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Revista Costarricense de Cardiología

Print version ISSN 1409-4142

Rev. costarric. cardiol vol.3 n.2 San José Aug. 2001

 

Editorial
 
 
Tratamiento de la trombosis venosa profunda con heparina de bajo peso molecular: impacto económico, seguridad y eficacia
 
 
Dr. Juan J. Pucci *
 
 
La trombosis venosa profunda (TVP) es una causa frecuente de morbimortalidad, sobre todo en una población como la nuestra, con una alta incidencia de várices, uso de anticonceptivos orales, trauma, etc. y su manejo conlleva altos costos para el sistema nacional de salud, donde el tratamiento intrahospitalario es muy caro.

Durante los últimos 30 años, el manejo médico de esta condición ha sido la administración de heparina intravenosa continua, seguida de anticoagulación oral a largo plazo, para así prevenir la propagación de mayor trombosis, y sobre todo de su temida complicación: la embolia pulmonar. Para controlar el efecto de la heparina no fraccionada, ha sido necesario la hospitalización del paciente.

Durante la última década, y en forma cada vez más contundente, se han publicado múltiples estudios que confirman que el uso de heparina de bajo peso molecular (HBPM) aplicada subcutáneamente una o dos veces al día, es tan eficaz como su antecesora, para prevenir la recurrencia de la trombosis y muerte, con una menor incidencia de complicaciones hemorrágicas, incluyendo la trombocitopenia. Además de su eficacia descrita, la HBPM nos ofrece otras: mejor biocompatibilidad, vida media plasmática más prolongada y así una variabilidad en la respuesta anticoagulante menor. Esto significa que no necesita de monitoreo de laboratorio, pudiéndose usar ambulatoriamente, lo que implica una gran ventaja en nuestro medio, en donde la hospitalización es costosa y las camas escasas.

En el presente número de la Revista Costarricense de Cardiología, los Dres. Quirós y Zamora del Hospital Calderón Guardia nos confirman en su estudio la superioridad en la relación costo-beneficio, de la HBPM sobre la heparina no fraccionada (HNF).

Analizaron así, dos grupos de 20 pacientes cada uno, tratados con las dos modalidades de heparina ya mencionadas. Debemos aquí señalar que el volumen de casos es relativamente pequeño para obtener resultados estadísticamente confiables, pero que aún así sus conclusiones, sobre todo en relación con el impacto económico son perfectamente válidas y apoyados por la literatura mundial.

Alabamos la rigurosidad diagnóstica, apoyada no solo en la clínica (a veces confusa en esta condición) sino también en la ultrasonografía doppler.

Debemos también mencionar que los dos grupos de pacientes no son ramdomizados y aunque la distribución por sexo es igual en ambos, no podemos decir lo mismo en cuanto al promedio de edad, ni a los factores de riesgo predisponentes de la TVP, adonde sí existen marcadas diferencias en las características de los dos grupos, aunque la suma del total de factores es casi la misma en ambos.

En cuanto a la seguridad y eficacia del tratamiento, Quirós y Zamora nos señalan una clara ventaja en el grupo tratado con HBPM, adonde no encontraron recurrencias tromboembólicas ni complicaciones derivadas del tratamiento. Acá nos hubiera gustado tener claro cuál fue el tiempo mínimo de seguimiento de los pacientes, pues aunque conocemos que el estudio se realizó en forma prospectiva durante 1 año, no sabemos por cuánto tiempo se controlaron los últimos casos incluidos.

En el capítulo de estancia hospitalaria y costos (que van íntimamente ligados), sí nos muestran una contundente diferencia. Sabemos que el costo de la HBPM es mucho mayor al de la HNF (¢60.000 por paciente en la primera), sin embargo, el hecho de que se pueda administrar en forma ambulatoria se traduce al final en un inmenso ahorro en cuanto a gasto de internamiento (¢80.000 por paciente por día – promedio de 5.4 días), exámenes de laboratorio y otros. Deducimos así, que el costo del tratamiento por caso en el grupo de HNF es de ¢444.000, siendo apenas de ¢73.000 en el que se usó HBPM (6 veces menor). Cabe aquí agregar, también, el beneficio psicológico para el paciente que pudo seguir el tratamiento en el entorno de su hogar, hecho señalado por los autores cuyos pacientes aceptaron gustosos esta alternativa terapeútica.

En conclusión, aunque con algunas limitaciones de forma, el presente estudio confirma que también en nuestro medio la HBPM se puede usar ambulatoriamente en el tratamiento de la TVP, con seguridad y eficacia, y sobre todo con mucho menor costo comparado al del tratamiento intrahospitalario clásico.

Felicitamos así a los autores, que a pesar de las limitaciones inherentes de nuestro sistema de salud pública, desarrollaron un estudio riguroso y de claro beneficio para el futuro tratamiento de los pacientes.
 

Referencias

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*Servicio de Cirugía de Tórax y Cardiovascular Hospital México, CCSS, San José, Costa Rica
e-mail: juanjopucci@hotmail.com

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