pensar en hacerlo.

La ideación o el intento suicida representan el riesgo más importante en salud mental.  Estudios prospectivos sugieren que adolescentes que han experimentado la muerte por suicidio de un par, tienen un mayor riesgo de presentar desórdenes depresivos y estrés post traumático (Bent et al. 96) Otros estudios demuestran que los adolescentes con síndrome de estrés post traumático presentan además depresión, ansiedad y pobre ajuste social.

Otros datos refieren que los jóvenes con parientes que se han suicidado o lo han intentado, muestran manifestaciones clínicas notables: depresiones y problemas disruptivos de conducta. En las familias, luego de un intento suicida, se
reporta que algún miembro joven presenta ideación suicida, estrés post traumático
entre moderado y severo (Fristad et 93).

En los jóvenes que sobreviven a un intento suicida, su desarrollo natural se ve notablemente interferido, presentando dificultades en la interacción social, además
de una estigmatización social y aislamiento comunitario (Pfeffer 97).

También tienen un alto porcentaje de problemas psicosociales, con una comorbilidad con síntomas depresivos y de ansiedad, así como bajo rendimiento escolar y mal manejo de¡ tiempo libre.

Otros estudios refieren que los niños sobrevivientes por intento de suicidio, tiene perfiles de síntomas psiquiátricos y mal ajuste social, que otros niños sobrevivientes por otras causas.

Los preadolescentes cuyos padres han muerto, por otras enfermedades reportaron pequeñas afecciones somáticas y su funcionamiento psicosocial fue similar al de otros niños, pero el 37% reportaron depresiones mayores y síntomas de estrés post traumático cuando sus padres se habían suicidado.

Con la panorámica anterior, queda claro la importancia de descifrar a tiempo los factores de riesgo que pueden incidir en la conducta suicida de los adolescentes.
 
 
Metodología
 
Población en estudio

Estudiantes de secundaria que cursaban cuarto y quinto año a nivel nacional, en el segundo semestre del año 1998, de colegios diurnos ya sean públicos, privados o técnicos.
 

Tamaño de muestra

p= 0.5 Porcentaje de adolescentes con alta desesperanza
D= 0.11 Máximo error permisible
Z a 1/2 =    1.96 Valor de la curva normal, con una probabilidad de un 95%
 


 

10 % de no respuesta n=84
 
 

Selección de la muestra

1. Los colegios se agruparon según listado por región proporcionado por el Ministerio de Educación Pública de Costa Rica.

2.  Tomando el tamaño de muestra calculado anteriormente se eligieron por región un número proporcional de colegios según la cantidad de ellos en cada región.
 

En cada uno de las regiones se les asignó un número consecutivo a cada colegio.

3. De cada región se seleccionó n cantidad de números aleatorios según la cantidad de colegios a seleccionar en la muestra para cada una de las regiones.

4. Se seleccionaron los colegios de cada región que coincidían con los números aleatorios seleccionados anteriormente.

5. Debido al número variable de alumnos y grupos en cada uno de los colegios seleccionados, sumada la imposibilidad material de entrevistar la totalidad de los grupos de 4to y 5to año en cada uno de los colegios, se predeterminó el siguiente procedimiento para elegir los grupos para encuestar:

6. El total de alumnos que se esperaba encuestar es aproximadamente 5.000 a 7.0000. Aproximado dado que no se puede tener con exactitud la cantidad de alumnos que en el momento de la entrevista estarán presentes en cada aula.

7.  De cada nivel se seleccionaron la mitad del número de aulas existentes.

8. Las aulas se escogieron de por medio
- Ejemplo: Si el Colegio X tiene 6 aulas del nivel 4to , se escogen 3 de ellas y si están enumeradas de 1 a 6 se escogen el aula 1,3,5.  Igual para escoger las aulas de 5to nivel.

9.  En caso de que el número de aulas en los dos niveles es impar se escogen más 1.
- Ejemplo: Si el Colegio X tiene 3 aulas de¡ nivel 4to, se escogen 2 de ellas y si están enumeradas de 1 a 3 se escogen el aula 1,3.  Igual para escoger las aulas de 5to nivel.

10.  Una vez escogida las aulas de los dos niveles, se encuestaron la totalidad de los   alumnos de cada aula.

11.  Los colegios que tengan únicamente uno de los niveles, usualmente 4to y no
      tengan 5to, se seleccionaron de igual forma las aulas, solo para el nivel existente.

12. La entrevista fue auto administrada, eso quiere decir que se les dio una  introducción a los alumnos y se le entregó un cuestionario a cada uno, con el fin de que ellos lo llenaran en forma anónima.

13. Los paquetes de cuestionarios se organizaron por colegios y dentro de ellos por aulas para cada nivel.

14. La selección del número de aulas, para efecto de enviar el material se hizo en un cálculo aproximado de acuerdo al número de alumnos por nivel de cada colegio.  Bajo el supuesto de que cada aula en los colegios públicos, tienen un promedio de 40 alumnos.
 
 
 
Resultados
 
Para esta investigación se aplicaron 6996 encuestas a estudiantes de cuarto y quinto año de secundaria, con una muestra que incluyó 78 colegios de todo el país.  A continuación se presentan los resultados obtenidos de la encuesta:
 
 
Caracterización general de la población

Como se puede observar en el gráfico #1, la edad de los entrevistados concuerda con el grado académico de los mismos.  El 36.2% tienen 16 años y el 39.4% tienen 17 años, lo cual sería lo esperaba en estudiantes de cuarto y quinto año (P=0.000). Llama la atención que exista un grupo de edad de 20 a 26 años, a pesar de ser tan sólo el 1.8%, ya que se encuentran en un rubro de edad no apropiado para cursar secundaria y que no representarían estudiantes en edad adolescente.
 

 
 

En cuanto al grado académico que cursan los encuestados, el 53.9% cursa cuarto año y el 45.2% cursa quinto año (P=0.000). Esta disminución es lógica si el comportamiento de la población estudiantil en el país tiende a disminuir conforme se avanza en los niveles, siendo así que la matrícula de estudiantes de primer año siempre es superior a la de otros niveles, lo que habla de una importante deserción escolar.
 
 

 

En cuanto al sexo tenemos un porcentaje de 54.4% del sexo femenino y un 45.1% del sexo masculino (P=0.000).
 

Un 83% de los entrevistados estudian en colegios públicos y el 17% restante en colegios privados.  Además el 38.6% pertenecen al área rural y el 61.4% al área urbana..Un 23.6 % de la población habita en San José, un 24.4% en Alajuela, seguida de un 15.30% en Heredia, Puntarenas tiene una representación de un 7.7%, Cartago con un 7.6% , Guanacaste un 7% y limón un 5.4%.(P=0.000).
 
 

En cuanto a la ocupación de los padres el 26.5% se dedica al comercio, el 24.3% son obreros industriales o de la agricultura, el 23% profesionales, el 9% técnicos y un 12.8% no respondieron, lo cual es significativo si lo comparamos con que tan sólo un 3.40% no respondió la ocupación de la madre, esto podría señalar que existe un 9% de esta población que bien podría no convivir con su padre o siquiera conocerlo, por lo que no contestó la ocupación del mismo.
 

La mayoría de las madres se dedican a labores del hogar (62,7%), 16.4% son profesionales, 8.7% se dedican al comercio, 4% son técnicas, 2.3% obreras.  A pesar de que la mujer ha incursionado en el campo laborar sigue existiendo un alto porcentaje de población femenina al cuidado de los hijos y del hogar.
 
 
 
 
 
Alto, mediano y bajo riesgo

Analizando los datos obtenidos en la escala, la mayoría 77.5% de los encuestados obtuvo puntajes bajos (primer tramo, de 0 a 5 puntos) en la escala de Beck.  El 10.72% de los jóvenes se situaron en el tramo intermedio de la escala (6 a 9 puntos) y un 1 1.78% (P=0.000) en el tramo de mayor puntaje (más de 10 puntos), es decir son jóvenes de alto riesgo, debido al grado de desesperanza demostrada con las respuestas.  Sumando el promedio de alto y mediano riesgo se obtiene que casi una cuarta parte de la población estudiantil de cuarto y quinto año tiene un nivel significativo de desesperanza.
 

 

Cuando se analiza la distribución de estudiantes por nivel de riesgo según nivel que cursa, se encuentra que los estudiantes cuarto año son los que presentan los porcentajes más elevados de mediano y alto riesgo (P=0.000).
 
 

 

En cuanto a la distribución de estudiantes por nivel de riesgo según tipo de colegio, se encontró que en los colegios públicos se encuentra porcentajes más altos de mediano riesgo y en los colegios privados es donde el alto riesgo es más elevado (P=0.007).
 

 

El análisis de la distribución de estudiantes por nivel de riesgo según sexo, muestra que tanto en el mediano y alto riesgo  las  mujeres   presentan   los   porcentajes  más elevados(P=0.000).
 

 
Al revisar la distribución de estudiantes por nivel de riesgo según región (urbano y rural), no se encontró una relación de significancia (P=0.064)

La distribución de estudiantes por nivel de riesgo según lugar de residencia, mostró que las provincias de San José, Alajuela y Heredia presentan los porcentajes más elevados tanto de mediano como alto riesgo(P=0.000).
 

 
Cuando se analiza cada provincia, se encontró que el mediano riesgo es más elevado en San José en relación a las provincias de Alajuela y Heredia.  Esta diferencia se reduce cuando se trata de¡ alto riesgo, en que las tres provincias aportan porcentajes superiores al 20%.  Con porcentajes menores, se ubica tanto para el mediano como alto riesgo en cuarto lugar la provincia de Puntarenas, seguida por Guanacaste.

Limón y Cartago se alternan, siendo más alto el mediano riesgo para la primera provincia y más elevado el alto riesgo para la segunda (P=0.000).

En total, tanto en el mediano como el alto riesgo, las provincias de San José, Alajuela y Heredia representan el 71.2% y el 71.8% respectivamente del total de los casos.
 

 
 

En relación al mediano riesgo y alto riesgo según grupos de edad, el primero de ellos es mayor en estudiantes de décimo año (P=0.000).
 
 

 
En cuanto al alto riesgo los porcentajes son muy similares tanto para los estudiantes de décimo y undécimo años.
 
 
A continuación analizaremos las últimas 9 preguntas del cuestionario a fin de correlacionar las mismas con el grado de riesgo de desesperanza. Las mismas se refieren a la relación con el grupo de pares, su relación con la familia, los problemas económicos y las dificultades escolares. (Cuadro # l).
 
 
 

Con referencia al grupo de pares, encontramos que en el grupo de alto riesgo el porcentaje de respuestas negativas es mayor, aumentando de un 7.6% en los de bajo riesgo, un 21.9% en mediano y un 26.6% los de alto riesgo para la pregunta si tienen amigos; siendo igual para la pregunta si la pasan bien con los amigos, en donde encontramos porcentajes de respuesta positiva: un 94.9% del grupo de bajo riesgo la pasa bien con los amigos, mientras que un 84% del grupo de mediano riesgo y tan sólo un 74.6% de los muchachos de alto riesgo la pasan bien.

Se podría relacionar la Importancia que cobra la relación que establecen los muchachos con su grupo de pares, como un factor que favorece a que los adolescentes tengan una percepción positiva o no del futuro.  En ambas respuestas se denota como los adolescentes con respuestas que denotan desesperanza, tienen pocos amigos y bien no logran sentirse bien con su grupo de pares.

En el segundo rubro que se relación a la familia es donde encontramos más marcada la diferencia en cuanto a los muchachos que constituyen el grupo de bajo riesgo, los de mediano y los de alto riesgo.

Es así como a la pregunta "Me llevo bien con mi familia", el grupo de bajo riesgo obtuvo un 92% de respuestas positivas, mientras que el grupo de mediano riesgo fue en un 76.4%, y el de bajo riesgo tan sólo un 63.2% respondió que se llevaba bien con su familia.  En la segunda pregunta si la "familia me apoya", en el grupo de bajo riesgo tan sólo un 5.7% responde que no, el grupo de mediano riesgo aumenta a un 20.4% en su respuesta negativa y para el grupo de alto riesgo la respuesta aumenta a un 30.7%.

La tercera respuesta se refiere a la existencia de violencia doméstica en el hogar, el grupo de alto riesgo afirma que ha habido violencia en un 10.2% de los encuestados, el grupo de mediano riesgo en un 16.9% y el grupo de alto riesgo alcanza una cuarta parte con un 25.5%.

De estos datos se desprende como las relaciones familiares son muy importantes en la percepción de lo jóvenes de tener o no esperanza.  De los cuatro rubros analizados este es en el que la diferencia porcentual entre los tres grupos es mayor, reflejando que la conflictiva familiar que ha ido en aumento rápidamente en los últimos años con el aumento de divorcios, separaciones, violencia doméstica están afectando la salud mental de los niños y jóvenes que cargan sobre sí la problemática familiar, sin que existan medios permanentes y al alcance de todos para entender estas relaciones destructivas y hacerles frente desde su condición de hijos.

En el tercer rubro que se relaciona con que si los jóvenes tienen trabajo, se encuentra que en el grupo de bajo riesgo un 22.5% manifiestan trabajar, en el grupo de mediano riesgo un 24.1% y en el de alto riesgo un 27.7%; siendo la diferencia entre unos y otros no tan significativa.  A la pregunta si en el hogar hay problemas económicos, el grupo de bajo riesgo responde que sí en un 28.8%, el de mediano riesgo en un 38.9% y el de alto riesgo en un 39.9%.

En estas dos relaciones es importante anotar que es más alto en los tres rubros la existencia de problemas económicos que la posibilidad de que los muchachos trabajen, sin embargo no representa una diferencia tal que explique la desesperanza por esta situación.

Por último la relación con los problemas escolares encontramos que a la pregunta "No me ha ido bien en los estudios", un 30.6% del grupo de bajo riesgo respondió afirmativamente, el grupo de mediano riesgo respondió en un 50.1% y el de alto riesgo disminuyó en un 48.6%. En cuanto a si han reprobado años de estudio el 24.8% de los estudiantes de bajo riesgo respondió afirmativamente, un 31.3% de los de mediano riesgo y un 36.5% de los de alto riesgo.

Se puede notar como a un alto grado de la población estudiantil le cuesta los estudios o bien ha reprobado año.  El salto más significativo en cuanto a los grupos de bajo, mediano y alto riesgo lo da el porcentaje de 30% a 50% de los estudiantes de bajo y mediano riesgo que les ha ido mal en los estudios.

Con el fin de dar un mayor sustento estadístico a las variables analizadas anteriormente, se llevo a cabo un análisis de regresión múltiple, con el fin de encontrar una asociación entre estas variables y el puntaje de riesgo como variable dependiente.  Las variables que se analizaron son las siguientes:

21. Tengo varios amigos.
22. Con mis amigos la paso bastante bien.
23. Me llevo bien con mi familia.
24. Mi familia me apoya.
25. Yo tengo trabajo.
26. En mi casa tenemos problemas económico.
27. No me ha ido bien en los estudios.
28. He reprobado años de estudio.
29. En mi hogar ha habido violencia doméstica.
 

Puntaje de riesgos

De este análisis se encontró que un 58% del modelo explica la variabilidad del puntaje de riesgo.  De los 8 ítemes (item 21 al 29) presentaron asociaciones estadísticamente significativas con el puntaje de riesgo. los ítemes que presentaron mayor asociación con el puntaje de riesgo fueron el 21, 22, 23 y 24 , y con mayor peso los ítemes 21 y 22 (Cuadro # 2).
 
 
 

 
 
 
Análisis del test

Con el objetivo de comprobar la confiabilidad del instrumento, este se sometió a un análisis bajo la Teoría Clásica de los Tests1.

La prueba se le aplicó a las todas preguntas del test incluyendo las preguntas 21 a la 29, el cual fueron agregadas al test original, como resultado la mayoría de los ítemes tuvieron correlaciones mayores a 0.30, lo que implica que los ítemes son aptos para diferenciar entre estudiantes de bajo o alto riego.

El Alfa de Cronbach de 0.8135, da sustento estadístico para que se pueda catalogar el instrumento como confiable, en otras palabras es una prueba precisa para medir la desesperanza de la población en estudio y sus resultados son confiables para ser utilizados en investigación.  Cuadro # 3
 
 

CUADRO # 3
 
 
Discusión

La adolescencia se caracteriza por ser una etapa del ciclo vital, donde el ser humano lleva a cabo tareas básicas y fundamentales, que identifican a este período y condicionan el desarrollo posterior.

Dentro de estas tareas se encuentran: la consolidación de su propia identidad, la autonomía e independencia de los padres, el definir un proyecto de vida viable y el establecimiento de una relación de pareja estable.
Sin embargo durante este tránsito del período adolescente, pueden presentarse dificultades severas que interfieran con un desarrollo saludable y que condicionen situaciones límites que lleven a la desesperanza.

Dentro de los factores que previamente se han mencionado, la familia y el grupo de pares juegan un papel homeostático fundamental para el desarrollo adolescente y en esta investigación hemos corroborado como estos dos, se convierten en factores protectores significativos para los adolescentes: a mayor sensación de identificación y contención del grupo de pares y de la familia, menor es el riesgo de desesperanza y por lo tanto de tentativas de suicidio o suicidios.

Lo anterior plantea un reto las familias, ya que es de sobra conocido el proceso de debilitamiento que se ha venido dando de la estructura familiar, en donde cerca del 50% de las mismas están constituidas por un solo jefe de familia, usualmente la mujer, y en donde aproximadamente el 27% de los nacimientos se dan en condiciones de padre desconocido(Estadísticas y Censos.1998). Por otro lado, cada vez más frecuentemente los niños, niñas y adolescentes crecen en condiciones donde la televisión y la relación con cuidadores externos, sustituyen las relaciones con los padres, produciéndose un deterioro en la sensación de contención afectiva y de apoyo, interfiriendo con un proceso saludable de socialización.  Adicional a esto, en el caso de existir relación familiar, en un porcentaje significativo está mediada por la violencia, como lo demuestra las cifras de un 12.7% de porcentaje de violencia intrafamiliar, en el total de la muestra.

A lo anterior se suma la situación general del país, en donde a los y las adolescentes les está tocando vivir " ahora una sociedad llena de escépticos a golpes de realismo y en donde ha habido progreso pero concentrado y excluyente, en donde el porcentaje de la población que sobrevive con menos de un dólar al día es de 18.9% y paradójicamente el 10% de la población más rica se apropia del 35% del ingreso total de nuestro país.  " (E.Torres, en Estado de la Región en Desarrollo Humano Sostenible, 1999).En el contexto de este panorama, nuestra investigación ha encontrado que al analizar la desesperanza en adolescentes que cursan los últimos niveles de la educación secundaria y que han " sobrevivido" a la alta deserción escolar que caracteriza a nuestro sistema educativo, presentan condiciones de desesperanza significativa, siendo que el 22.5% se ubican en niveles de riesgo significativo.  Sin embargo una preocupación adicional es la situación de los adolescentes que están fuera del sistema educativo, que constituyen el 50% de los adolescentes de 13 a 17 años y de los cuales el 50% no estudia ni trabaja; ya que la cifras de desesperanza que detectamos se ubican en el grupo adolescente con aparentes mejores expectativas de futuro.

Finalmente debe destacarse en esta investigación el papel significativo que el grupo de pares representa para los adolescentes, ubicándose como el factor más importante asociado a la condición de riesgo de desesperanza, aún por encima de la familia.  Si bien es cierto que dentro del proceso adolescente, el grupo de amigos es parte vital del mismo, nuestro hallazgo podía estar evidenciando el que ante la debilidad en la contención familiar, para la y el adolescente llegan a ser más significativos sus pares.

Por lo anterior es que consideramos que como estrategias de intervención, ante los resultados de esta investigación y de la problemática, del suicidio en particular. deben considerarse las siguientes:
 

  • Creación de espacios a nivel de colegios y comunidad para adolescentes, que promuevan la participación y el desarrollo saludable

  •  
  • Creación de grupos de apoyo a nivel de educación secundaria, con participación de padres, educadores y estudiantes capacitados en la detección temprana de conductas de riesgo y que ofrezcan opciones

  •  
  • Creación de alternativas como Escuelas de Padres a nivel de colegios

  •  
  • Líneas telefónicas de atención en crisis, identificadas por los adolescentes y con personal capacitado

  •  
  • Creación de servicios de salud que permitan tratamientos oportunos y de calidad para la atención de adolescentes en riesgo.

  •  
  • Leyes que regulen la adquisición de armas y sustancias tóxicas

  •  
  • Leyes que regulen el acceso de niños, niñas y adolescentes a bebidas alcohólicas, tabaco y otras drogas.

  •  
  • Concientización de los medios de comunicación para que se presente la violencia autoinflingida y hacia otros como inaceptable.

  •  
  • Políticas estatales que efectivamente fortalezcan la familia.

  •  
     
     
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