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Revista Costarricense de Salud Pública

Print version ISSN 1409-1429

Rev. costarric. salud pública vol.13 n.25 San José Dec. 2004

 

Hábitos de exposición solar y conocimientos
sobre el cuidado de la piel en educadores físicos
mexicanos, hondureños y costarricenses


M.Sc. José Moneada Jiménez1,2

M.Sc. Maureen Meneses Montero1


Palabras clave: Dermatología, educadores físicos, exposición solar crónica, cáncer de piel, protección solar, cuidado de la piel.

Resumen

Existen pocas investigaciones descriptivas acerca de los hábitos de exposición solar y conocimientos básicos sobre el cuidado de la piel de los educadores físicos. El propósito del estudio fue diagnosticar los hábitos de exposición solar y los conocimientos sobre el cuidado de la piel en educadores físicos mexicanos, hondureños y costarricenses. En total 151 voluntarios (94 hombres y 57 mujeres) participaron en este estudio. Los participantes completaron un cuestionario de donde se obtuvo información demográfica, fenotipo, salud general y horario de trabajo, prendas de vestir utilizadas para laborar, protección y cuidado de la piel, así como historia familiar y personal de cáncer de piel. Se encontró que los educadores físicos representan una población que se expone crónicamente a los rayos del sol y que sus hábitos para un adecuado cuidado de la piel son deficientes. Se recomienda llevar a cabo campañas educativas para promocionar hábitos para la prevención de lesiones cutáneas, así como realizar mayor investigación en poblaciones como niños y adolescentes.

 

Introducción

El estilo de vida que lleva una persona marca parcialmente la pauta sobre su salud. El estilo de vida incluye la ocupación o trabajo de una persona, por lo que inadecuadas condiciones de trabajo y ambientes peligrosos son causales de un amplio espectro de enfermedades y lesiones que podrían prevenirse.

De acuerdo con Terris( 1 ), los trabajos sin estímulo de ningún tipo, donde las personas se exponen diariamente a las diferentes condiciones climáticas, son factores que van a determinar el estado de salud, por lo que la promoción contribuye a un mejoramiento del nivel de vida y a la prevención de las enfermedades y lesiones físicas y mentales.

Los educadores físicos son una población desprotegida que trabaja la mayor parte de año a la intemperie. El Estado, su mayor empleador, no posee los recursos para mejorar esta situación, aunque también algunas instituciones de enseñanza privadas no las tienen. Los educadores físicos también tienen su cuota de culpa, ya que no ponen en práctica los cuidados que merece su piel, por desconocimiento o por omisión.

La piel es el órgano más extenso del cuerpo, ya que abarca aproximadamente una superficie de 1.70 m2, es una barrera natural que actúa como defensa para proteger al cuerpo contra estímulos como el calor y la luz. También participa en la regulación de la temperatura corporal, almacena agua y grasa, y al mismo tiempo previene la entrada de las bacterias al organismo. La piel permite percibir y sentir el medio ambiente y los estímulos placenteros y nocivos( 2 ).

Uno de los estímulos para la piel, la luz solar, también puede convertirse en uno de sus peores enemigos. De acuerdo con Diffey( 3 ), la luz solar es energía electromagnética radiante, y se compone de ondas: radiación ultravioleta (RUV), visible e infrarroja. A su vez, la RUV se divide en RUV de tipo C, B, A-II y A-I. Se ha establecido que de los daños asociados a la exposición solar, la RUV B contribuye al 80% y la RUV A el 20%(3).

Se han determinado fototipos solares que van de la clasificación I al VI( 4 ). Estos fototipos se correlacionan con la tendencia que presenta un individuo para quemarse o broncearse luego de estar expuesto a la radiación solar al medio día durante 60 minutos( 4 ). La piel tipo I es aquella que siempre se quema y que nunca se broncea; la piel tipo II, aquella que siempre se quema y que algunas veces se broncea. La piel tipo III es definida como aquella que se quema algunas veces y que siempre se broncea. La piel tipo IV es aquella que nunca se quema y que siempre se broncea. La piel tipo V es aquella moderadamente pigmentada, y finalmente, la piel tipo VI se refiere a la piel negra( 4 ).

De esta forma, la melanina, el pigmento natural de la piel, no puede brindar una protección completa contra los RUV de la luz solar; y por lo tanto, independientemente del fototipo solar, se pueden generar lesiones cutáneas que se podrían convertir en algún tipo de cáncer( 2 ). Otros factores de riesgo para el cáncer de piel, ampliamente descritos en la literatura mundial, incluyen la raza, el sexo, la exposición al sol (aguda o crónica), historia familiar, edad (el adulto mayor es más propenso), y el estado inmunitario (las personas inmunosuprimidas son más susceptibles)( 5 ). Las personas que habitan en altitudes, en poblaciones donde se reciben muchos días con sol al año, que trabajan al aire libre, y que han sufrido tres o más quemaduras solares graves, también tienen un alto riesgo para desarrollar cáncer de piel. Además se ha propuesto que las personas de piel blanca, de cabello rubio o rojo, y de ojos color verde o azul, tienen una mayor probabilidad de desarrollar cáncer del tipo no melanoma( 2,6,7 )

Las características fenotípicas descritas anteriormente describen a personas de tipo anglosajón o de origen mediterráneo, quienes ante una exposición solar no pueden obtener un bronceado y más bien se queman (i.e., la piel blanca cambia a color rojo intenso), lo cual puede llevar al desarrollo del cáncer de piel. Por ejemplo, de las cifras que se obtienen de países como Estados Unidos de Norteamérica, se encuentra que el cáncer de piel es el cáncer diagnosticado más frecuentemente, siendo el de tipo melanoma el responsable de la mayor cantidad de muertes( 8 ).

En México, Honduras, Costa Rica y otros países de la región centroamericana no se cuenta con una población cuya mayoría concuerde con el fenotipo anglosajón (i.e., piel blanca, cabello rubio, ojos color verde o azul). Sin embargo, por ejemplo en Costa Rica, el cáncer de piel ocupó el primer lugar en incidencia entre las mujeres y ocupó el segundo lugar en incidencia entre los hombres según las estadísticas del Registro Nacional de Tumores del Ministerio de Salud de Costa Rica ( 9 ), cuyo análisis comprendió desde el año 1994 hasta el año 1996. Estas cifras evidentemente convierten el tema de la exposición solar y el cuidado de la piel en un asunto de interés para la salud pública.

Los educadores físicos representan un grupo de profesionales que se exponen crónicamente a la radiación ultravioleta del sol; sin embargo, hasta donde conocemos solamente se han llevado a cabo dos estudios descriptivos en educadores físicos, uno en costarricenses y otro en mexicanos( 10,11 ) , y no se han realizado estudios comparativos entre las diversas poblaciones que permitan determinar los hábitos de exposición solar y los conocimientos acerca del cuidado de la piel, que al fin y al cabo pueden ayudar a los educadores a prevenir enfermedades y lesiones discapacitantes a mediano y largo plazo como, por ejemplo, cáncer de piel. Por lo tanto, el propósito del estudio fue describir hábitos y conocimientos acerca de la exposición solar y los cuidados de la piel en educadores físicos de México, Honduras y Costa Rica.


Metodología

Sujetos

El muestreo fue intencional, y participaron 151 educadores físicos provenientes de México (n = 24), Honduras (n = 46) y Costa Rica (n = 81). Los participantes mexicanos asistían al XIX Congreso Panamericano de Educación Física en la ciudad de Puebla, México, en el mes de julio del 2003. Por su parte, los educadores físicos hondureños asistieron al II Congreso Nacional de Educación Física, celebrado en Tegucigalpa, Honduras, el mes de junio del 2003. Finalmente, los costarricenses, asistieron al V Congreso Nacional y II Centroamericano de Educación Física realizado en el mes de marzo del año 2003, en la ciudad de Heredia, Costa Rica. Los participantes dieron su consentimiento para participar en el estudio.

Instrumentos y procedimientos

Uno de los investigadores asistió a cada uno de los congresos de educación física mencionados anteriormente y aplicó el cuestionario personalmente. Así, con el cuestionario se obtuvo información demográfica, se determinó el tipo de piel, y se obtuvo información relacionada con el cuidado de la piel y características del trabajo que realizan habitualmente los educadores físicos en los tres países. Los participantes se acercaron voluntariamente a un área acondicionada para que llenaran el cuestionario individualmente.

Los análisis estadísticos incluyeron promedios (M) y desviaciones estándar (± DS) para describir la tendencia central de las variables continuas. Los análisis paramétricos se realizaron por medio de pruebas de ANOVA factorial 3 x 2 (país x sexo), en donde en caso de ser necesario se realizó el análisis de efectos principales y el análisis post hoc correspondiente. Finalmente, se realizaron pruebas no paramétricas de Chi2 (c 2), para estudiar la asociación entre variables categóricas (país x sexo). Los resultados fueron considerados estadísticamente significativos a una p < .05.


Resultados

En el estudio participaron voluntariamente 151 educadores físicos provenientes de México, Honduras y Costa Rica. Las características más relevantes de los educadores con respecto a sus hábitos laborales y exposición solar se observan en la tabla 1.


Se observó que los educadores físicos, especialmente mexicanos y hondureños, laboran entre 4 y 8 horas en el horario de 7:00 a.m. a 3:00 p.m. (Gráfico 1).


Se realizaron pruebas de ANOVA factorial 3 x 2 (país x sexo), con las cuales se encontraron diferencias estadísticamente significativas (p < 0.05) en las variables edad (años), tiempo (en meses) laborado al aire libre en los últimos 5 años, y en el tiempo semanal promedio (horas) laborado al aire libre.

Con respecto a la edad de los participantes, el análisis post hoc de Bonferroni indicó que los educadores físicos mexicanos eran significativamente menores (M = 29 ± 7 años) que los educadores hondureños (M = 34 ± 8 años) (p = .004). La edad promedio de los educadores físicos costarricenses (M = 33 ± 9 años) no fue estadísticamente diferente a la de los educadores mexicanos y hondureños.

Se encontró una interacción significativa (p = .007) que indicó una relación conjunta del país de procedencia y del sexo de los educadores físicos con respecto al tiempo en meses laborado al aire libre en los últimos 5 años. El análisis de efectos principales indicó que habían diferencias significativas entre los países (p = .001) independientemente del sexo de los participantes. El análisis post hoc de Bonferroni indicó que, en promedio, los educadores físicos hondureños trabajaron más (M = 46 ± 19 meses) que los educadores físicos costarricenses (M = 35 ± 17 meses) (p = .001) y mexicanos (M = 31 ± 22 meses) (p = .003) en los últimos 5 años.

También se encontró una diferencia estadísticamente significativa (p < .001) en el tiempo semanal promedio (horas) laborado al aire libre. El análisis post hoc de Bonferroni indicó que los educadores físicos costarricenses laboraban una menor cantidad de horas por semana a la intemperie (i.e., bajo el sol) (M = 6 ± 5 horas/semana), en comparación con sus colegas hondureños (M = 23 ± 16 horas/ semana) (p < .001) y mexicanos (M = 30 ± 12 horas/semana) (p < .001), independientemente del sexo.

Por medio de las pruebas de asociación de c 2, se encontró una consistencia marcada en el uso de pantalón corto (ej., pantaloneta o "shorts") para impartir las clases entre los educadores físicos (p = .003), independientemente del país de proveniencia y del sexo. Estos además no usan frecuentemente la "jacket" o sudadera (p < .001) ni el pantalón largo o "buzo" (p = .020) para impartir sus lecciones: pero sí usan sombrero, gorra o visera (p = .007), especialmente los hombres.

Con respecto al material de las prendas utilizadas para impartir sus clases, se encontró una consistencia en el uso de ropa fabricada de algodón o tela de "punto" (como se le llama en algunos países) (p = .003), independientemente del país de proveniencia y del sexo.

También se encontró que los educadores físicos costarricenses utilizan más loción bloqueadora que sus colegas hondureños y mexicanos (p = .001). Independientemente del país de procedencia y del sexo, se encontró que en general, los educadores se aplican la loción bloqueadora inmediatamente antes de impartir la lección (p = .002). A pesar de esto, se encontró que los educadores físicos costarricenses, específicamente las mujeres, reportaron una mayor cantidad de quemaduras solares que sus colegas de otros países (p = .001).


Discusión

Aunque geográficamente se ha establecido que existe una relación entre la cantidad de RUV solar y la incidencia de cáncer de pieI clara( 12 ), en este estudio no se encontró tal asociación cuando se comparó la altitud en la que laboraban y en la que residían los educadores físicos (Tabla 1).

De acuerdo con el análisis, se encontró que los educadores mexicanos eran más jóvenes que sus colegas centroamericanos. También se observó que los educadores físicos hondureños tienen jornadas más largas bajo el sol en los últimos 5 años, seguidos de los educadores costarricenses y mexicanos. Este dato no guarda consistencia con el número de horas semanales laboradas al aire libre, en donde los educadores costarricenses reportaron un menor número de horas que sus colegas mexicanos y hondureños. Esta información se corrobora con el gráfico 1, en donde se observan horarios más largos en los educadores mexicanos y hondureños, en comparación con el de los costarricenses.

En investigaciones anteriores se ha discutido que las personas que pasan parte importante del tiempo realizando labores al aire libre presentan una mayor incidencia de carcinomas epidermoides que quienes trabajan en ambientes bajo techo( 13 ). Por ello, los educadores físicos mexicanos y hondureños aparentemente tendrían mayores posibilidades de desarrollar algún tipo de cáncer de piel, especialmente si su fenotipo fuera de piel blanca, ojos color claro, y cabellera rubia, y hubiesen presentado quemaduras por exposición solar previas. Este panorama podría reducirse si se toma en cuenta que el fenotipo de los habitantes de los países mencionados no necesariamente coincide con el de las poblaciones anglosajonas; sin embargo, no se puede descartar esta posibilidad hasta no observar la tasa de incidencia y prevalencia del cáncer de piel en los educadores físicos de estos países, dato que no se posee hasta la fecha.

Con respecto a la vestimenta utilizada para laborar, fue común que los educadores reportaran haber utilizado prendas cortas, como pantalón corto o pantaloneta, y usar protección del sol por medio de sombrero o gorra. Descartan el uso de "jacket" o sudadera y los pantalones largos. Sin embargo, prendas como camisetas de manga larga fueron poco reportadas y, en teoría, podrían ayudar a reducir los efectos de la radiación UV del sol, especialmente si son de color claro y de algodón. Referente a este tema, se observó consistentemente que los educadores físicos utilizan prendas de algodón o tela de "punto", generalmente más gruesas que las prendas de materiales sintéticos como poliéster o nylon, las cuales no fueron ampliamente reportadas.

Con base en la información anterior, se debe recomendar a las autoridades educativas y a los directores o administradores de instituciones de enseñanza, revisar los horarios en los que se imparten las clases de educación física, para aprovechar las horas en donde ocurre menor RUV. Si no se pudiera acatar esta recomendación técnica, se debería realizar entonces una campaña educativa agresiva para permitir a los estudiantes y a los educadores portar prendas de vestir que les permitan reducir la RUV que absorben sus cuerpos durante las clases de educación física. En diversos estudios se sugiere que para mejorar la protección solar, particularmente durante la exposición durante el mediodía o en zonas tropicales, se cubra el

mayor porcentaje de la piel con ropa( 14,15 ) es decir, se debe promover el uso de prendas de color claro, hechas de algodón, con mangas largas, sombreros, anteojos con protección UV y, por supuesto, bloqueadores solares. Se ha establecido que las prendas de color claro (ej., blanco, gris) permiten que los rayos solares se desvíen, lo que causa un menor estrés térmico y además presentan un coeficiente de reflexión mayor que las de color oscuro (ej., negro)( 16, 17).

La protección principal a la RUV utilizada por los educadores de los tres países fue el bloqueador solar, pero no se reporta consistentemente el factor de protección solar (FPS) o SPF (siglas en inglés para "Solar Protection-Factor"), el cual varía indudablemente de acuerdo con las características y el fototipo de piel. Sin embargo, a pesar de que en el uso de las cremas los costarricenses son los que más las utilizan, son éstos los que más quemaduras solares reportaron. Esto se debe, con bastante certeza, a que no saben aplicarse la crema o no siguen las indicaciones del dermatólogo o del fabricante del producto. A pesar de ello, los educadores físicos mexicanos y hondureños también siguen el mismo patrón de aplicación de los costarricenses; es decir, se aplican el producto inmediatamente antes de impartir la lección, cuando lo recomendado es aplicársela al menos 30 a 60 minutos antes de la exposición solar, y luego seguir aplicándose durante la clase.

Conclusiones

De acuerdo con la información anterior, queda claro que se debe realizar una campaña para promover el uso continuo de los filtros solares, pues se encontró que la mayoría de los educadores físicos, independientemente del país de origen y el sexo, se aplicaban el bloqueador solar inmediatamente antes de ir a impartir las lecciones. Se ha descrito que las personas que usan filtros solares presentan más cáncer de piel que quienes no lo hacen debidamente, por no aplicarlo horas antes de la exposición solar, o porque no utilizan una capa adecuadamente gruesa, lo cual disminuye la protección a la mitad(18, 19, 20, 21 ).

En general, este estudio demuestra algunos hábitos importantes de la exposición solar que tiene una muestra de educadores físicos provenientes de diferentes contextos. Se recomienda realizar más investigaciones acerca de los efectos de la RUV en poblaciones de niños y jóvenes, así como acerca de las políticas institucionales con respecto a horarios, instalaciones, vestimenta, y otros factores de prevención del cáncer y otras enfermedades de la piel.

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1 Escuela de Educación Física y Deportes, Universidad de Costa Rica. M.Sc. Maureen Meneses Montero,
Teléfono 506 207-3270, Fax: 506 225-0749, E-mail: menesesm@cariari.ucr.ac.cr

2
Escuela de Medicina, Universidad de Costa Rica


 


 

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