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Adolescencia y Salud

versão impressa ISSN 1409-4185

Adolesc. salud vol.1 no.1 San José Jan. 1999

 

 
Resilencia y desarrollo humano: aportes para una discusión
 
Solum Dona Burak (*) 1
 
 
Hoy estamos reunidos en esta sala personas de diversas partes del mundo, que tenemos en común, además de nuestro interés en mejorar las condiciones de vida y bienestar de niños, niñas y adolescentes, un optimismo resiliente.

Estoy seguro de que somos conscientes de que vivimos un momento histórico en el mundo, en el cual más allá de las guerras, de las supercarreteras informáticas, de la realidad virtual y de la globalización, tenemos, a nuestro lado, cada día, un mayor número de niños, niñas y adolescentes que se gestan, nacen, viven y mueren en la pobreza, el analfabetismo, el desempleo y la violencia, o sea, en condiciones de adversidad psicosocial severa.

El concepto de resilencia no es nuevo en la historia. En la Biblia, Job, se sobrepone a la pérdida de todos sus bienes materiales; la adolescente Ana Frank logra continuar su desarrollo adolescente aislada del mundo, durante la guerra nazi, hasta que la asesinan.

Los pueblos en su sabiduría histórica lo han simbolizado en ciertas frases como:

  •  Hacer de tripas corazón
  • No hay mal que por bien no venga
  • Sacar fuerzas de flaquesa.
Y las diversas religiones apuestan a la resilencia de los creyentes cuando prometen que: "de los pobres será el reino de los cielos".
 
En la lengua anglosajona he podido encontrar una frase:
 
"In every cloud there is a silver lining", que tiene el mismo significado.

Diversos autores, durante la década de los 70 publican observaciones señalando la variabilidad de respuestas (en su desarrollo psicosocial) de los niños y niñas expuestos a experiencias adversas de diversa índole, tanto individuales, familiares o de su comunidad. Observan que un cierto grupo de niños y adolescentes logran sobreponerse a esas situaciones adversas, sin sufrir secuelas psicosociales graves y se refieren a ellas como "invulnerables".

A este fenómeno observado, Michael Rutter en 1978, lo denomina "resilencia", (anglicismo por resilence o resiliency); cuyo significado es: "resistencia de los cuerpos a los choques"; "recuperar"; "ajustar".

Este aporte de Rutter trae a la comunidad científica, "la esperanza de una prevención satisfactoria", o "algo de esperanza realista" o "promesa optimista", según escriben él mismo y otros autores.

Promesa, porque este fenómeno psicológico complejo que existe latente, (¿en todos los seres humanos?) puede ser estimulado y lograr que los niños y jóvenes (y los adultos y las familias y las comunidades: caso ejemplarizante: el pueblo judío), sobrevivan y se sobrepongan (pasiva o activamente) al medio adverso.
 
El estímulo debe ser mantenido por cierto tiempo (¿meses, años?) y la resilencia medida, ya que estamos frente a un proceso psicológico que deben mantenerse por muchos años, sino toda la vida.

El esfuerzo (o inversión social) que debe realizarse en grande (si lo aplicamos a la enorme población en condiciones de adversidad) y los logros (en términos de impacto) no bien conocidos aún.

Desde el punto de vista moral y social quedan aún varias preguntas:
 
1. ¿Será suficiente lograr que el niña/niña sobreviva fortaleciendo su resistencia a la destrucción o será necesario conducirles a crear la capacidad de construir una fuerza vital positiva pese a las circunstancias difíciles?

2. ¿Cuál será nuestra posición ética si la resilencia conduce a una sobrevivencia por medios ilegales: por ejemplo robar o vender drogas? Los autores señalan que la supervivencia debe ser por medios socialmente aceptables.

3. Desarrollar la resilencia en el individuo no implica necesariamente eliminar las condiciones adversas en la que la persona ha vivido, vive y probablemente vivirá y se hace necesario crear "algunas" posibilidades de supervivencia socialmente aceptable. ¿Estamos en capacidad de hacerlo?

4. Desarrollar la resilencia en el individuo no implica necesariamente desarrollar todas sus potencialidades genéticas y psicosociales.
 
De estas preguntas derivan las consideraciones sobre desarrollo humano y social.

Entendemos como desarrollo humano, la capacidad de expresar las potencialidades genéticas, biológicas y sociales que el ser humano posee, (afectividad, inteligencia, creatividad, etc.), apoyado en condiciones favorables desde punto de vista biológico, educativo, cultural, económico y social.

La expresión de este potencial humano ha generado los bienes físicos, culturales, intelectuales, tecnológicos, etc. Que por acúmulo sucesivo a lo largo de la historia de la humanidad, han producido nuestras culturas.

Nuestro conocimiento del ser humano, nos muestra que no hemos logrado, que ni siquiera una mínima parte de ese potencial se haya podido desarrollar y expresar, a lo largo de la historia, incluyendo nuestro presente.

¿No será éste un momento para replantear la necesidad de evitar (o por lo menos reducir en forma muy importante) esta tremenda pérdida de creatividad humana tanto de aquellos que viven, crecen y se desarrollan en circunstancias adversas, como aquellos que viven, crecen y se desarrollan en condiciones menos adversas?

No será éste el momento de replantear nuevas utopías que significan una política social que conlleva grandes inversiones, que reduzca y elimine los tugurios, que brinde una atención primaria de calidad para la infancia y adolescencia desde la concepción, que incremente el nivel educativo y la calidad de la educación, que genere empleos adecuadamente remunerados, que permita desarrollar y expresar nuestra amplia capacidad creadora, etc.

Desarrollar la resilencia en un paliativo para algunos de nuestros niños y niñas adolescentes ante la carencia de una política social más justa. El enfoque de resilencia podría llevar a centrar focos específicos de esta política social, pero nunca podría sustituirla como señala Stefan Vanistendael, en un documento publicado por la oficina internacional católica de la infancia. En la misma comenta: "para todos los interesados en la infancia y adolescencia; el enfoque de resilencia nos ayuda a distanciarnos:

      a) del desánimo, en cuanto realismo sin esperanza.
      b) del cinismo, incapaz de ver el rostro positivo de la realidad.  
      c) de ilusiones poco realistas"
 
Obviamente, no concuerdo con estas últimas aseveraciones desde mi punto de vista ético y social, porque implica aceptar que las deprivaciones y grandes adversidades son "normales en la vida humana" y que no podemos y debemos eliminarlas o reducirlas ostenciblemente.

Hace unos meses, un colega, me refería que, ante la "incapacidad social" de reducir la pobreza y la deprivación social y sus efectos adversos en las sociedades desarrolladas, invertir en resilencia es más barato y seguramente se logrará a mediano plazo una reducción de algunos de los efectos adversos: delincuencia, prostitución, violencia, drogadicción, pero queda la gran duda pendiente: el desarrollo humano y la justicia social.

En suma: la pregunta sería ¿desarrollo humano y social o enfoque de resilencia?

Mi respuesta es: busquemos y trabajemos por el desarrollo humano de nuestra infancia y juventud. Demos mayor educación, mejores servicios de salud, más y mejores empleos, más paz social y más afecto. Además fortalezcamos la resilencia en los vulnerables.

 Si no prevenimos la vulnerabilidad, el número de niños y adolescentes en riesgo y dañados seguirá aumentando, y nuestro esfuerzo no será siquiera suficiente para poder intentar su recuperación individual y social.

Y si no logramos recuperarlos ¿quedaremos a la espera de otra esperanza más realista para actuar?
 

Muchas gracias.
 

1 Trabajo presentado en el Foro Mundial FIBI Hotel Fiesta-Puntarenas, Costa Rica,
27 al 29 de setiembre de 1995.

2 Cómo crecer superando percances. Resilencia: capitalizar las fuerzas del individuo. Bice. Ginebra, Suiza, 1995.
 
 * )Consultor en salud de la mujer, Infancia y Adolescencia de laOrganización Panamericana de la Salud / OrganizaciónMundial de la Salud en Costa Rica.