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Medicina Legal de Costa Rica

On-line version ISSN 2215-5287Print version ISSN 1409-0015

Med. leg. Costa Rica vol.22 n.1 Heredia Mar. 2005

 

Psicopatía y violación:
un estudio con ofensores sexuales costarricenses

(Violation and Psychopath: a study with Costarican sexual offenders)

M.Sc. Carlos Saborío Valverde*

Abstract:The purpose of this study was to explore the relationship between psychopathy as measured by the Psychopathy Checklist Revised (PCL-R, Hare, 1991) and rapist subtype according to the Massachusetts Treatment Center Rapist Typology (MTC: R3, Knight & Prentky, 1990) in a sample of incarcerated rapists in Costa Rica. The main goals of the present study were to empirically explore the role of psychopathy in the configuration of different rape subtypes and to examine the applicability of specialized psychological forensic approaches to Costa Rican criminal populations. The proportion of rapists in this study who scored 30 or higher on the PCL-R (35%) fell somewhere in between rates reported in similar studies. The prevalence of psychopathy obtained in this sample of Costa Rican rapists selected from a medium and maximum security facility is very encouraging methodologically due to the similar distribution with other North American samples of equivalent rapists. Reliability analyses of the PCL-R were acceptable and consistent with previous findings. The interrater agreement (ICC's) and internal consistency (Cronbach's alpha) coefficients are within the range of values observed by other studies (Hare, 1991; Brown, 1994, Molto et. al, 2000). Results from the MTC: R3 produced remarkable differences between the psychopathic and nonpsychopathic rapists as hypothesized. Confirming previous findings (Barbaree et al., 1994; Brown, 1994; Brown & Forth, 1997; Prentky et al., 1997), psychopathic rapists were motivated more often by opportunity and pervasive anger than sexual factors. Additionally, it is important to underline that in general, the percentage distribution of collapsed MTC: R3 subtypes in the present study showed a quit similar pattern to that reported by Brown (1994). This probably means that when used with equivalent rapist populations, the MTC: R3 rapist typology will possibly produce analogous distributions. However, this is a preliminary estimation to a very complex methodological classification system that must be further investigated with Costa Rican criminal populations.

Key words: psychopathic rapists, sexual offenses, sexual deviations, sexual aggression, sadism, sexual reincidence, PCL-R, MTC: R3


Resumen: El propósito del presente estudio fue explorar la relación existente entre la psicopatía, como es medida por la Lista de Chequeo de la Psicopatía Revisada (PCL-R, Hare, 1991) y el tipo de violador, de acuerdo con la Tipología de Violadores del Centro de Tratamiento de Massachussets (MTC: R3, Knight y Prentky, 1990) en una muestra de violadores privados de libertad costarricenses. Los objetivos principales del presente estudio fueron explorar empíricamente el papel de la psicopatía en la configuración de diferentes subtipos de violadores, así como examinar la aplicabilidad de modelos especializados en el área de la psicología forense a poblaciones penales costarricenses. La proporción de violadores en este estudio que puntuaron 30 o más en el PCL-R (35%) se asemeja a lo reportado en otros estudios. La prevalencia de psicopatía obtenida en esta muestra de violadores costarricenses seleccionados de un centro penitenciario de mediana y máxima seguridad es muy alentadora a nivel metodológico, debido a la distribución similar en comparación con otras muestras de violadores norteamericanos equivalentes. Los análisis de confiabilidad del PCL-R produjeron resultados aceptables y consistentes con hallazgos anteriores. Los coeficientes de acuerdo inter-evaluadores (ICC´s) y de consistencia interna (alfa de Cronbach) se ubicaron dentro del rango de valores observados en otros estudios (Hare, 1991; Brown, 1994; Molto y otros, 2000). Los resultados obtenidos en el MTC: R3 evidenciaron diferencias significativas entre los violadores psicopáticos y los no psicopáticos tal y como se planteó en la hipótesis. Confirmando hallazgos anteriores (Barbaree y otros, 1994; Brown, 1994; Brown y Forth, 1997; Prentky y otros, 1997), los violadores psicopáticos estuvieron motivados más frecuentemente por la oportunidad y la ira generalizada que por factores de tipo sexual. Adicionalmente, es importante subrayar que, en general, la distribución porcentual de los subtipos del MTC: R3 agrupados mostró en el presente estudio un patrón bastante similar al reportado por Brown (1994). Esto probablemente significa que cuando la tipología de violadores MTC: R3 es utilizada con poblaciones de violadores equivalentes, probablemente se producirán distribuciones análogas. Sin embargo, esta es una estimación preliminar a un sistema de clasificación metodológicamente muy complejo que debe ser estudiado mucho más con poblaciones penales costarricenses.

Palabras Clave: Psicopatía, violadores, ofensores sexuales, desviación sexual, agresión sexual, sadismo, reincidencia sexual, PCL-R, MTC: R3

Recibido para publicación: 18-2-05

Aceptado para publicación: 22-2-05

Algunos resultados de investigaciones recientes sugieren que la psicopatía podría jugar un papel significativo en la configuración de distintos tipos de violadores, sin embargo, es necesaria más investigación empírica en este campo. El propósito del presente estudio fue explorar la relación entre la psicopatía (tal y como es medida por la Lista de Chequeo de la Psicopatía Revisada, PCL-R) y distintos tipo de violadores (de acuerdo con la tipología MTC: R3) en una muestra de violadores privados de libertad en Costa Rica. Desafortunadamente, la mayoría de los estudios empíricos conducidos con ofensores sexuales en este país se limitan a un simple cálculo de frecuencias de características descriptivas de los mismos y de sus ofensas, tales como edades, tipos de delitos e historia de violencia sexual y no sexual previa.

Los resultados del presente estudio pueden ser útiles en el diseño e implementación de enfoques de tratamiento especializados, así como en el desarrollo de estrategias de clasificación al interior del sistema penitenciario. Una comprensión más profunda de la relación entre la psicopatía y tipos específicos de violadores podría coadyuvar en el mejoramiento de procedimientos de evaluación del riesgo en poblaciones de ofensores sexuales, así como en el área de perfilado psicológico de violadores.

Probablemente la mayor contribución de la presente investigación es la introducción de metodologías especializadas en el campo de la psicología forense dentro del sistema de justicia criminal costarricense. Además, se espera que estudios de este tipo motiven a otros investigadores en esta área a realizar validaciones empíricas así como evaluaciones conceptuales de los instrumentos de evaluación que utilizan en su práctica forense cotidiana.

En la práctica psicológica forense actual, los ofensores sexuales son considerados un grupo heterogéneo en lo que respecta a sus necesidades de tratamiento, historia delictiva, niveles de riesgo y perfiles de personalidad (Barbaree, Seto, Serin, Amos y Preston, 1994; Porter, Fairweather, Drugge, Herve y Boer, 2000). Además, existe suficiente evidencia en términos de que la naturaleza multidimensional de la agresión sexual esta determinada por una multiplicidad de variables interactuantes (Knight, 1999; Malamuth, 1998). De esta forma, diversos estudios han determinado que la prevalencia de psicopatía (medida por el PCL-R) es mucho menor en abusadores sexuales de menores (10-15%) que en violadores u ofensores "mixtos" (40-50%). Además, las ofensas de ofensores sexuales psicópatas son más violentas o sádicas que las de otros ofensores sexuales (Barbaree y otros, 1994; Hare, 1999b; Porter y otros, 2000; Seto y Barbaree, 1999).

Asimismo, la prevalencia de psicopatía parece ser relativamente alta entre violadores convictos. En un estudio llevado a cabo por Forth y Kroner (1994), se reportó que en una prisión federal canadiense el 26.1% de 211 violadores, el 18.3% de 163 ofensores sexuales mixtos (incluyendo abusadores de niños) y el 5.4% de 82 ofensores incestuosos eran categorizados como psicópatas con el PCL-R. Dentro de este grupo de violadores se encontraban 60 quienes eran violadores en serie o que habían matado a su víctima; el 35% de éstos resultó ser psicópatas. De forma similar, Firestone, Bradford, Greenberg y Serran (2000) encontraron en un estudio realizado con 539 ofensores sexuales que los puntajes en el PCL-R del grupo de violadores fueron significativamente más altos que aquellos obtenidos por abusadores de menores y ofensores incestuosos.

De acuerdo con Hare (1999b) es muy probable que muchos ofensores sexuales, y la mayoría de los que son psicópatas, sean condenados por una ofensa no sexual más que por una sexual. Muchos de ellos no son ofensores sexuales especializados, más bien son generalmente ofensores versátiles. En este sentido, Brown (1994) examinó la relación entre niveles de psicopatía y algunos factores de riesgo y motivaciones usualmente asociadas con la ofensa sexual en un grupo de violadores canadienses encarcelados. Los resultados apoyaron fuertemente la hipótesis de que los ataques sexuales cometidos por los psicópatas estarían motivados, más a menudo, por elementos de oportunidad que de gratificación sexual. Lo que viene a confirmar lo planteado por Hare en relación con la versatilidad criminal característica de ofensores sexuales psicopáticos.

Por otra parte, los ofensores sexuales son generalmente resistentes al tratamiento, pero los que además son psicópatas son propensos a reincidir más pronto y más a menudo (Hare, 1999b). De acuerdo con un estudio de seguimiento con violadores y pedófilos que fueron tratados psicológicamente, realizado por Quinsey, Rice y Harris (1995), más de un 80% de los psicópatas y solamente cerca del 20% de los no psicópatas habían reincidido violentamente en un período de 6 años luego de su liberación. Muchas de las ofensas fueron sexuales en naturaleza.

En esta misma línea de investigación, Rice y Harris (1997), desarrollaron un estudio de seguimiento con una muestra de 288 ofensores sexuales, en el que reportaron que el PCL-R fue altamente predictivo de reincidencia violenta en general. Por otra parte, la reincidencia sexual se predijo fuertemente por una combinación de un puntaje alto en el PCL-R y por evidencia falométrica de excitación sexual desviada (preferencia por estímulos desviados en un test falométrico). Interesantemente, encontraron que la desviación sexual puede ser un predictor más importante para pedófilos que para violadores. Por otra parte, Harris y Hanson (1998, citado en Hare, 1999b) reportan que ofensores con un puntaje alto en el PCL-R y evidencia conductual de desviación sexual habían cometido más ofensas sexuales y no sexuales previamente y eran más propensos a reincidir violentamente que los otros ofensores.

De la misma forma, es interesante analizar los resultados de Seto y Barbaree (1999) en un estudio con 216 ofensores sexuales, en el que reportaron que los de más alto riesgo de reincidencia fueron aquellos con un alto puntaje en el PCL-R y con la habilidad de convencer al terapeuta de que habían hecho un gran progreso en la terapia. Este es uno entre muchos estudios que cuestiona la pertinencia de brindar modelos de tratamiento tradicionales a poblaciones delictivas tan particulares como lo son los ofensores sexuales con tendencias psicopáticas. En este sentido, Seto y Lalumiere (2000) señalan que debido a la ausencia de apoyo empírico para los programas de tratamiento de ofensores sexuales y debido al peligro potencial al proveer tratamiento a sujetos psicopáticos, es recomendable el incluir a ofensores sexuales psicopáticos en programas de tratamiento únicamente si se cuenta con estrategias de evaluación de la eficacia del mismo, así como con modelos apropiados para la evaluación de la psicopatía.

Algunos estudios de seguimiento han sugerido que la psicopatía es un factor predictivo de delincuencia en general, así como de violencia sexual y no sexual, en distintas muestras y contextos clínicos (Hanson & Bussière, 1996; Rice & Harris, 1997; Hemphill y otros, 1998). Asimismo, Hemphill (1998) realizó una revisión exhaustiva de la investigación empírica, examinando la asociación entre el PCL-R y la reincidencia en distintos contextos, concluyendo que éste hace una contribución significativa en la predicción de la reincidencia, más allá de la hecha por variables demográficas, la historia criminal y los diagnósticos de trastornos de la personalidad. La comprensión de esta asociación podría tener implicaciones prácticas relevantes con respecto a la evaluación, tratamiento y manejo de los ofensores violentos, incluyendo los ofensores sexuales violentos. De forma similar, Rice, Harris, & Quinsey (1990) condujeron un estudio de seguimiento con 54 violadores que habían sido egresado en libertad de un hospital de máxima seguridad, encontrando que los puntajes del PCL-R correlacionaban de forma importante con el número de ofensas sexuales y de delitos violentos cometidos luego de salir de este hospital. También encontraron que la combinación de una medida de excitación sexual desviada y el PCL-R predijeron un 77% de las ofensas luego de ser liberados en este grupo de ofensores sexuales (28% habían cometido una ofensa sexual y un 43% había cometido un delito violento). Más recientemente, este grupo de investigación ha propuesto que aquellos ofensores que presentan una desviación sexual y que son psicópatas, tienen una mayor probabilidad de reincidir (Quinsey, Harris, Rice, & Cormier, 1998). Otro estudio longitudinal realizado con 215 ofensores sexuales que habían sido liberados de la prisión en promedio 4.5 años al momento del estudio, encontró que el PCL-R era predictivo de reincidencia en general y violenta (Barbaree, Seto, Langton y Peacock, 2001). Finalmente, algunos estudios han propuesto que en el campo particular de los ofensores sexuales, la predicción de la reincidencia puede ser mejorada incluyendo factores de riesgo validados empíricamente, tales como las tendencias antisociales, la psicopatía y un estilo de vida impulsivo, entre otros (Hanson & Bussière, 1996; Quinsey, Rice, & Harris, 1995; Prentky, Lee, Knight, & Cerce, 1997).

Método

Participantes

La población de interés en el presente estudio consistió de hombres privados de libertad sentenciados por un delito de violación que estuvieran ubicados en el Centro de Atención Institucional La Reforma, el cual representa un centro penitenciario de mediana y máxima seguridad. La muestra probabilística de 60 casos fue seleccionada del total de casos ubicados en este centro en el año 2002. El tamaño de esta muestra fue decidido con la finalidad de poder realizar comparaciones de las distribuciones del PCL-R y el MTC: R3 con dos estudios norteamericanos anteriores (Barbaree y otros, 1994; Brown y Forth, 1997). Se revisaron los expedientes de 91 participantes potenciales para el estudio. Se realizaron entrevistas de consentimiento con una lista de 65 violadores sentenciados. El porcentaje de consentimiento fue de un 92%, permitiendo obtener el tamaño de muestra preestablecido.

El promedio de edad de los sujetos al momento del estudio fue de 35 años (DE = 8.36) con un rango entre 24 y 63 años de edad. El promedio del monto de la sentencia era de 16.8 años (DE = 7.9) con un rango entre 6 y 45 años. El 50% de los sujetos en la muestra habían cometido 2 o más delitos sexuales, mientras que para el 50% era la primera vez que los sentenciaban como ofensores sexuales. El setenta y tres por ciento de los violadores de esta muestra tenía historial de delitos violentos (habían sido sentenciados al menos una vez por un delito violento antes de la sentencia por un delito sexual).

El término violador en este estudio se refiere a un adulto masculino cuyos delitos sexuales fueron cometidos contra mujeres adultas (15 años o más). La violación se entiende como la penetración anal, vaginal u oral consentida o no, obtenida a la fuerza o a través de la amenaza de una daño físico o cuando la víctima era incapaz de consentir el acto sexual. De hecho, todos los sujetos incluidos en la muestra estaban sentenciados al momento del estudio por un delito de violación, de acuerdo con lo establecido por el Código Penal costarricense. Finalmente, todos los participantes participaron de forma voluntaria en el estudio y no recibieron ningún beneficio financiero o material por su participación.

Instrumentos

PCL-R (Lista de Chequeo de la Psicopatía Revisada)

El PCL-R es una escala de puntuación de 20 ítems del constructo clínico de la psicopatía, que se completa sobre la base de una entrevista semi-estructurada e información colateral de expedientes del sujeto (Hare, 1999a). El manual proporciona criterios explícitos para puntuar cada ítem en una escala de 3 puntos (0, 1 y 2) de acuerdo a qué tanto se aplica a un sujeto determinado. El puntaje total puede fluctuar entre 0 y 40 puntos. Las evaluaciones realizadas con el PCL-R son altamente confiables y válidas cuando son realizadas por investigadores entrenados o clínicos calificados y proporciona un estimado de hasta qué punto un individuo evaluado se asemeja al psicópata prototípico (Hare, 1991). Aunque el PCL-R proporciona un puntaje dimensional, algunos investigadores han propuesto que el constructo que evalúa puede ser una categoría clínica distintiva (Harris, Rice, & Quinsey, 1994). De esta forma, un puntaje de corte de 30 puntos puede ser utilizado para diagnosticar la psicopatía (Hare, 1991; Hare, Hart, & Harpur, 1991). En el presente estudio se utilizan tanto el enfoque dimensional como el taxonómico para analizar la relación entre la psicopatía y la violación.

El PCL-R fue desarrollado con siete muestras de hombres privados de libertad (N = 1192) y cuatro muestras de hombres recluidos en hospitales psiquiátricos forenses (N = 440). Los puntajes totales promedio del PCL-R fueron relativamente consistentes en todas las muestras de prisioneros (M = 23.6, DE = 7.9) y de pacientes forenses (M = 20.6, DE = 7.8) (Hare, 1991).

Los índices de consistencia interna y de confiabilidad inter-evaluadores del PCL-R son generalmente altos y los estudios de validez han mostrado un apoyo substancial (Hare, 1999a). De acuerdo con Cooke (1998), el PCL-R es el instrumento más apropiado para utilizar en la medición de la psicopatía, especialmente debido a la impresionante validez convergente y concurrente que ha demostrado. Bodholdt y otros (2000) han presentado fuerte evidencia de investigaciones que indican que el PCL-R es confiable y válido en múltiples contextos de evaluación, representando avances significativos en la evaluación de la psicopatía.

MTC: R3 (Massachussets Treatment Center Typology for Rapists, versión 3)

El MTC: R3 es una metodología diseñada para clasificar violadores de acuerdo con sus perfiles en dominios de comportamiento determinados. Se identifican cuatro motivaciones primarias para la violación a través de análisis tipológicos y similitud en los perfiles: oportunidad, enojo generalizado, gratificación sexual y venganza. Estas motivaciones parecen estar relacionadas con patrones estables de comportamiento que distinguen grupos específicos de violadores (Knight, Warren, Reboussin y Soley, 1998). Los dominios conductuales evaluados en este modelo son: Agresividad Expresiva (5 ítems), Comportamiento Antisocial Juvenil (6 ítems), Comportamiento Antisocial Adulto (8 ítems), Competencia Social (2 ítems), Sexualización (Primaria 3 ítems y Secundaria 2 ítems), Enojo Generalizado (5 ítems), Sadismo (10 ítems) y Planeamiento de la Ofensa (Escala de 5 puntos) (Knight y Prentky, 1990b).

Este sistema comprende nueve subtipos derivados de análisis de conglomerados, en los que subtipos similares se encuentran más próximos dentro del esquema de clasificación (Knight, 1999). Se deben realizar decisiones dicotómicas tales como alto-bajo o presente-ausente en cada dominio conductual. Se calcula un puntaje total para cada escala y luego se toman decisiones siguiendo un modelo de árboles de decisión que permite determinar cada uno de los subtipos primarios (Knight & Prentky, 1990b).

Procedimientos

Los datos de esta investigación se obtuvieron de dos distintas fuentes: expedientes institucionales y entrevistas semi-estructuradas realizadas a los 60 violadores que constituyeron la muestra. Con la finalidad de proteger la privacidad de los sujetos, así como para minimizar la posible coerción de participar en el estudio, los sujetos fueron directamente informados sobre la voluntariedad de su participación por el investigador principal del estudio. Cada participante firmó un formulario de consentimiento informado y las autoridades penitenciarias no tuvieron acceso a ninguno de los datos recolectados, garantizando de esta forma la confidencialidad de la información. Los análisis de los datos se llevaron a cabo de forma agregada y los nombres de los participantes no fueron utilizados en ningún reporte realizado como producto del estudio.

La entrevista semi-estructurada es una guía que explora información histórica acerca de varias áreas del desarrollo de la vida del evaluado la cual proporciona información acerca del estilo interpersonal del mismo. La entrevista cubre aspectos como el ajuste escolar, historia laboral, metas al futuro, asuntos financieros, vida familiar, aspectos de salud, sexualidad y de relaciones interpersonales, así como uso de sustancias y comportamientos antisociales durante la niñez, la adolescencia y la adultez. El proceso de entrevista duró de 90 a 120 minutos con cada sujeto. Los expedientes fueron revisados antes de que se realizara la entrevista con los privados de libertad. Esta revisión fue realizada tanto en el centro penitenciario como en el archivo que lleva el Instituto Nacional de Criminología en San José. La revisión de documentos incluyó en la mayoría de los casos los informes policiales, declaraciones de las víctimas, testimonio de sentencia, así como los estudios técnicos realizados al interior del sistema penitenciario. Se utilizaron instrumentos de codificación uniformes para la recolección sistemática de los datos del expediente penitenciario.

Debido a que tanto el PCL-R como el MTC: R3 es la primera vez que se utilizan en una investigación con población costarricense, se realizaron análisis de confiabilidad inter-evaluadores y de consistencia interna con la finalidad de explorar si es posible su uso confiable en nuestro contexto. Para este fin se seleccionó una sub-muestra aleatoria de 20 sujetos con la finalidad de que se realizaran dos puntuaciones por aparte, lo que implicó un segundo evaluador presente durante estas 20 entrevistas. Cada investigador codificó ambos instrumentos y ambos tuvieron acceso al total de la información recopilada para cada uno de los miembros de esta sub-muestra.

Resultados

Puntajes del PCL-R

Los puntajes del PCL-R fluctuaron entre 9 y 38, con una media de 23.9 y una desviación estándar de 8.7. El Factor 1 obtuvo puntajes entre 4 y 16 (M = 11.3, DE = 3.9) y el Factor 2 fluctuó entre 1 y 17 (M = 9.4, SD = 4.9). El treinta y cinco por ciento (n = 21) de la muestra recibió un puntaje total en el PCL-R de 30 o más alto, mientras que el 65% (n = 39) de los sujetos obtuvieron un puntaje de 29 o más bajo en este instrumento.

Se condujo un análisis de componentes con rotación oblicua para explorar si la estructura factorial del PCL-R era similar en este estudio a la reportada por Hare (1991). Los resultados revelaron que la correlación entre ambos factores fue de .34 y que la matriz de patrones comparte algunas de las características de las reportadas en el manual del PCL-R (Hare, 1991). El componente principal sin rotar dio cuenta por el 47.2 % de la varianza en los puntajes del PCL-R. Se detectaron diferencias solamente en 4 ítems. Tal y como se puede observar en la tabla 1., los ítems 11 y 17 obtuvieron cargas mayores que .40 en el Factor 1, mientras que el ítem 20 alcanzó un valor de .65 en el Factor 2. En la estructura factorial propuesta por Hare, estos ítems no cargan en ninguno de los dos factores. Además, el ítem 3 cargó mayor de .4 en ambos factores. Sin embargo, los restantes 16 ítems cargaron de forma similar a la solución propuesta por Hare. De esta forma, los subsecuentes análisis del puntaje total y de ambos factores, se realizaron siguiendo la solución factorial propuesta por Hare en el manual del PCL-R. En estos datos el Factor 1 y el Factor 2 correlacionaron en 0.53, muy similar a lo encontrado por Hare.



Confiabilidad del puntaje Total y del Factor 1 y del Factor 2 del PCL-R

Se realizaron análisis de confiabilidad inter-evaluadores y de consistencia interna con la finalidad de evaluar la confiabilidad del PCL-R en esta población de ofensores sexuales costarricenses. En la sub-muestra de 20 violadores, los coeficientes de correlación intraclase simples y promedio (ICC´s) revelaron alta confiabilidad para los puntajes Total (single ICC = .87, averaged ICC = .93), así como para el Factor 1 (single ICC = .86, averaged ICC = .92) y el Factor 2 (single ICC = .92, averaged ICC = .95). Se exploró la confiabilidad entre evaluadores también con un análisis de correlación. La tabla 2 muestra los puntajes r de Pearson para los 20 ítems del PCL-R, los dos factores y el puntaje total.





Asimismo, los puntajes del Alfa de Cronbach basados en la totalidad de la muestra (N = 60) alcanzaron niveles bastante satisfactorios para el Puntaje Total (.89), así como para el Factor 1 y 2 (.85 y .84 respectivamente). Estos puntajes son muy similares a los reportados por Hare (1991).

Número de delitos violentos, no violentos y sexuales

Se realizó una prueba t para determinar si existían o no diferencias significativas entre los violadores psicopáticos y no psicopáticos en términos del número de delitos violentos, no violentos y sexuales que habían cometido en el pasado siendo adultos. Los resultados revelaron que los violadores psicópatas habían cometido de forma significativa muchos más delitos violentos t (60) = 4.3, p< .01 que los no psicópatas, así como muchos más delitos sexuales t (60) = 2.1, p< .04. Sin embargo, no se hallaron diferencias significativas entre los psicópatas y los no psicópatas en relación con el número de delitos no violentos en su historial delictivo t (60) = 1.8, p< .08.

Resultados del MTC: R3

La distribución de frecuencias de los subtipos del MTC: R3 para el total de la muestra de violadores psicopáticos y no psicopáticos se proporciona en la Tabla 3. Los subtipos más frecuentes detectados en la muestra fueron el violador de ira generalizada (18.3%) y el violador oportunista (BCS) con un 16.7% del total. Sin embargo, el oportunista (ACS) y el sexual no sádico (ACS) obtuvieron porcentajes similares en la distribución (15% cada uno) y el tipo de violador vengativo representó el 13.3% del total de la muestra. De forma interesante, ningún violador psicopático fue clasificado dentro de los tipos sexual no sádico o vengativo, mientras que más del 50% de los violadores psicopáticos fueron asignados en estas categorías. Además, un hecho relevante es que el 42.9% de los violadores psicopáticos fue categorizado como del subtipo de ira generalizada. Finalmente, resalta el hecho de que más del 85% de los violadores psicopáticos fueron clasificados en solamente tres categorías (oportunistas de alta y baja competencia, 42.8%, y de ira generalizada, 42.9%) tal y como se puede observar en la tabla 3.




Los nueve subtipos del MTC: R3 se agruparon en cuatro subtipos para efectos estadísticos y de comparación con estudios anteriores. El subtipo Oportunista consiste los subtipos de alta y baja competencia social, mientras que el subtipo Sexual incluye los subtipos sexual no sádico de alta y baja competencia social y los subtipos sexuales sádicos abiertos y solapados. El subtipo Vengativo esta compuesto por los subtipos del mismo nombre de alta y baja competencia social, mientras que el subtipo Ira Generalizada permaneció igual. La tabla 4 ilustra en detalle estos cuatro subtipos agrupados. Asimismo, se calculó el porcentaje de coincidencia para la sub-muestra de 20 casos para estos cuatro subtipos agrupados del MTC: R3, obteniéndose un 90% de coincidencia muy satisfactorio y un coeficiente Kappa aceptable de .85.

Se hallaron diferencias significativas entre los violadores psicopáticos y los no psicopáticos a través de un análisis de Chi cuadrado en términos de los cuatro subtipos agrupados, c2 = (3, N = 60) 20.7, p < .001. En la tabla 4 se incluye una descripción completa de la distribución porcentual de los cuatro subtipos agrupados, comparando los violadores psicopáticos y los no psicopáticos. Un hallazgo significativo fue que los violadores psicopáticos tuvieron una probabilidad más de ocho veces mayor que los no psicopáticos de ser clasificados como violadores de Ira Generalizada. Es interesante notar también que tres veces más violadores no psicópatas que los psicópatas fueron identificados como violadores motivados sexualmente, mientras que ninguno de los psicópatas fue clasificado como un violador de tipo vengativo.



La tabla 5 muestra los promedios y desviaciones estándar para el puntaje total y los puntajes de los factores del PCL-R para los cuatro subtipos agrupados del MTC: R3. Se realizaron análisis de varianza de una vía (One Way ANOVA) para determinar si existen diferencias significativas entre los promedios para los puntajes del PCL-R entre los cuatro subtipos agrupados de violadores del MTC: R3. El primer ANOVA realizado con el puntaje total del PCL-R reveló que los puntajes promedio difieren de forma significativa entre los cuatro subtipos de violadores, F = (3, 59) 7.1, p< .001. Una comparación post hoc a través del procedimiento de corrección Tukey HSD entre los subtipos de ira generalizada y sexual mostró que el puntaje total promedio del PCL-R del subtipo de ira generalizada (M = 32.0, SD = 2.9) fue significativamente más alto que el mismo promedio para el subtipo sexual (M = 20.2, SD = 8.2), p < .001. Comparaciones adicionales post hoc revelaron que el promedio del puntaje total del PCL-R para el subtipo de ira generalizada (M = 32.0, SD = 2.9) fue significativamente más alto que para el subtipo de violadores vengativos (M = 19.6, SD = 7.0), p < .002.



El segundo ANOVA realizado mostró que el promedio para los puntajes del Factor 1 fue también significativamente diferente entre los cuatro subtipos de violadores agrupados del MTC: R3, F = (3, 59) 3.0, p < .03. Múltiples comparaciones post hoc (Tukey HSD) de la misma forma revelaron que los puntajes promedio del Factor 1 del PCL-R fueron significativamente mayores para el subtipo de ira generalizada (M = 32.0, SD = 2.9) que para los subtipos sexuales (M = 20.2, SD = 8.2), p < .04. Finalmente, el tercer ANOVA demostró diferencias significativas entre los cuatro subtipos agrupados del MTC: R3 en términos de los puntajes promedio del Factor 2 del PCL-R, F = (3, 59) 7.8, p < .001. Además, comparaciones múltiples post hoc (Tukey HSD) mostraron que el puntaje promedio para el Factor 2 del PCL-R del subtipo oportunista (M = 25.3, SD = 8.8) fue significativamente más alto que para los subtipos sexuales (M = 20.2, SD = 8.2), p < .02. Asimismo, también se detectaron diferencias significativas entre el subtipo de ira generalizada (M = 32.0, SD = 2.9) y los subtipos sexuales (M = 20.2, SD = 8.2), p < .001, y el subtipo vengativo (M = 19.6, SD = 7.0), p < .003 en el Factor 2 del PCL-R.

Debido a que los cuatro subtipos de violadores agrupados podrían diferir con respecto al patrón global de puntajes en los factores de forma tal que podría ser obviado analizando cada uno de los factores del PCL-R a la vez, se realizó una análisis multivariado de varianza (MANOVA) con los tres factores del PCL-R tomados en cuenta al mismo tiempo. El criterio lambda de Wilks mostró que los puntajes combinados del PCL-R (total, factor 1 y factor 2) fueron afectados de forma significativa por el subtipo de violador, F (9, 59) = 2.75, p < .005, η2 = .65. Asimismo, se realizó una prueba BOX de igualdad en las matrices de covarianza antes de probar la hipótesis nula de que las matrices de covarianza observadas de los puntajes del PCL-R eran iguales en todos los cuatro subtipos de violadores agrupados del MTC: R3. Los resultados obtenidos descartan la posibilidad de que los subtipos agrupados del MTC: R3 no compartan el mismo patrón de correlaciones entre los puntajes o las varianzas de los puntajes, F (18, 59) = 1.18, p < .26, Box's M = 24.

Considerando que el tamaño de la muestra del presente estudio era pequeño, así como el tamaño diferente de cada uno de los subtipos agrupados de violadores del MTC: R3, es importante incorporar el concepto de potencia estadística. En términos de Weinfurt (1998), la potencia es la probabilidad de detectar efectos significativos cuando realmente ocurren en la naturaleza. La potencia es una función del tamaño de la muestra, el tamaño del efecto, así como del nivel nominal del alfa establecido por el investigador. La potencia es expresada como un número que fluctúa entre 0 y 1, con 0 indicando la ausencia de potencia y 1 indicando potencia perfecta. El programa multivariado GLM del SPSS proporcionó cuatro diferentes tests indicando la potencia observada en los distintos puntajes promedio del PCL-R en los cuatro subtipos de violadores del MTC: R3: Pillai's Trace F(9,59) = 2.537, p < .009, power = .929, Wilks' Lambda F(9,59) = 2.759, p < .005, power = .876, Hotelling's Trace F(9,59) = 2.924, p < .003, power = .962, and Roy's Largest Root F(3,59) = 8.356, p < .001, power = .990. Los cuales indican excelente potencia en los análisis realizados en el presente estudio.

Discusión

El presente estudio es el primer reporte de la utilización de la Lista de Chequeo de la Psicopatía en su versión revisada (PCL-R), así como de la tipología del MTC: R3 con una muestra de violadores en Costa Rica. En el pasado, no se han realizado investigaciones empíricas en el área de la psicología forense que les permita a los profesionales describir y comprender las dinámicas psicológicas que le subyacen a la ofensa sexual. Asimismo, el constructo de la psicopatía ha sido abordado de forma superficial y sin una metodología sistemática para su evaluación. Los principales objetivos de esta investigación eran explorar de forma empírica el papel que juega el trastorno de personalidad psicopática en la configuración de distintos subtipos de violadores, así como examinar la aplicabilidad de enfoques psicológicos forenses especializados con poblaciones criminales costarricenses.

La proporción de violadores en el presente estudio que puntuaron 30 o más alto en el PCL-R (35%) se ubica en el medio de lo reportado en estudios similares. Por ejemplo, Seto y Barbaree (1999) reportaron que únicamente el 9% de los violadores en su estudio fueron clasificados como psicópatas, mientras que Serin, Malcom, Khanna y Barbaree (1994) habían descrito previamente una prevalencia del 12.2% de psicopatía en su muestra de violadores. Por otra parte, Prentky, Knight, Lee y Cerce (1995) reportaron que en una muestra de 106 violadores encarcelados cerca del 45% cumplía con el criterio de psicopatía de acuerdo con el PCL-R. Asimismo, hay otros dos estudios cuyos resultados mostraron una prevalencia de psicopatía similar a la obtenida en el presente estudio. Forth & Kroner (1994) encontraron que en una muestra de 60 violadores en serie y de violadores que habían asesinado a su víctima, un 35% de ellos fueron clasificados como psicópatas. Por su parte, Brown (1994) reporta una prevalencia de psicopatía del 35% en una muestra de 60 violadores de prisiones de mediana y máxima seguridad.

La prevalencia de psicopatía obtenida en esta muestra de violadores en Costa Rica seleccionados de una prisión de mediana y máxima seguridad es bastante estimulante metodológicamente debido a la similar distribución encontrada con otras muestras de violadores similares norteamericanos. Los estudios de Brown (1994) y Forth y Kroner (1994) utilizaron muestras compuestas de violadores características de mayor peligrosidad que las de los otros estudios reportados. Los ofensores seleccionados en el presente estudio incluían varios violadores en serie, así como algunos violadores que habían asesinado a su víctima. De esta forma, el PCL-R parece estar captando el constructo de la psicopatía en esta población específica de violadores de la misma forma que lo ha hecho con otros grupos comparables de violadores.

Por otra parte, los resultados obtenidos en este estudio son consistentes con la idea de que el PCL-R es un instrumento de medición del constructo de la psicopatía confiable en poblaciones masculinas encarceladas. Los análisis de confiabilidad del PCL-R fueron satisfactorios y consistentes con hallazgos de investigación previos en Norteamérica. Los coeficientes de acuerdo entre evaluadores (ICC´s) y de consistencia interna (Alfa de Cronbach) se encuentran entre el rango de valores observados en otros estudios (Hare, 1991; Brown, 1994; Molto, Poy y Torrubia, 2000). Asimismo, el análisis exploratorio de componentes principales con rotación oblicua fue consistente en general con la conceptualización de dos factores de la psicopatía propuesta por Hare (1991).

Con respecto a la distribución de los puntajes del PCL-R en esta muestra, su similitud con muestras de prisioneros en otros estudios es de resaltar. El puntaje total promedio del PCL-R en esta muestra (M= 23.9, DE= 8.7) fue muy similar al reportado por Hare (1991) para poblaciones de prisioneros en general (M= 23.6, DE= 7.9), así como a la reportada por Molto y otros (2000) en su estandarización con una población española de prisioneros (M=22.42, DE=7.54). Todavía más impresionante es la similitud del puntaje promedio total del PCL-R encontrado en estudio con varias muestras de violadores:

Brown (1994) con una muestra de 60 violadores privados de libertad en una prisión canadiense de máxima seguridad y dos de mediana seguridad (M=24.9, DE=6.7); Porter y otros (2000) con una muestra de 103 violadores encarcelados en una prisión de mediana seguridad canadiense (M=25.92, DE=5.87); Firestone y otros (1998) con una muestra de 78 hombres sentenciados por violación evaluados en una clínica de comportamiento sexual de un hospital psiquiátrico canadiense (violadores reincidentes M=26.7, DE=7.2; violadores no reincidentes M=23.3, DE=9.1); Firestone y otros (2000) con una muestra de 76 violadores evaluados en una clínica de comportamiento sexual de un hospital psiquiátrico canadiense (M=25.17, DE=8.24). Interesantemente, otros tres estudios canadienses han reportado puntajes promedio del PCL-R algo más bajos en muestras de violadores: Serin y otros (1994) en una muestra de 33 violadores sentenciados en el sistema federal evaluados para determinar requerimientos terapéuticos (M=17.1, DE=8.6); Barbaree y otros (1994) con una muestra de 60 violadores que habían participado en tratamiento (M=17.81, DE= 5.8); y Rice y Harris (1997) con una muestra de 88 hombres institucionalizados en un hospital psiquiátrico de máxima seguridad (M=18.8, DE=9.0).

Debido a la naturaleza "transcultural" del presente estudio, y teniendo en cuenta lo propuesto por Cooke (1998) en el sentido de la variación en la prevalencia y presentación de la psicopatía en distintas culturas, es importante reconocer la efectividad mostrada por el PCL-R en la evaluación de rasgos psicopáticos en esta muestra, especialmente si se considera que al compararla con muestras de violadores con características similares (de mediana y máxima seguridad) el puntaje total promedio del PCL-R fue sorprendentemente parecido. Sin embargo, algunas diferencias importantes emergieron en lo que respecta a los puntajes en los factores 1 y 2 en esta muestra. El puntaje promedio del factor 1 (M=11.3, DE=3.9) fue algo mayor que en otros estudios con muestras similares de violadores M=8.6, DE=4.0 (Brown, 1994), M=10.06, DE=3.36 (Porter y otros, 2000), M=10.4, DE=3.3 (Firestone y otros, 1998), M=10.7, DE=3.64 (Firestone y otros, 2000). Por otra parte, se evidenciaron diferencias más fuertes en los puntajes promedio del factor 2 (M=9.4, DE= 4.9) cuando se comparan con el mismo grupo de estudios M=12.1, DE=2.9 (Brown, 1994), M=12.04, DE=3.27 (Porter y otros, 2000), M=12.5, DE=4.3 (Firestone y otros, 1998), M=11.53, DE=4.6 (Firestone y otros, 2000).

Estas diferencias deben interpretarse a dos niveles. Primero, la tendencia encontrada a obtener puntajes promedio más altos en el factor 1 puede ser el resultado de expresiones culturales diferentes de rasgos de personalidad asociados con los aspectos interpersonales y afectivos de la psicopatía, sin embargo esta idea debe ser investigada más a fondo en futuros estudios. Segundo, los puntajes promedio del factor 2 no son únicamente significativamente menores en este estudio que en los otros reportados, sino que son también menores que los puntajes promedio del factor 1. Esto significa que en el presente estudio, los violadores exhibieron más rasgos interpersonales y afectivos de psicopatía que variables asociadas con un estilo de vida desviado socialmente o antisocial. Este tipo de relación entre los factores 1 y 2 del PCL-R no se ha encontrado en otros estudios publicados con violadores. Sin embargo, Porter y otros (2000) han reportado que los ofensores sexuales tomados como grupo (ofensores sexuales de menores de edad, violadores, mixtos) tienden a obtener puntajes en el factor 1 más altos que en el factor 2, en contraste con ofensores no sexuales, quienes muestran el patrón opuesto. A pesar de esta relación entre los factores 1 y 2 del PCL-R propuesta en general para los ofensores sexuales por estos investigadores, cuando se consideran como grupo por aparte, los violadores usualmente muestran puntajes mayores en el factor 2 que en el factor 1 del PCL-R.

De nuevo, diferencias culturales en la presentación de rasgos de personalidad podrían estar interfiriendo con esta relación particular entre los puntajes promedio de los factores 1 y 2 del PCL-R en esta muestra de violadores en Costa Rica. Esto debe ser explorado mucho más a fondo en estudios futuros en esta área. Además, debido a la reconocida heterogeneidad de los violadores, no es extraño encontrar resultados diferentes en medidas de psicopatía en distintos grupos de ofensores. En este punto, se vuelve relevante explorar y analizar diferentes rasgos psicológicos y elementos motivacionales presentes entre los violadores evaluados en este estudio que podrían contribuir con esta relación tan particular entre los puntajes promedio de los factores 1 y 2 del PCL-R. Es así como a continuación se discuten los factores motivacionales implicados en la conducta delictiva de esta muestra de violadores a través del modelo de clasificación del MTC: R3.

Esta es la primera vez que en nuestro país se realiza un estudio sistemático para examinar las motivaciones de violadores sentenciados para cometer delitos sexuales violentos contra mujeres, utilizando el marco de referencia de una tipología establecida de ofensores sexuales. Los resultados del MTC: R3 produjeron diferencias relevantes entre los violadores psicopáticos y los no psicopáticos tal y como se había propuesto en la hipótesis inicial de este estudio. Confirmando hallazgos anteriores (Barbaree y otros, 1994; Brown, 1994; Brown & Forth, 1997; Prentky y otros, 1997), los violadores psicopáticos fueron motivados más a menudo por la oportunidad que por factores sexuales. Casi seis veces más, los violadores no psicópatas (17) fueron identificados como motivados sexualmente que los psicópatas (3). En este sentido, es interesante resaltar que cerca del 85% de los violadores psicopáticos fueron categorizados como de los subtipos oportunistas y de ira generalizada, lo que implica que una motivación primaria sexual estuvo ausente en una proporción significativa de violadores psicopáticos. Anteriormente, Darcangelo (1996) ha reportado resultados equivalentes en un estudio con 151 violadores, donde los subtipos del MTC: R3 sádicos y de ira generalizada puntuaron más alto en el PCL-R, mientras que los del subtipo sexual puntuaron en el rango más bajo.

Un resultado muy interesante emerge en este estudio en términos del porcentaje de violadores de ira generalizada detectado en esta muestra (18.3%). Este hallazgo es consistente con el estudio de Brown (1994) quien reporta una proporción idéntica de violadores de este tipo en su muestra. Sin embargo, el puntaje total promedio del PCL-R para este subtipo de violadores fue considerablemente más alto en el presente estudio (M = 32.0) en comparación con el obtenido por Brown (M = 25.6). Además, en este estudio se obtuvieron puntajes promedio similares en el factor 2 del PCL-R (M = 13.6) que en el estudio de Brown (M = 13.3) para los violadores del subtipo de ira generalizada. Estos datos indican claramente que en ambas muestras el componente de estilo de vida antisocial del trastorno de la personalidad psicopática es particularmente evidente en este tipo de violadores. Es importante enfatizar en que estos puntajes promedio del factor 2 son substantivamente más altos que los que han sido reportados en otros estudios similares con violadores (Barbaree y otros, 1994; Firestone y otros, 1998; Firestone y otros, 2000; Porter y otros, 2000) y más altos que poblaciones criminales generales (Hare, 1991).

Por otra parte, es importante resaltar que en general, la distribución porcentual de los subtipos agrupados del MTC: R3 en el presente estudio mostraron un patrón bastante similar al reportado por Brown (1994). Esto probablemente significa que cuando se utiliza con poblaciones de violadores equivalentes, la tipología de violadores del MTC: R3 probablemente producirá distribuciones análogas. Sin embargo, esta es una estimación preliminar de un sistema de clasificación muy complejo metodológicamente que debe ser más investigado con poblaciones criminales costarricenses. Finalmente, un hallazgo fundamental en el presente estudio lo representa el que ningún individuo identificado como del tipo vengativo o del tipo sexual no sádico fue al mismo tiempo clasificado como psicópata. Esto podría ayudar a corroborar la hipótesis de que múltiples motivaciones subyacen la agresión sexual y que las características psicopáticas pueden estar presentes solamente en algunos tipos específicos de violadores. Obviamente, es necesaria más investigación empírica con el fin de explorar la utilidad del modelo de clasificación MTC: R3 con ofensores sexuales costarricenses.

Un análisis detallado de los datos obtenidos en el presente estudio revela que el subgrupo de violadores psicopáticos muestra una tendencia significativa a presentar comportamientos sexuales desviados (60% de todos los psicópatas en la muestra fueron detectados de haber presentado algún tipo de parafilia o de conducta sexual desviada de acuerdo con los criterios del MTC: R3). Este subgrupo podría ser clasificado como de "psicópatas sexuales" o como un grupo de "ofensores sexuales peligrosos" (Firestone y otros, 2000). De acuerdo con Porter, Campbell, Woodworth, & Birt (2001) la violencia sexual cometida por individuos psicopáticos esta asociada con patrones únicos de conducta sexual, motivación y niveles de severidad. En la opinión de estos autores, los psicópatas sexuales son criminales cuyo comportamiento sexual desviado esta dirigido a perfiles de víctimas diversos y quienes están motivados fundamentalmente por la búsqueda de sensaciones. Consecuentemente, no solamente su conducta antisocial y estilo de vida impulsivo (Prentky & Knight, 1991) sino también sus tendencias sexuales desviadas, serían un factor discriminativo para el grupo psicopático detectado en el presente estudio. Este hallazgo puede explicarse si se parte de la naturaleza compleja de la conducta sexual delictiva, la cual depende de la convergencia de una gran variedad de factores de riesgo de tipo psicológico y ambiental. Sin embargo, la importancia reside en las implicaciones importantes que tiene este hallazgo en términos de la evaluación y tratamiento de los violadores al interior del sistema de justicia. Investigaciones previas (Firestone y otros, 2000) han indicado que la detección de una relación significativa entre la psicopatía y los niveles de excitación sexual desviados requerirá consideraciones especiales de aquellos involucrados en el tratamiento y manejo de este tipo de ofensores.

Por otra parte, en el presente estudio la psicopatía estuvo significativamente asociada con el número de delitos sexuales anteriores, así como con delitos violentos anteriores. Estudios anteriores han sugerido que los violadores psicopáticos tienden a ser sentenciados por múltiples delitos sexuales a una tasa similar o hasta menor que los violadores no psicopáticos (Brown, 1994). Aunque es complicado especular las razones por las que estos resultados ocurrieron, se podría argumentar que la muestra específica de violadores en el presente estudio representa un grupo altamente repetitivo y antisocial de ofensores sexuales (50% habían cometido un delito sexual anteriormente y el 73% habían sido sentenciados por una ofensa violenta no sexual). Los violadores psicopáticos en este estudio, tal y como lo muestran los resultados del MTC: R3, no están motivados principalmente por una urgencia sexual compulsiva e incontrolable. Por el contrario, la oportunidad, el sadismo sexual y la ira generalizada parecen ser los motivos primarios que subyacen a los ataques sexuales en este grupo de violadores psicopáticos. Prevalece el uso de agresión instrumental durante la comisión de sus delitos sexuales. En resumen, el grupo de violadores psicopáticos en este estudio parece coincidir con lo que Hare (1999) ha identificado como una "combinación mortal", aquellos casos en los que la violencia y la excitación sexual están interconectadas, ayudando esto a explicar la alta tasa de delitos sexuales y violentos cometido por este grupo particular. Tal y como Hare (1993) ha previamente sugerido, la violación proporciona un buen ejemplo del uso de violencia insensible, egoísta e instrumental que hacen los psicópatas. La actividad delictiva del subgrupo de violadores psicopáticos en el presente estudio es consistente con la investigación reportada por Hart & Dempster (1997), donde los psicópatas estuvieron más propensos a involucrarse en violencia en el pasado y su tasa de reincidencia violenta y sexual fue significativamente mayor que la de los ofensores no psicopáticos. Los resultados de este estudio se asemejan a los datos ofrecidos por Quinsey y otros (1998), en el que proponen que los delincuentes que son tanto desviados sexualmente como psicópatas son los más propensos a reincidir en el delito. Debido al profundo déficit afectivo y carencia de empatía que caracteriza a los psicópatas, el patrón de violencia sexual delictiva detectado en el grupo de violadores psicopáticos en el presente estudio podría ser comprendido como la manifestación de un trastorno de personalidad profundo y severo. Definitivamente, la psicopatía debe ser reconocida como un factor mediador de la manifestación de la violencia sexual.

Existen varias limitaciones en el presente estudio que deben ser tomadas en cuenta cuando se consideran los resultados. Primero, la representatividad de la muestra no puede garantizarse debido a que no existe una descripción sistemática de características demográficas o criminológicas de la población nacional costarricense de violadores. Consecuentemente, la validez externa esta seriamente limitada. Además, los resultados deben ser interpretados de forma cautelosa dado que la muestra de violadores consistió de un grupo particularmente violento y repetitivo de ofensores sexuales, el cual incluyó varios homicidas sexuales. Segundo, el tamaño de la muestra fue relativamente pequeño, lo cual afecta particularmente los distintos análisis en términos del número de sujeto al interior de cada grupo de comparación. Sin embargo, las tendencias que emergieron justifican el desarrollo de futuros estudios con muestras más grandes y un diseño mayormente controlado. Una tercera limitación del presente estudio la representa la escasa cantidad de información psicológica que se mantiene en los expedientes criminales al interior del sistema penitenciario. Esto incide en que se tenga que prestar mucha confianza en la información de auto reporte acerca de fantasías y conductas sexualmente desviadas que son un insumo necesario para puntuar las distintas dimensiones de las escalas del MTC: R3. Sin embargo, las medidas de confiabilidad entre evaluadores en la puntuación de estas escalas fue más que satisfactoria.

Conclusiones

El presente estudio proporciona evidencia empírica importante que apoya la hipótesis de que los violadores psicopáticos representan una clase distintiva de ofensores sexuales. Los puntajes del PCL-R difirieron significativamente en los distintos subtipos de violadores de acuerdo a la clasificación realizada con el MTC: R3. Es así como la mayoría de los violadores clasificados como psicópatas en este estudio (85%) fueron clasificados como del subtipo Oportunista o de Enojo Generalizado, mientras que solamente un 30% de los violadores no psicopáticos fueron asignados a estas categorías. Por el contrario, aproximadamente el 70% de los violadores no psicopáticos fueron categorizados como de los subtipos Sexual y Vengativo. Analizados de una forma conjunta, estos hallazgos proveen datos empíricos relevantes en términos de que la psicopatía es un factor discriminante entre distintos tipos de violadores. Asimismo, el análisis cualitativo de casos particulares dentro de esta investigación permite observar cómo características psicopáticas como la manipulación, la mentira patológica, la carencia de empatía y de remordimiento, así como el encanto superficial, entre otros, les facilita a los violadores psicopáticos el controlar, dominar y someter sus víctimas. Se pudo identificar que motivos primarios para la violación como lo son el enojo, la oportunidad, y en algunos casos, el sadismo, estuvieron de forma inequívoca asociados significativamente con rasgos psicopáticos en la mayoría de los casos estudiados. Este poder discriminativo de la psicopatía entre distintos subtipos de violadores ya ha sido establecido en estudios norteamericanos (Brown, 1994; Prentky & Knight, 1991), sin embargo, el presente estudio provee apoyo empírico satisfactorio para esta relación en una muestra de violadores sentenciados en nuestro país. Además, el PCL-R y el MTC: R3 obtuvieron puntajes de confiabilidad que cumplen con los estándares científicos requeridos, lo que sugiere que este tipo de metodologías de evaluación representan una alternativa apropiada de uso como instrumentos forenses entre poblaciones criminales costarricenses, especialmente entre ofensores sexuales.

Una implicación clínica importante del presente estudio es que un sistema de clasificación como el MTC: R3 suministra un marco de referencia que podría apoyar a los clínicos acerca de qué tipo de factores y patrones de comportamiento es probable que sean relevantes de analizar cuando es perpetrada una ofensa sexual contra una mujer. En este sentido, Knight (1999) ha enfatizado en la idea de que tipos específicos de tratamientos son diferencialmente efectivos para diferentes subgrupos de ofensores sexuales, así como que ciertos ofensores son más "tratables" que otros, por lo que se les debe garantizar un mayor acceso a recursos terapéuticos escasos dentro del sistema de justicia. Además, una evaluación confiable y válida de psicopatía a través del PCL-R, puede aportar en la configuración de programas de tratamiento dentro del sistema de justicia basados en principios metodológicos ampliamente validados. La literatura especializada en el tratamiento de la psicopatía es mayoritariamente pesimista en relación con la posibilidad de obtener resultados positivos, y evaluaciones críticas recientes han concluido que los resultados son poco motivadores, así como que no existe evidencia concluyente de que se haya establecido una estrategia efectiva de tratamiento para psicópatas adultos (Hare, 1999b; Harris, Skilling, & Rice, 2001; Reid, & Gacono, 2000). Por el contrario, alguna investigación ha propuesto que los psicópatas obtienen poco beneficio de programas de tratamiento tradicionales enfocados en el desarrollo de empatía y de habilidades interpersonales (Hare, 1993; Losel, 1998). De hecho, muchos de estos programas han sido asociados con un incremento en el riesgo de reincidencia entre los psicópatas (Rice, Harris, & Cormier, 1992) o los psicópatas tratados en estos programas han mostrado menor mejoría clínica, lo que asociado con una carencia de motivación, conduce a su deserción temprana del proceso terapéutico (Ogloff, Wong, & Greenwood, 1990). Los resultados del presente estudio sugieren que en nuestro país los componentes de la psicopatía pueden ser identificados de forma confiable utilizando el PCL-R, y que distintos subtipos de violadores pueden ser clasificados confiablemente a través del MTC: R3, por lo que los programas de tratamiento existentes para este tipo de poblaciones podrían beneficiarse de estas metodologías de evaluación forense especializadas, integrando en los mismo la vasta experiencia derivada con estos instrumentos en poblaciones norteamericanas.

Por otra parte, esta investigación identificó un número significativo de violadores psicópatas quienes manifestaron preferencias sexuales desviadas. Este grupo ha sido reconocido como el de mayor riesgo de reincidencia sexual (Hare, 1999b; Rice & Harris, 1997), por lo que se deberían de tomar medidas especiales para administrar ese riesgo dentro del sistema penitenciario costarricense. De acuerdo con Rice y otros (2001), la alteración de preferencias sexuales desviadas es mucho más importante en el tratamiento de ofensores sexuales psicopáticos que en grupos de ofensores sexuales no psicopáticos, especialmente si se considera lo que Gretton, McBride, Hare, O’ Shaughnessy y Kumka (2001) han propuesto en términos de que la excitación sexual desviada en los psicópatas sirve para facilitar sus actos antisociales o violentos. De forma similar, algunos investigadores han establecido que la psicopatía y los intereses sexuales desviados están consistentemente asociados con la reincidencia de los ofensores sexuales (Prentky y otros, 1995; Seto y Barbaree,1999), pero que es más probable que reincidan con un delito no sexual que con una ofensa sexual (Hare, 1999b). Asimismo, Porter y otros (2000) recomiendan de forma enfática que un mejor enfoque sería el desarrollo de programas de tratamiento específicamente diseñados para abordar la heterogeneidad de los ofensores sexuales de una forma más eficiente. En la misma línea de pensamiento, Hare (1999b) ha propuesto que podría ser tan importante enfocarse en las tendencias y conductas antisociales de este grupo específico de violadores psicopáticos tanto como en su desviación sexual.

Los presentes hallazgos aportan alguna luz en la comprensión de la compleja conducta sexual delictiva de una muestra de violadores en nuestro país. Los datos muestran una fuerte relación entre la psicopatía y el haber tenido una historia de actividad delictiva violenta y sexual, así como un claro componente de desviación sexual en un subgrupo de violadores psicopáticos. Una revisión reciente de instrumentos de evaluación del riesgo para ofensores sexuales adultos realizada por Barbaree y otros (2001), revela que el PCL-R no predice exitosamente la reincidencia sexual por sí solo. Sin embargo, dos instrumentos actuariales que incluyen el PCL-R como uno de sus ítems (el VRAG y el SORAG, Quinsey, 1998) han confirmado estudios anteriores en el sentido de su habilidad para predecir la reincidencia violenta y sexual entre ofensores sexuales. Esto está en consonancia con la idea que la psicopatía es un factor necesario pero no suficiente en la evaluación del riesgo de violencia (Hart, 1998) y de que los investigadores y evaluadores deben examinar la contribución de variables moderadoras potenciales que pueden incrementar la magnitud de la asociación entre psicopatía y reincidencia (Hemphill y otros,1998). De acuerdo con Prentky y otros (1997), a pesar del progreso significativo que los instrumentos de evaluación del riesgo de violencia han logrado en los últimos años, estas escalas han utilizado diferentes muestras de violadores y de ofensores sexuales de personas menores de edad, con tasas de ocurrencia de la reincidencia marcadamente irregulares. En su opinión, rasgos en los violadores tales como el estilo de vida impulsivo, el planeamiento de la ofensa y el enojo generalizado (componentes todos de la metodología del MTC: R3) pueden discriminar efectivamente entre aquellos ofensores sexuales quienes reinciden sexualmente de los que no, dependiendo de distintas tasas de ocurrencia para ofensores que poseen o no poseen estos rasgos. Estos autores sostienen fuertemente que la inclusión de estas diferencias tipológicas va a mejorar la precisión de las metodologías de evaluación del riesgo en ofensores sexuales. Finalmente, estudios de evaluación del riesgo con poblaciones de ofensores sexuales en Costa Rica deberán necesariamente incorporar componentes de evaluación de la psicopatía, así como sistemas de clasificación de ofensores sexuales, si se pretende avanzar de forma sistemática en el conocimiento de lo que Prentky y Knight (1991) han llamado "la enigmática complejidad de la agresión sexual". Se requiere mucha más investigación acerca de la naturaleza y las múltiples causas de la violencia sexual, de distintos sistemas de clasificación de violadores y de su asociación con la psicopatía con poblaciones de ofensores sexuales en Costa Rica. Este estudio representa únicamente un paso inicial en esa dirección.

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*Psicólogo del Poder Judicial. Master en Psicología Forense por la City University of New York, John Jay College of Criminal Justice. Profesor Instructor de la Escuela de Psicología de la Universidad de Costa Rica. Profesor en la Maestría en Criminología de la Universidad Estatal a Distancia. Actualmente es Coordinador de la Maestría en Psicología Forense de la UNIBE, csaborio@poder-judicial.go.cr

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