Desde su introducción el eco transesofágico ha sido una herramienta de gran valor en el manejo de pacientes sometidos a ciugía cardiovascular.  El crecimiento de esta técnica ha ido paralelo al uso más frecuente de la reparación mitral y la introducción de nuevas técnicas intraperatorias como por ejemplo la operación de Batista o el procedimiento de Dor. Otro factor determinante en el rápido crecimiento del eco intraoperatorio es la confianza del cirujano en el ecocardiografista y la dependencia en la infomación del eco para planear o modificar la conducta intraoperatoria.

En este número de la Revista Costarricense de Cardiología Tibaldi y colaraboradores revisan al experiencia del Instituto Modelo de Córdoba en el uso del ETE en el manejo intra y post operatorio de pacientes de cirugía cardíaca. En 147 pacientes sometidos a diferentes tipos de cirugía cardiovascular los hallazgos del ETE modificaron la conducta en 67% de los pacientes.La identificación de causas corregibles de inestabilidad hemodinámica tuvo un impacto positivo en la mortalidad de sus pacientes.La experiencia del Instituto Modelo probablemente refleja la práctica de la mayoría de grupos cardiovasculares en donde la cirugía de puentes aortocoronarios representa el procedimiento quirúrgico más frecuente, 50% de los pacientes fueron sometidos a cirugía coronaria y alrededor de 25% a cirugía valvular.En nuestra experiencia en la Cleveland Clinic es en el último grupo donde la información provista por el eco transesofágico es de mayor utilidad (1, 2). En el grupo de Tibaldi una proporción relativamente alta (47%) requirió la valoración del ETE por dificultades para salir de circulación extracorpórea.Independiente de las razones para ésta complicación estos resultados subrayan un hecho muy importante: la definición de las complicaciones individuales a cada programa quirúrgico y la búsqueda de soluciones para prevenir y corregir estos problemas.Es aquí donde la interacción entre cirujano y ecocardiografista es crucial. El cirujano tiene que adquirir la confianza en el juicio del ecocardiografista y tomar la información provista por el eco y combinarla con su experiencia y los hallazgos anatómicos y hemodinámicos para decidir lo que más beneficie al paciente. La actitud de rechazar a priori cualquier información desfavorable del eco debe ser abandonada ya que podría tener consecuencias nefastas para el paciente. Por otra parte el ecocardiografista debe buscar continuamente la retroalimentación del cirujano para aprender a corroborar los hallazgos del eco y afinar su interpretación de imágenes y datos funcionales del Doppler. El ecocardiografista debe estar familiarizado con las limitaciones intrínsecas de la técnica y cuidarse de sobre intepretar vistas subóptimas o transmitir conclusiones confusas o contradictorias

Tibaldi y colaboradores también analizan su experiencia en un subgrupo de pacientes quienes experimentaron dificultades hemodinámicas en el período post-operatorio. 58% de los pacientes requirieron el ETE debido a bajo gasto cardíaco. En la mitad de este grupo se sospechó taponamiento cardíaco, sin embargo, sólo en 6 /12 el diagnóstico fue corroborado. Los autores correctamente destacan las limitaciones y problemas del eco transtorácico en este grupo de pacientes y la gran utilidad del ETE en proveer imágenes de superior calidad. En el resto de los pacientes (42%) la indicación del ETE fue isquemia miocárdica. De nuevo el porcentaje de pacientes con esta indicación parece elevado y son datos que los cirujanos de la Institución deberían conocer y analizar a fondo. Un aspecto importante del trabajo de Tibaldi es la confirmación angiográfica de lesiones coronarias correspondientes a los transtornos segmentarios de la motilidad detectados por el ETE. Aunque el uso de la ecocardiografía transtorácica en la cardiopatía isquémica es ampliamente reconocido y tiene alta sensibilidad y especificidad. Sin embargo, la especificidad de alteraciones regionales de la motilidad detectados por ETE en el post operatorio de cirugía cardiovascular ha recibido menos atención. Es alentador saber que en manos experimentadas los hallazgos del ETE tienen alta correlación con la coronariografía y pueden guiar apropiadamente la conducta de revascularización.

En conclusión, el ETE es de gran utilidad en el manejo del intra y post-operatorio de pacientes sometidos a cirugía cardiovascular. Esta técnica ofrece información anatómica y funcional invalorable para el cirujano. El uso juicioso de esta información debe traducirse en mejor manejo del paciente y eventualmente en menor morbimortalidad perioperatoria. La comunicación contínua entre el ecocardiografista y el cirujano es esencial para el éxito de la ecocardiografía perioperatoria. Datos como los de éste trabajo deberían ser revisados críticamente por el equipo médico-quirúrgico y tomar las medidas apropiadas que permitan disminuir el número de complicaciones y refinar la selección de pacientes sometidos a reparación valvular.

(1) Stewart WJ, Thomas JT, Klein AL: Ten year trends in utilization of 6430 intraoperative echocardiograms. Circulation 1995, 92: I – 514

 (2) Stewart WJ: Intraoperative echocardiography. From Textbook of Cardiovascular Medicine. Ed. Eric Topol.
 
 

*Cleveland Clinic Fundation, Section of Cardiovascular
Imaging Department Cardiology / F15 9500 Euclid Avenue,
Cleveland, Ohio 44195, USA..