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Revista Costarricense de Salud Pública

Print version ISSN 1409-1429

Rev. costarric. salud pública vol.12 n.23 San José Dec. 2003

 

Editorial
Bastiones de la salud pública en Costa Rica

 

Federico Paredes
Presidente de ACOSAP


En la semana del 15 de septiembre, en un mes patrio, de alta significación para la vida cívica de Costa Rica, se nos fueron dos ilustres médicos: Anna Gabriela Ross y Leonardo Marranghello. Con una distancia de apenas dos días entre uno y otro y 30 años de diferencia de edad, los doctores Ross y Marranghello partieron de esta vida terrenal al descanso eterno. Aunque diferentes en su temperamento y carácter, tuvieron muchas características similares: una decidida vocación de servicio, marcada preocupación por el sufrimiento humano, acciones voluntariosas para trabajar a tiempo en una causa común: el bienestar de los demás.

Conocí a Anna Gabriela en la década de 1990, como una dinámica funcionaria del Ministerio de Salud. La vi en sus labores de Directora de la Región Central Sur, en la Dirección General de Salud, como Presidenta Ejecutiva del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillado y en la Asociación Costarricense de Salud Pública (ACOSAP), como presidenta de la Junta Directiva. Tesonera, de voluntad férrea, fue firme en sus convicciones, por las que luchó hasta el final mismo de sus días. A escala nacional, digamos, fue conocida por su participación en la vida política dentro de Liberación Nacional, al lado de Luis Guillermo Solís Rivera, y por sus posiciones, muchas veces radicales pero sinceras.

Lucha por la vida. Me impresionó mucho escuchar sus últimas palabras, en la grabadora de su teléfono móvil: "Anna Gabriela Ross, en una lucha por la vida". No pude expresarle cuánto deseaba que su recuperación fuera completa. Definitivamente, ella pudo haber dado muchísimo más al país. Era una de esas personas que uno hubiera deseado que muriera de "viejita" por todo lo que aún tenía que generar.

Por su parte, el doctor Marranghello, lejos de su Italia natal, le dió mucho también a Costa Rica. Formó parte de esa legión de epidemiólogos que contribuyó a colocar a nuestro país en posiciones envidiables de salud. Tuve el privilegio de ingresar en la Junta Directiva de ACOSAP cuando él la presidía. Locuaz en la exposición de sus ideas, no escatimaba en detalles dentro de sus intervenciones, como queriendo asegurarse que no quedaban dudas de lo que estaba diciendo. Hasta poco antes de ser internado en su recta final, formó parte de la Comisión Antitabaco de esta Asociación y fue casi miembro fundador de la Fundación Pro Derecho de los No Fumadores... No tuvo tiempo para ir a firmar el Acta Constitutiva de esta ONG, aunque ya su nombre allí se había consignado. Literalmente, se puede decir que el doctor Marranghello murió con las botas puestas, haciendo lo que a él le gustaba y en lo que firmemente creía: promocionando los estilos de vida saludables.

Rico legado. De ambos, tenemos mucho que aprender. Decía Victor Hugo que el futuro tiene muchos nombres: para los débiles es lo inalcanzable; para los temerosos, lo desconocido; para los valientes es la oportunidad. Anna Gabriela y Leonardo siempre vieron en el futuro la oportunidad de hacer cosas productivas, de ir más allá con sus responsabilidades, sobre todo si el objetivo era beneficiar a los demás, desde las esquinas donde estuvieran. Ambos fueron valientes: no temían al futuro. Para ellos, el futuro siempre representó esa oportunidad de poner en marcha su proactividad, sin buscar glorias personales. Son ejemplos dignos de copiarse. Dejaron legados no sólo para los médicos jóvenes de este país, sino para todos quienes de una u otra forma nos hemos involucrado en enriquecer la salud pública de Costa Rica.

Rendimos un sentido homenaje a estos dos ilustres expresidentes de ACOSAP, que ocuparán un honroso sitial en nuestro corazón.

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