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Revistas de Ciencias Administrativas y Financieras de la Seguridad Social

Print version ISSN 1409-1259

Rev. cienc. adm. financ. segur. soc vol.8 n.2 San José Jul. 2000

 

Reflexiones sobre la importancia de la administración en la prestación
de los servicios de salud

Dr. Eric Mora Morales
Ex Jefe del Servicio de Endocrinología del
Hospital Calderón Guardia

 

En el ambiente hospitalario, es frecuente que se cuestione, por parte de los profesionales en ciencias médicas, la importancia de, la administración en la prestación de los servicios de salud. Al mismo tiempo, en el personal encargado de la administración, en ocasiones se observa un sentimiento de rechazo al trabajo de aquellos. Esta paradoja no debería presentarse pues el sentido común indica a ambos grupos de profesionales que el trabajo del otro se complementa con el del otro.

Por muchos años, la situación anterior fue superada con buena voluntad por la amistad y la necesidad de ofrecer al paciente atención oportuna y eficaz con el fin de lograr su curación o recuperación. Lentamente, la administración hospitalaria, empírica y casuística, típica de los primeros sesenta años del siglo pasado, se fue transformando en un quehacer científico y técnico, adquiriendo una estructura formativa universitaria, respaldada por el aporte de profesores especialistas en la administración de los factores económicos, políticos y sociales que determinan la salud. Nacieron después Escuelas de Administración en Salud Pública y Hospitalaria y asociaciones dedicadas a formar especialistas en el arte y la ciencia de administrar los centros de salud y desde entonces las cosas han mejorado, facilitando las acciones administrativas necesarias para hacerlos funcionar con eficacia y hoy, a comienzos de siglo, se puede afirmar que nuestro país dispone de un grupo de profesionales, numeroso y selecto, bien preparado en administración y respetado en todo el ámbito latinoamericano. El proceso de su formación y profesionalización fue propiciado, estimulado y desarrollado por profesionales médicos desde el principio, que entendieron que sin una administración eficiente, no se podía hacer funcionar a un hospital y trabajaron muy duro para echar las bases del acto administrativo, constituyéndose en "administradores natos" y lograron reflejar las necesidades de la salud del país en leyes que respondieron a los cambios sociales, desde la Ley General de Salud, hasta las diferentes leyes que han dado funcionalidad al Seguro Social y al Ministerio de Salud. Esta simbiosis de administradores y médicos demostró ser muy provechosa a largo plazo, aunque no estuvo exenta de roces, sinsabores y disgustos.

El grado de madurez que se ha alcanzado permite hoy que con el trabajo conjunto de administradores y médicos las cosas funcionen mejor, aunque con gran esfuerzo y sacrificio, debido a la estrechez de recursos materiales y económicos con que se obliga a trabajar al sistema hospitalario, pero tienen buena voluntad y una clara decisión de lograr el mayor bien de los costarricenses.

Un segundo grupo de administradores, que se identifican como los administradores de las Oficinas Centrales, desempeñaron un papel decisivo en este proceso. Alejados físicamente de los hospitales, mantuvieron en sus manos el poder de la decisión final y en los últimos años, diez aproximadamente, con el proceso de desconcentración administrativa, las directivas emanadas del Poder Central se han equilibrado con las originadas en los centros hospitalarios, en un interesante juego de intereses, en el cual la responsabilidad de la decisión en acciones internas de los hospitales se ha dejado en sus propios funcionarios.

El nuevo Modelo de Gestión Hospitalaria significó al mismo tiempo independencia y dependencia, en el sentido de que las acciones y políticas en salud y los presupuestos que las sustentan deben necesariamente realizarse dentro del marco de las políticas de salud del país como un todo. Se toma más conciencia de que el proceso administrativo es, en si mismo, una ciencia, basada en conocimientos y procesos técnicos, de los cuales, tanto administrativos como médicos deben nutrirse y de buena o mala gana se acepta que sin una eficiente, moderna y eficaz administración, nada funciona. Después de haber pasado por este proceso, al terminar mi carrrera hospitalaria, me pregunto por qué persiste la resistencia del médico a aprender e involucrarse en el proceso administrativo. Por qué al administrativo le toma tanto trabajo relacionarse con los médicos. Por qué estos últimos no quieren saber, en su mayoría, de cifras, de estadísticas, de gráficos y de informes y son pocos los que elaboran informes funcionales. Estas y muchas otras interrogantes pueden surgir.

Considero que, hasta el momento, varias cosas de este proceso se están definiendo como ciertas:

Tanto el funcionario administrativo como el médico han comprendido que deben trabajar hombro a hombro si quieren salir adelante en sus tareas que, al final es solo una, lograr una prestación eficiente de salud.

La cultura para este entendimiento ya tiene raices sólidas, la inteligencia de los funcionarios de la Institución del Seguro Social será encontrar los mecanismos de una mejor relación.

Los fantasmas entre ambas profesiones, administrativa y médica, están desapareciendo. Las ideas preconcebidas ya no tienen campo en el mundo moderno donde la eficiencia es la llave del éxito.

El proceso de Desconcentración Hospitalaria y la implementación del Nuevo Modelo de Gestión se han constituido en el laboratorio de estudio de las nuevas políticas de trabajo de la Institución.

A los directores de hospitales, jefes de sección y de servicio se les plantea la circunstancia de medir muy bien el tiempo que deben dedicar a funciones administrativas y de gobiemo de sus centros médicos, sin descuidar o disminuir el tiempo que las acciones propiamente médicas requieren en el proceso de la curación o rehabilitación de los enfermos.

Los administrativos necesitan conocer cada vez más los procesos de la enfermedad, las enfermedades en particular y sus características técnicas y científicas, con el fin de comprender mejor las necesidades conocidas como estrictamente médicas y contribuir a su solución.

Es decir, la medicina debe seguir siendo medicina en el mejor sentido de la palabra y la calidad del acto médico no debe disminuirse por ninguna razón.

Esta obligación debe ser mayor con los médicos asistentes, tanto en las diferentes consultas externas como en los servicios de hospitalización, pues sobre sus espaldas recae el peso de la atención médica.

Como todo proceso, es lento, y la única forma de implicar en el mismo a los dos actores, administradores y médicos, es aprender en conjunto, sin quitarse responsabilidades.

Las escuelas de medicina deben, necesariamente, revisar sus planes de estudios para incorporar la materia de administración en forma permanente y aprovechar en su enseñanza la experiencia de las personas de las jefaturas de los servicios hospitalarios y las administraciones con el fin de que no haya un divorcio entre la realidad y la teoría, entre los hospitales y las universidades.