SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.16 issue2Conjuntivitis hemorrágica aguda en Costa Rica y el origen del Enterovirus 70 en humanosPelagra: revisión y reporte de caso author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Acta Pediátrica Costarricense

Print version ISSN 1409-0090

Acta pediátr. costarric vol.16 n.2 San José Jan. 2002

 

Caracterización de Ofensores Sexuales Juveniles:
Experiencia de la Clínica de Adolescentes del Hospital Nacional de Niños
 
 
Lic. Walter Ramírez Mora *
 
  
Objetivo: Dar a conocer las características principales de los ofensores sexuales juveniles que reciben tratamiento en la Clínica de Adolescentes del Hospital Nacional de Niños.

Diseño: Estudio exploratorio.

Sitio: Hospital Nacional de Niños, Clínica de Adolescentes.

Resultados: La mayoría de los encuestados se encuentra en la adolescencia inicial y media (92.2%) y más de la mitad está cursando estudios secundarios. Pertenecen a familias tradicionalmente constituidas. La Corte Suprema de Justicia es la institución que más refiere casos, seguido por Hospitales Nacionales. Tres cuartas partes de los delitos cometidos son abusos deshonestos y un tercio de violación, donde la mayoría de los ofensores al momento de cometer sus delitos, estaban en la etapa inicial de la adolescencia (12 a 14 años). En el 88.2 % de los casos los ofensores guardan una gran cercanía con sus víctimas, y de estas en su mayoría son niñas (85%). Encontramos como factores de riesgo asociados a las conductas sexuales abusivas en los jóvenes, el acceso a la pornografía, trastornos de conducta, historia de abuso previa y consumo de alcohol.

Conclusiones: La educación sexual dirigida hacia lo biológico, el acceso a la pornografía sin la guía de un adulto responsable, las historias de violencia de los adolescentes en sus hogares, la falta de contención en el hogar y las distorsiones de la sexualidad y masculinidad, figuran como elementos relevantes para la predicción y prevención de los delitos sexuales en jóvenes.

Palabras claves: abuso sexual, adolescentes ofensores, pornografía, sexualidad.
 
 
El abuso sexual contra menores es un problema complejo en nuestra sociedad, que resulta alarmante cuando el abusador es otro menor, y más aún si la víctima es un familiar cercano.

Estudios norteamericanos indican que en adolescentes menores de 18 años, se presentan en un 20% detenciones policiales por delitos sexuales, y de estos, casi el 30 % son por violación. El cuadro 1 suministrado por la Fiscalía Adjunta Penal Juvenil de San José nos muestra el comportamiento en las denuncias y los delitos sexuales perpetrados por adolescentes en esta provincia.
 

 
Disminuir las ofensas sexuales nos involucra a todas las personas y son prioridad programas de prevención en el marco de la educación sexual. Por otro lado la sensibilidad social y profesional hacia el tema son necesarios para el abordaje profundo y desarrollar sistemas de detección eficaces, que permitan la atención preventiva. Nuestra responsabilidad no se debe limitar a la intervención con el menor abusado y/o su familia, sino debemos intervenir también con el abusador. Si los abusos sexuales existen, es por que hay niños abusados y jóvenes y adultos abusadores. El acercamiento integrador que nos permita abordar el problema en su globalidad, es la única manera eficaz de intervenir.

La Clínica de Adolescentes del Hospital Nacional de Niños ha desarrollado una experiencia de intervención con adolescentes ofensores sexuales y el objetivo de este trabajo es presentar el perfil de los mismos. El modelo de intervención inicia con una evaluación previa por parte de los profesionales de trabajo social o psicología, para ubicar al adolescente en un perfil de riesgo que por sus características puede ser de bajo, moderado y alto riego.

Posteriormente, los jóvenes ubicados en perfiles de bajo y moderado riesgo ingresan al programa de tratamiento grupal el cual consta de unas veinte sesiones aproximadamente, donde se trabajan varios temas en secuencia lógica, tales como la sexualidad, el poder, asertividad, empatía con la víctima, barreras del abuso sexual, el ciclo del abuso sexual, los roles sexuales de género, distorsiones cognitivas, etc. para luego finalizar con un plan de prevención de futuras ofensas elaborado por los mismos jóvenes. Por último se les proporciona un seguimiento de tipo grupal a los adolescentes por espacio de un año.

En los últimos años se ha hecho del conocimiento general la incidencia y el predominio del abuso sexual en contra de los niños (as) y se ha incrementado sustancial mente las denuncias por estos actos, por tanto la prevención se ha convertido en una prioridad pública. La gran mayoría de las denuncias por abuso sexual contra menores los ofensores son adultos. Cuando se trata de adolescentes a menudo no han sido responsabilizados por su comportamiento y han sido, de alguna manera, explicados por desórdenes conductuales, reacciones de ajuste a la adolescencia o situaciones de experimentación o exploración. En el año 2001 las estadísticas del CEINA (Comité de estudio y tratamiento de la violencia infanto juvenil del Hospital Nacional de Niños) indican que se presentaron 132 caso de abuso sexual, 86 casos de abuso físico, 25 de abuso emocional y 20 casos de abandono.

Para los primeros nueve meses del año 2002 el CEINA maneja ya, 139 casos de abuso sexual, 67 de abuso físico, 7 de abuso emocional y 8 casos de abandono, donde más del 90 % de todos los menores agredidos, son víctimas de un familiar agresor. En el año 2001 se presentaron 7 casos donde un adolescente figura como ofensor y ya para los primeros nueve meses del año en curso, hay 22 casos de adolescentes ofensores físicos, psicológicos y sexuales. Los hallazgos más recientes acerca del tema del abuso sexual infantil, insisten en que las conductas sexuales abusivas no son parte del desarrollo normal del adolescente, por el contrario, las mismas deben ser identificables y controlables, para evitar no sólo un posible mayor número de víctimas, sino también por los derechos de los jóvenes de aprender a desarrollar una sexualidad positiva que enriquezca sus vidas (6)

Los estudios de ofensores sexuales adultos revelan que más del 50% desarrollaron sus patrones sexuales abusivos antes de los 18 años (8). El abuso sexual puede ser perpetrado por personas de cualquier edad, la participación sexual iniciada por un adulto para con un niño viola las normas de casi cualquier cultura, y es ilegal en casi todas las sociedades. Se ha señalado que el número de víctimas de los ofensores sexuales se incrementa con el tiempo, si en un adolescente, el promedio de víctimas es de siete niños (as), cuando alcance la edad adulta, su promedio puede llegar a 380 víctimas de actos abusivos (1).

En los noventa ha aumentado la incidencia de ofensores sexuales juveniles con conductas violentas en un 50% y con conductas no violentas en aproximadamente un 11 % (3) De los reportes de abusos sexuales a niños en los Estados Unidos del 23 - 26 % han sido perpetrados por adolescentes menores de 20 años.

Es importante señalar que varios investigadores en la materia señalan que (4). :

1. El abuso sexual no es impulsivo y no es espontáneo, la conducta sexual abusiva está precedida por un proceso de sentimientos y conductas claramente identificables.

2. El proceso previo a la conducta sexual abusiva está igualmente presente en niños, adultos o ancianos, es válido también para discapacitados físicos e intelectuales.

3. El abuso sexual es una expresión de poder y control.

4. La conducta sexual abusiva en niños y adolescentes, es una reacción compensatoria y desadaptativa frente a circunstancias o eventos presentes en la vida del joven.

5. Las conductas sexuales abusivas de los jóvenes pueden ser controladas, manipuladas y cambiadas.

El ofensor sexual juvenil no ofrece un perfil fácilmente identificable, la información sociodemográfica no revela tendencias significativas (8), la mayoría de estos jóvenes están viviendo en sus casas en el momento del abuso y una cuarta parte únicamente con su madre. Otros estudios indican que en las familias de los ofensores sexuales juveniles hay un alto grado de inestabilidad y desorganización, hay carencias de educación sexual, padres con síntomas neuróticos y dificultades importantes de pareja (7). Es importante dirigir la atención a los problemas familiares que apoyan o contribuyen los patrones ofensivos del joven; la minimización y negación que hace el adolescente de los hechos, es también observable en el sistema familiar, donde se niegan los sentimientos y se manejan inadecuadamente las dificultades.

La historia de un abuso previo es un factor de riesgo para la futura delincuencia sexual, los informes varían de un 30% a un 70 % (5), del 25 al 50 % han reportado abuso físico y éstos tienen 7.6 más probabilidades para cometer una ofensa sexual a otros niños que adolescentes que anteriormente han sido abusados o descuidados. Este mismo fenómeno ha sido demostrado en varios estudios sobre los ofensores adultos, donde 70 a 80% habían experimentado abusos sexuales cuando niños (7) y al menos 91 por ciento había sufrido abuso emocional.

En otros estudios se menciona que entre los ofensores juveniles con historia de maltrato, el abuso sexual no siempre coincide como abuso previo, contrario a lo que ocurre con la violencia, que si se asocia con historia de abandono. El abuso físico en la infancia es mayormente vinculado a arrestos posteriores por crímenes sexuales (sobre todo violación) que el mismo abuso sexual en la niñez. (1).

Se ha encontrado que muchos de estos jóvenes tienen dificultades de autoestima, se sienten mal consigo mismos, indefensos, confundidos, traicionados y de poco valor. Su visión de mundo y forma de pensar reflejan falta de confianza, habilidades mínimas asertivas, sin control para las situaciones cotidianas y pueden tener expectativas muy irreales para sí mismos y para los demás. Algunos estudios sugieren que hay una asociación entre la exposición a materiales sexualmente explícitos (pornografía) y comportamientos sexuales abusivos, aunque todavía falta profundizar en esta temática. También se ha descrito que muchos de los abusadores sexuales juveniles tienen ofensas o abusos secundarios relacionados al consumo de drogas sin embargo es difícil extrapolar esto como una variable interactuante y explicativa del fenómeno del abuso, por la vaguedad de los estudios.

Se menciona por otro lado, que aproximadamente el 40% de los ofensores adolescentes tuvieron reportes de tres o más ofensas contra infantes al momento de enfrentar las consecuencias de tipo legal. Lo que pareciera estar más claro para la comunidad científica social, es que hay factores múltiples (psicosociales, biológicos y sociológicos) que interactúan en la aparición de la conducta sexual abusiva juvenil.

Metodología

Población de estudio:

Adolescentes referidos por ofensas sexuales a la Clínica de Adolescentes del Hospital Nacional de Niños entre los meses de febrero del 2001 a julio del 2002, para recibir tratamiento. Se aplicaron 34 encuestas a igual número de adolescentes que se presentaron a la aplicación del instrumento. Se diseñó una encuesta estructurada que fue probada con los mismos pacientes que asisten a la consulta cotidiana de la Clínica. Una vez concentrada la muestra de jóvenes, se procedió a citarlos en la sala de sesiones del Edificio de Especialidades Médicas del Hospital Nacional de Niños "Dr. Carlos Saénz Herrera" para realizar la entrevista. La entrevista fue auto administrada, eso quiere decir que se les dio una introducción a los adolescentes y se les entregó el cuestionario a cada uno, con el fin de ser llenado en forma anónima.

Resultados

Ninguna otra fase del desarrollo del ser humano puede ser tan dramática como el período adolescente, afortunadamente, este ciclo de vida ofrece una oportunidad ideal para las intervenciones oportunas de ayuda terapéutica, por ello es importante tener una panorámica amplia y clara de las características de los jóvenes ofensores sexuales juveniles. Los adolescentes experimentan cambios en forma vertiginosa física, social y psicológicamente; sus cuerpos crecen y adquieren madurez sexual, inician el proceso de distanciamiento de sus padres o personas adultas, desarrollando ataduras más fuertes hacia sus grupos y explorando las relaciones sexuales. Psicológicamente adquiere privilegios y responsabilidades de adulto, lo que le genera liberación e incertidumbre, se da cuenta de otros sentimientos, desarrolla habilidad de pensar abstractamente y se hace más conciente del futuro. Se enfrentan, dejando el mundo que ellos habían conocido y avanzan a su propia velocidad.

Es importante en estos momentos contar con una buena comunicación familiar y una adecuada educación sexual, en donde se contemple y se promueva el respeto a los demás, la sexualidad es una forma de expresar amor, y lejos de los planteamientos machistas de dominación, vamos ha promover estilos de vida saludables y sin violencia sexual. De acuerdo a los resultados obtenidos en la encuesta realizada, tenemos que la mayoría de los encuestados se encuentran en la adolescencia media en 61.8%, un 29.4% en la inicial y sólo el 8.8 % en la tardía.

El 55.9% de los jóvenes se encuentran cursando secundaria, lo que podría indicar un factor protector en determinado momento, dado que dentro de su grupo de pares estaría siendo contenido y aceptado. El 29.4% tenía primaria completa y solo niveles muy bajos de educación como primaria incompleta el 2.9%. Algunos adolescentes (5.9%) presentan problemas de aprendizaje y han tenido que repetir en varias ocasiones, situación que podría afectar la autoimagen y generar presión, repercutiendo en forma importante en la aceptación del sistema educativo formal hacia joven y en la evolución del tratamiento, por ser este de tipo cognitivo conductual.

En relación al tipo de familia nos encontramos que la gran mayoría tiene una familia tradicionalmente constituida donde están ambos padres con su progenie, y el 20.6% cuenta con un sólo progenitor donde es la madre la encargada del hogar, situación que en los últimos años van en ascenso en nuestra sociedad.

Evidentemente la Corte Suprema de Justicia es la que más adolescentes refiere para recibir tratamiento (38.2%), seguido por Hospitales y Clínicas Nacionales (38.2%) y luego el Patronato Nacional de la Infancia con un 17.6%. No podemos olvidar que son muchos los profesionales involucrados en esta problemática: médicos, enfermeras, profesores, fiscales, jueces, psicólogos, pedagogos, trabajadores sociales, que por tener una relación estrecha con los niños, juegan un papel fundamental en la detección, prevención y tratamiento de los abusos sexuales.

La mayoría de los adolescentes que se refieren han sido denunciados judicialmente, lo que representa un efecto terapéutico y de freno al abuso; es así como el 76.5% de los encuestados cuenta con denuncia; de estos más de la mitad se encuentra en el proceso inicial de investigación judicial y el 46.2% con una suspensión de proceso a prueba. Es notable que en su mayoría los delitos cometidos son de abusos deshonestos en un 76.5% y un 23.5% por violación. Dentro de los primeros cabe destacar las caricias de las partes genitales del niño(a) por parte del adolescente, masturbación, exposición de genitales, contacto sexual no genital, eyaculación sobre el menor y el sexo oral. Los niños que son víctimas de abuso sexual distinguen claramente este tipo de contactos, aunque no comprendan muy bien que está pasando. Sin embargo, las miradas insinuantes, toqueteos insistentes, secretos, presión, atenciones desproporcionadas, son eventos que el niño percibe como no correctos y que le hacen sentir mal.

El gráfico 1 nos permite visual izar fácilmente la vulnerabilidad en las fases iniciales de la adolescencia, siendo que la mayoría de los ofensores cometieron sus delitos entre los 12 y 13 años en el 64.7%, y antes de los 15 años en un 79.4%. En general los ofensores juveniles que reciben tratamiento en el Hospital Nacional de Niños cometen sus ofensas antes de los 17 años en el 97% de los casos estudiados. Recordemos que la pubertad es el componente biológico de la adolescencia que se caracteriza por los intensos cambios físicos y a la postre, psicosociales en el joven. Esto hace que el joven se sienta extraño para sí y posiblemente esto determine un volverse a su interior, es una búsqueda de identidad que le posibilitará integrarse en un todo único y diferente, atravesando por factores de orden afectivo, social y cultural.
 

 
Por otro lado, encontramos que buena parte de los adolescentes estudiados, ha recibido educación sexual en el sistema educativo formal y en sus hogares, en el 85 % de los casos. De esta población, el tipo de educación sexual recibida se basa fundamentalmente en los cambios físicos que enfrentan los jóvenes (59%), Y sólo un tercio ha recibido educación sexual que incluye los cambios psicosociales de esta etapa de la vida.
 
 
En relación al parentesco de los ofensores y sus víctimas, buena parte de los estudios realizados afirma que la gran mayoría de los agresores conoce a sus víctima y un porcentaje muy bajo es por personas desconocidas. Además, señalan que estos abusos son perpetuados en el propio hogar de la víctima por familiares próximos. En nuestro servicio podemos afirmar que en el 88.2% las víctimas son muy conocidas por el ofensor adolescente, siendo el 44% hermanos (as), el 38.2% primos, el 5.9% sobrinos y el 11.8% vecinos. A su vez la mayoría de las víctimas son de sexo femenino en el 85.3% y el 14.7% son varones.

Como factor más relevante tenemos que el 88.2% de los evaluados ha tenido acceso a la pornografía sin la guía de un adulto responsable, lo que fácilmente hace que los adolescentes distorsionen la sexualidad, en una etapa en que está centrado prácticamente en los cambios físicos generales y sexuales en particular. En su mayoría los adolescentes tienen preferencia hacia el tipo de pornografía en videos alquilados en 56.7%, las novelas eróticas en un 13.3% y en películas del cine en 10% de los casos, por último en video cassettes que se intercambian e internet en un 6.7%. El segundo factor relevante de riesgo es que el 47.1% de los jóvenes cuenta con historia de trastornos de conducta previo a la ofensa sexual tales como robo, fugas del hogar o del centro educativo y/o agresividad impulsividad. Además de lo anterior, el 35.2% de los evaluados tienen historia de haber sufrido algún tipo de abuso, donde el 41.7% corresponde al abuso físico, el 33.3% a abuso sexual y el 25 % al emocional. La ideación suicida y el consumo de alcohol, figuran como otros elementos ha tomar en cuenta en la predicción de la conducta sexual abusiva dado que estas se presentan en el 35.3 % de todos los casos estudiados. Es de rescatar que en el 91% de los casos los adolescentes ofensores, reconocen la total responsabilidad de los hechos. (siendo esto condición necesaria para ingresar al proceso terapéutico ofrecido).
 

 
Los deseos de experimentar sensaciones novedosas aparecen en un 50% de los casos, las fantasías sexuales donde se involucra esta actividad con un menor sobresale en el 23.5% así como el deseo sexual incontrolable en el 20.6% de los adolescentes ofensores y por último, una justificación de orden de pensamiento mágico figura como el menos utilizado por ellos para minimizar el delito cometido (me cegué, una voz me ordenó hacerlo, perdí el control, el diablo me tentó, etc.) Las fantasías sexuales y experimentar sensaciones novedosas son situaciones propias de la etapa adolescente pero que parecen ser mal sublimadas o dirigidas, por el acceso a la pornografía, la historia de abuso de los jóvenes y la educación sexual recibida. El deseo incontrolable y las explicaciones mágicas que en su momento dan los ofensores, están más enfocados a una aceptación parcial de sus conductas abusivas, quizás por los temores de las represalias de los familiares de las víctimas y del mismo proceso penal.

Discusión

La adolescencia se caracteriza por ser una etapa del ciclo vital, donde el ser humano lleva a cabo tareas básicas y fundamentales que identifican a este período, y condicionan el desarrollo ulterior. Dentro de estas tareas se encuentran la consolidación de su propia identidad, autonomía e interdependencia de los padres, el definir un proyecto de vida viable y el establecimiento en las futuras relaciones de pareja estable.

Los ofensores sexuales comienzan a mostrar comportamientos sexuales inapropiados a edades tempranas, si logramos generar intervenciones dirigidas hacia los adolescentes y preadolescentes, estaremos en el camino adecuado de la prevención y por ende, disminuir la reincidencia del abuso sexual a nuestros niños. Es común escuchar que los comportamientos sexual izados en los niños y jóvenes, que involucren a otro (a) son situaciones apropiadas para su desarrollo, que es un juego de iniciación o de aprendizaje o peor aún, se interpretan como un símbolo inequívoco de masculinidad.

Debemos adentrarnos en las raíces de la familia para poder cambiar y reedificar nuevos conceptos, y formas de ver el mundo en nuestros jóvenes, que nos permita brindarles las oportunidades de nuevas formas de vinculación y relación. La familia seguirá siendo el primer vehículo de socialización por excelencia, de ahí la importancia de fortalecer esta estructura y evitar el deterioro afectivo que se vive hoy en día en nuestro medio. Este deterioro provoca que los adolescentes busquen aún más fuera de su contexto familiar, apoyo y contención. Se huye de la violencia intrafamiliar, la falta de confianza, la pobreza en la comunicación. El adolescente ha ido incorporando dentro de sus conocimientos una sexualidad fragmentaria con discursos diferentes y contradictorios del placer, de la reproducción como único elemento sexual, de la pornografía, es algo que no se puede hablar con sus progenitores, algo que se castiga aunque es normal, etc.

Las personas más cercanas con quien se puede hablar sobre la sexualidad, son quienes de alguna manera renuncian a dicha posibilidad, dejando de esta forma la búsqueda de respuestas de los adolescentes en los medios de comunicación como revistas, videos, internet, pornografía, que los pueden inducir a respuestas distorsionadas y rápidas, que los someten frecuentemente a conductas de riesgo. El acceso indiscriminado a la pornografía y la mala recepción de la sexualidad adolescente viene a ser un factor de altísimo riesgo en la conducta sexual abusiva, que al combinarse con historias previas de violencia de los jóvenes, nos pone en la antesala de los delitos sexuales juveniles.

Esta antesala, está determinada primero por presentarse en la etapas iniciales del ciclo del adolescente, quien desdichadamente vive día a día, una invisibilidad de sus necesidades, y que cuando es tomado en cuenta, es para hacerlo el chivo expiatorio de todos los males de la sociedad. El ofensor sexual juvenil es aquel que vive inmerso en una sexualidad genital de satisfacción inmediata, negadora del mundo afectivo y recíproco, que vive en una familia nuclear tradicional en marcada en los roles típicos del machismo y de poca contención afectiva.

Agradecimientos

Quisiera dar mi sincero agradecimiento al licenciado Héctor Porras Villalobos y a la egresada Pamela Umaña Barrientos, de quienes sin su ayuda esta investigación no su hubiese llevado a acabo. Su disponibilidad, sus aportes en la construcción del instrumento y su apoyo estadístico, fueron determinantes en la elaboración y análisis del trabajo final.

Referencias

1. Abel G. The outcome of Assessment Treatmente at the sexual behavior clinic and its Relevance to the need for Treatment Programs for Adolescent Sex Offender In New York State. 1984.         [ Links ]

2. Antología: Proceso del interaprendizaje para el tratamiento de ofensores sexuales juveniles: Una estrategia para le prevención del abuso sexual. Corte Suprema de Justicia, Caja Costarricense del Seguro Social y Ministerio de Justicia. 1999.         [ Links ]

3. CEINA: Comité de estudio y tratamiento de la violencia infanto juvenil del Hospital Nacional de Niños. Estadísticas de los años 2001 y 2002.         [ Links ]

4. Claramunt MC. Casitas quebradas: El problema de la violencia doméstica en Costa Rica. San José. Editorial EUNED, 1997.         [ Links ]

5. Cunningham C. When children abuse. Vermont: Saber Society Press, 1996.         [ Links ]

6. Federación Española de Sociedades de Sexología. Acercamiento integrador a los ofensores sexuales. Internet fers@worldonline.es .2002.         [ Links ]

7. Finkelhor D. El abuso sexual infantil. San José. ILANUD, 1992:1-25         [ Links ]

8. Gil E. Tratamiento para el abuso infantil y programas de entrenamiento. San José: Ministerio de Justicia y Gracia. 1992.         [ Links ]

9. Green A. Children traumatized by physical abuse. American Psychiatric Press. 1985; 133-154.         [ Links ]

10. Isaac C, Lane S. Citados en Antología: Interaprendizaje para el tratamiento de ofensores sexuales juveniles. 1992.         [ Links ]

11. Johnson R. Reality monitoring. Psychological Review.1981;88:67-85.         [ Links ]

12. Kahn T J.Pathways. A guide workbook for youth beginning treatment. 1995.         [ Links ]

13. Longo R. Juvenile Sexual Offenses in the histories of adults rapists and child molesters. Int J Offender Ther. 1983;27: 150-155.         [ Links ]

14. Meza L. Terapia grupal de orientación de orientación cognitivo conductual para tratamiento de ofensores sexuales juveniles. Tesis maestría profesional de Trabajo Social. U.CR. 1998.         [ Links ]

15. Pratt H. Ofensores sexuales adolescentes: Asunto para pediatras. Int Pediatrics. 2001; 16:2.         [ Links ]

16. Rush F. The best keep secret.Sexual abuse of children. New York. McGraw-Hill, 1981.         [ Links ]

17. Ryan G, et al. Agresores sexuales juveniles: desarrollo y corrección. San José: Programa De Capacitación permanente. ILANUD .1987.         [ Links ]
 
 
* Psicólogo Clínico, Clínica de Adolescentes, Hospital Nacional de Niños, Dr. Carlos Saénz Herrera, Apdo 1195-2150, San José, Costa Rica.