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Medicina Legal de Costa Rica

versión On-line ISSN 2215-5287versión impresa ISSN 1409-0015

Med. leg. Costa Rica vol.18 no.2 Heredia sep. 2001

 

Violencia simbólica en los medios de comunicación: los casos de violencia intra familiar y la cobertura de la prensa escrita costarricense
 
 
Licda. Thaís Aguilar Zúñiga
 
 

Resumen

Esta investigación analisa como los medios de comunicación contribuyen con el fortalecimiento de los prejuicios de género que tienen los periodistas a la hora de abordar una situación de violencia doméstica y como refuerzan estereotipos que victiman o culpabilizan a las mujeres que sufren este tipo de agresiones.

Palabras Claves

Violencia simbólica, género, femicidio, comunicación multimedia , violencia doméstica, agresión, culpabilización.

Summary

This investigation analises how comunication contribute with the strengthening of the prejudice of gender that the reporters have as they handle a domestic violence situation and how they reenforce stereotypes that victimize and condemn women that are suffrering this tipe of aggressions.

Key Words

Simbolic violence, gender, women murder, multimedia comunication, domestic violence, women abuse, guiltiness.

 
Introducción

Esta investigación busca facilitar elementos de análisis sobre cómo los medios de comunicación colectiva costarricenses contribuyen –-o no— con la violencia intra familiar que sufre una tercera parte de la población femenina en edad fértil, de acuerdo con estudios del Instituto Nacional de las Mujeres, y sirve de preámbulo a una investigación más amplia que servirá de base para redactar una manual e tratamiento de la violencia intra familiar para comunicadoras y comunicadores costarricenses.

Como periodista estudiosa de la calidad de los mensajes de información –¿o desinformación?— que se transmiten desde diversas tecnologías de la comunicación, sea radio, televisión, prensa escrita o Internet, analizo cual es el tratamiento que le da la prensa nacional a los casos de violencia intra familiar, especialmente los femicidios, con el fin de determinar los prejuicios de género que tienen las y los periodistas a la hora de abordar una situación de violencia doméstica y cómo refuerzan estereotipos que victiman o culpabilizan a las mujeres que sufren este tipo de agresiones.

La sociedad patriarcal posee una serie de mecanismos que funcionan certeramente en la justificación, reproducción e interpretación de las condiciones y situación de las mujeres como algo naturalmente dado y por lo tanto, imposible de modificar.

Es por ello que no podemos restarle importancia a las instituciones que con sus funciones, acciones e influencia, puedan estar contribuyendo a la generación, promoción y mantenimiento de la violencia intra familiar. Los medios de comunicación son parte de esas instituciones y constituyen un espacio de socialización y reproducción de modelos, valores y comportamientos muchas veces aprobados y legitimados por las sociedades.

La metodología investigativa consistió en recopilar las informaciones aparecidas en los periódicos La Nación, La República, El Heraldo y Extra sobre los casos de violencia intra familiar sucedidos en el año 2000, con base en el archivo del Servicio de Noticias de la Mujer y del programa "Mujer no estás sola" del no gubernamental Centro de Feminista de Información y Acción (CEFEMINA)

El análisis consistió en determinar cuál es la identidad de género que la prensa y las y los periodistas, tienen sobre las mujeres, los prejuicios y los ángulos de cobertura de la información.

Mi hipótesis es que mis colegas periodistas parten de estereotipos harto frecuentes en nuestras sociedades –pese al esfuerzo de capacitación y análisis desde la perspectiva de género—y las informaciones victimizan a las mujeres, las culpabilizan y disculpan a los homicidas. Parte de esta visión de lo femenino, retrata a las mujeres como seres humanas pasivas, dadores de vida y amor incondicional, objetos de propiedad masculina.

Analizar estos artículos trajo a mi memoria un viejo proverbio sexista que dice: "Casarse con una mujer equivale a comprar un potrillo. Se la puede montar y dar latigazos a gusto".

 
 
Desarrollo

Qué es la violencia

De acuerdo con la "Ley de Violencia Doméstica", que entró a regir en nuestro país en 1996, hay seis tipos de violencia que afectan a las mujeres costarricenses:

Violencia doméstica: Acción u omisión, directa o indirecta, ejercida contra un pariente por consaguinidad, afinidad o adopción hasta el tercer grado inclusive, por vínculo jurídico o de hecho o por una relación de guarda, tutela o curatela y que produzca como consecuencia el menoscabo de su integridad física, sexual, psicológica o patrimonial. El vínculo por afinidad subsistirá aun cuando haya finalizado la relación que lo originó.

"Violencia psicológica: Acción u omisión destinada a degradar o controlar las acciones, comportamientos, creencias y decisiones de otras personas, por medio de la intimidación, manipulación, amenaza directa o indirecta, humillación, aislamiento o cualquier conducta que implique un perjuicio en la salud psicológica, la autodeterminación o el desarrollo personal.

Violencia física: Acción u omisión que arriesga o daña la integridad corporal de una persona.

Violencia sexual: Acción que obliga a una persona a mantener contacto sexualizado, físico o verbal, o a participar en otras interacciones sexuales mediante el uso de la fuerza, intimidación, coerción, chantaje, soborno, manipulación, amenaza o cualquier otro mecanismos que anule o limite la voluntad personal. Igualmente, se considerará violencia sexual el hecho de que la persona obligue a la agredida a realizar alguno de estos actos con terceras personas.

Violencia patrimonial: Acción u omisión que implica daño, pérdida, transformación, sustracción, destrucción, retención o distracción de objetos, instrumentos de trabajo, documentos personales, bienes, valores, derechos o recursos económicos destinados a satisfacer las necesidades de alguna de loas personas mencionadas en los casos de violencia doméstica.

Violencia por parentesco: Relación de adopción, afinidad o consanguinidad hasta tercer grado inclusive, por vía ascendente, descendente o colateral, originada en un vínculo jurídico, biológico o de unión de hecho. El vínculo por afinidad subsistirá aun cuando haya finalizado la relación que lo originó."

La violencia intra familiar es un problema social de grandes dimensiones que afecta a importantes sectores de la población: niñas, niños, adolescentes, mujeres adultas y personas adultas mayores. La violencia doméstica contra las mujeres adultas tiene también un alto costo social y económico para el Estado y la sociedad y afecta a mujeres de todos los sectores sociales, etnias, nacionalidades y estado civil.

Expertas nacionales e internacionales catalogan la violencia intra familiar como una restricción a la libertad, la dignidad, la integridad y el libre movimiento de la persona. Muchas formas de violencia doméstica son verdaderas situaciones de tortura sistemática como el encarcelamiento en la casa, el terrorismo sexual y físico. Además, debido a la creciente feminización de la pobreza, también se ejerce la violencia patrimonial.

Esta violencia se caracteriza por su invisibilidad y amplio sub registro de casos. Se torna más visible cuando es dada a conocer a través de los medios de comunicación en casos de asesinatos o agresiones muy violentas contra mujeres. Sin embargo, según estudios de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en América Latina sólo son denunciados entre el 15 y el 20 por ciento de los casos de agresión doméstica.

Como señalan organizaciones como la OPS y el Fondo de Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), este tipo de violencia no es resultado de casos inexplicables de conductas desviadas y/o patológicas, como en ocasiones dan a entender las noticias de los medios de comunicación. "Por el contrario, es una práctica aprendida, consciente y orientada, producto de una organización social estructurada sobre la base de la desigualdad. En ese sentido la violencia intra familiar es el resultado de las relaciones desiguales de poder y es ejercida por los que se sienten con más derecho a intimidar y controlar. Al interior de la familia, las desigualdades producidas por el género y la edad son las principales determinantes de las relaciones violentas que allí se construyen."

Aunque en muchos países del continente se han aprobado leyes contra este tipo de violencia y de una u otra forma se condena este tipo de agresiones, el legado de antiguas normativas sociales y hasta legales que aprobaban este tipo de actos de agresión, ayudan a que todavía haya una existencia generalizada y un mayor número de mujeres que no rompen el silencio y el círculo de violencia.

Debido a estas características sociales y culturales en torno a la violencia intra familiar es que persiste este sub registro, pese a los esfuerzos de instituciones locales, oficiales o civiles por sacar a flote la magnitud del flagelo. Sin embargo, la información sobre la prevalencia del problema evidencia su magnitud e impacto. Por ejemplo, una investigación nacional sobre este tipo de violencia señala que en 1997 el Poder Judicial reportó 15,336 solicitudes de medidas de protección, mientras que en 1998 aumentó a 20,996.
 

Cómo cubre la prensa costarricense los casos de violencia doméstica

Las mujeres constituyen el grupo que corre mayor riesgo de violencia y lesiones resultantes de la violencia intra familiar. El mejor ejemplo de este riesgo es el estudio realizado por Patricia Montero, operadora del número de emergencia 911 de nuestro país, quien en un recuento de tres meses de llamadas que ingresaron a ese número, determinó que del 100 por ciento de llamadas atendidas, 79 por ciento estaban relacionadas con violencia intra familiar.

En el años 2000, 26 mujeres han muerto a manos de vecinos, amigos, parientes, novios, ex novios, compañeros, ex compañeros, esposos, ex esposos y padres. Los casos han sido ampliamente difundidos por la prensa escrita, radial y televisiva, pero revisé concretamente los casos dados a conocer en los periódicos Extra, Al Día, La República y La Nación, entre enero y el 6 de noviembre del 2000.

De acuerdo con los recortes recopilados, hubo un total de 75 informaciones escritas que dieron cuenta de los 21 casos muerte por violencia doméstica, así como intentos de femicidio, denuncias contra jueces, juezas y fiscales/as por negligencia a la hora de entablar las medidas de prevención establecidas en la Ley contra la Violencia Doméstica y otras informaciones relacionadas con la violencia de género.

De las 75 informaciones analizadas, en 33 de ellas, los y las autoras catalogan el hecho como un crimen pasional, por celos, por enfermedad mental o por disgusto del asesino, es decir, casi la mitad de las informaciones. (Ver gráfico 1.)
 

 

Los y las autoras de estas informaciones, tienden a calificar los hechos como un "lío pasional", muerte "por celos", o que el autor actuó "cegado por los celos", etc. Es común leer descripciones y calificaciones en titulares y en el cuerpo de la información, frases como: "Juan Gato, poseído por el demonio, una vez que incendió la casa, se dirigió a pie hacia la casa donde se suponía que debía estar su mujer: donde los hijos". (Diario Extra, 14 de julio del 2000)

Otras informaciones dan cuenta que las mujeres fueron asesinadas porque "andaba con otro" –un total de cuatro publicadas en el diario Extra el 10 de febrero, dos en El Heraldo el 18 de septiembre y una en La Nación el 17 de septiembre.

La cobertura de los delitos por violencia doméstica –excepto cuando se habla de otras formas de combatirlo, otras denuncias o el anuncio de nuevas legislaciones o estudios—son publicados en las secciones de sucesos o "crónica roja", donde se dan a conocer todo tipo de delito contra le ley, lo que le resta importancia al problema como una situación de "emergencia nacional" o "problema de salud pública" como instituciones de defensa de los derechos de las mujeres sugieren que se catalogue.

Las informaciones, en su mayoría, recurren a jugosos detalles sobre cómo se asesinaron a las mujeres, adosadas con expresiones románticas sobre el amor y los celos cegadores con que actuó el asesino, la pasión de hecho y las discusiones de la pareja. Algunas veces se dan antecedentes de la violencia que sufría la víctima, otras son sobre la historia del "mal carácter" del asesino, así como casos en donde el hombre suplicó a la víctima que no lo dejara o que volviera con él. Estos detalles, en términos generales, no aportan nada a la información del hecho y tienden a cargar de dramatismo y melodrama al asesinato.

De acuerdo con la condición social de la víctima y su nacionalidad, la información cambia drásticamente en el tratamiento. Por ejemplo, los crímenes cometidos por parte de hombres centroamericanos son casi siempre detalladísimos en las descripciones sobre cómo actuó el asesino, la forma en que preparó la muerte y cómo mató a su compañera.

Lo mismo sucede esto cuando son personas costarricenses de condiciones económicas bajas y medias, como el caso de la maestra que fue apuñaleada por su esposo en un autobús o la laboratorista que fue muerta también por su esposo en las inmediaciones del hospital Calderón Guardia.

Sin embargo, el caso de una joven estudiante universitaria que aparentemente se suicidó y el de una psicóloga de edad madura muerta por su esposo canadiense, el tono de las informaciones en más neutral, con menos detalles de la vida privada de las víctimas –solo su profesión, nombre y edad—y poca información sobre la forma en que fue asesinada.

Cuando las informaciones tienen lujo de detalles, hay una tendencia a describir acciones de las mujeres que podrían considerarse –a la luz del análisis de mensaje—provocadoras de los hechos violentos contra ellas.

Ejemplo de ello es la siguiente frase: "cuando salió por última vez de su casa desde el sábado en avanzadas horas de la noche..." (Extra, 14 de julio) Esta afirmación hace ver que la mujer no tenía por qué andar en la calle a altas horas de la noche. Aquí entra en operación una de las formas de control social que sufrimos las mujeres a partir de nuestra identidad de género y es la que las "mujeres buenas" no andan solas en la calle y mucho menos a "altas horas de la noche" de un sábado, un día de descanso donde el común de la gente sale a bailar, visitar personas amigas y amigos, ver una película, gozar de una fiesta o cosas por el estilo. Este tipo de frases no aporta nada a la noticia y la hace tendenciosa.

Otras noticias, en su afán por dar detalles innecesarios de los hechos, justifican o disculpan las acciones violentas contra las mujeres –pese a que la mayoría de los femicidios fueron premeditados—debido a "estados alterados" de ánimo de parte del agresor. Una información de periódico comienza así: "La ansiedad de que su ex esposa y sus hijos regresaran a su lado después de un año de separados, lo llevó a desesperarse a tal punto que no compartió ni respetó la decisión de ella y de sus pequeños, quienes no querían volver a unirse a él por su violento temperamento, entonces tomó la determinación de asesinar de 20 machetazos a su ex cónyuge, Olga Umaña de 41 años, en un cuarto que alquilaba en la entrada principal en ..." (Extra, 11 de mayo)

Pese a esta novelesca redacción sobre el asesinato de ésta mujer, el periodista no es capaz de entender que el asesino actuó con premeditación, alevosía y ensañamiento, al aprovecharse que estaba enfermo, provocar la lástima de su ex compañera, esperarla para que le llevara unos medicamentos, esconder un machete debajo de la cama donde convalecía y propinarle 20 violentos machetazos.

La entrada de una información sobre el asesinato de una mujer por parte de su vecino, refuerza mi tesis de que la redacción de la noticia busca disculpar al asesino –cosa que no se da en otro tipo de informaciones sobre asesinatos--: "El rechazo de una joven a las pretensiones del vecino pudo ser la causa de un "homicidio" y suicidio que se produjo en..." (La República, 4 de Febrero)

Otras informaciones hacen referencia de que el asesinato, aunque fuera planeado, tienes visos de "enfermedad mental" por parte del agresor: "el muchacho estará acompañado por un psicólogo por su estado emocional" (La Nación, 13 de enero) Este joven de estado emocional alterado planeó su suicidio y el de su novia embarazada de seis meses, en su propia habitación, pero el chico dejó a su novia muerta en su cama, salió de la casa y no dijo nada. El cuerpo de la joven lo encontraron dos días después debido al estado de descomposición.

A partir del mes de agosto del 2000, hubo un incremento en el uso del "crimen pasional", con respecto a las informaciones dadas a conocer en el primer semestre del año. Por ejemplo, el periódico El Heraldo del 6 de noviembre habló así del último crimen por violencia intra familiar: "Una vez más los problemas pasionales cobran la vida de terceras personas." Más adelante en la misma nota, el periodista describe la "pasión" del desesperado asesino: "Cegado por su desesperación, el hombre no se detuvo allí, buscó por toda la casa a su ex novia y cuando dio con ella, tampoco tuvo compasión y le disparó al cuello."

Estos párrafos refuerzan una y otra vez la premisa logocéntrica del sistema patriarcal que hace de las mujeres víctimas de la opresión y la agresión masculina que sale a flote en medio de sentimientos fuertes de frustración, celos, rencor y despecho. Empero, pese a éstos sentimientos, la forma de proceder de estos asesinos corresponde a la de un frío delincuente ante un asesinato fríamente premeditado.

La descripción de éstos asesinatos con el uso de frases como éstas, disculpa a los hombres de la agresión y diluye la gravedad de los femicidios en aras del amor romántico, la pasión exacerbada, la inseguridad, el despecho y el malestar masculinos, ante una compañera que no logran comprender y entender.

Una y otra vez se machacan en los estereotipos femeninos de sumisión, pasividad, "mujer buena", etc. Otro ejemplo de este estereotipo es la siguiente oración: "Perturbado por los celos que le agobiaron la mente a más no poder mientras veía a su ex esposa y a su hija disfrutar de un baile, se fue a buscar un filoso machete, se ocultó entre un matorral y al terminar la actividad cuando las mujeres pasaron por el frente, se les tiró encima propinándoles múltiples machetazos". (El Heraldo, 5 de mayo)

Además, otros titulares e informaciones hacen gala de la misoginia de éstos hombres, pero con un matiz de perversidad por la "agresión pasiva de las mujeres". Ejemplo de ello es la muerte de una mujer ocurrida e, 1999 y cuyo asesino, su ex esposo, dijo al ser arrestado: "eso no es nada", por cuanto él la había abandonado con tres hijas e hijos y como ella le había puesto pensión, él la mató.

Otro caso que refuerza la tesis de femicidio debido a una "mujer mala", es el del asesino de la maestra de San Miguel de Desamparados, quien mató a su ex esposa de una puñalada en un autobús. Una entrevista publicada el 18 de Septiembre en El Heraldo, se titula: "Asesino de maestro no se arrepiente". Dos párrafos dan cuenta de lo siguiente: "Estando en la cárcel de San Sebastián escuché una voz que me despertó y me dijo que estaba perdonado, desde ese día supe que lo que hice, aunque no estuvo bien, Dios lo había visto con buenos ojos pues Él conoce los motivos que tuve". "Era la segunda vez que la mujer a quien había llegado a amar me era infiel, la primera vez lo soporté pero no estaba dispuesto a tener compasión en la próxima. Las mujeres no tienen derecho a hacerlo sufrir a uno si uno no quiere más que el bien para ellas. Por Ana yo había vendido una propiedad, le ayudaba a pagar los estudios y estaba a punto de comprarle un carro, y al final me pagó dándome vuelta, por eso no me arrepiento de haber hecho justicia a mi favor."
 

Informaciones e identidad

Los mensajes difundidos por los medios de comunicación juegan con las premisas sobre la identidad femenina que establece el sistema patriarcal y logocéntrico. Se basan en la polaridad y la dicotomía ideológica sobre las mujeres que nos ubica en dos extremos opuestos: mujer-ángel o mujer-demonio y que refuerza la idea de que las mujeres somos madres, víctimas, sumisas, débiles y frágiles.

En contraposición esta una cultura centrada en el poder masculino que ha convencido a "los hombres que la fuerza motivadora que domina sus vidas es la realización exterior, y se le ha dicho a las mujeres que su fuerza motivadora es únicamente el amor."

Según Marcela Lagarde, la identidad de la mujer es un modelo en abstracción y está cruzada por un conjunto de cualidades, circunstancias y características esenciales que la definen como un ser social y genérico. Este género está embargado de cualidades de amor y entrega, de renuncia a sí misma y de sí misma, por lo que son mal visto los asuntos de las mujeres que tienen que ver con sus necesidades básicas de satisfacción personal. ¿Será eso lo que enfurece a hombres agresores y/o controladores y los lleva a matarlas?

En este juego de valores e identidades, nuestra cultura hace creer que los hombres son mas humanos que las mujeres, de ahí el "auto perdón" del asesino de la maestra ante la "falta grave" de la otra: jugar con su amor proveedor.

Lagarde afirma que debido a este juego de identidades, el machismo es visto como un valor subjetivo por la sociedad es machista.

Al analizar los mensajes que informan sobre los hechos de agresión y muerte por violencia, la redacción de las noticias se centran en el estereotipo del cuerpo femenino, el cual está cruzado por dicotomía del "cuerpo materno" o el "cuerpo erótico". "El cuerpo materno se va modelando desde el nacimiento: empieza con los aretitos, pasa por la muñeca, por el jueguito de cocina, hasta que llega un momento en que ese cuerpo está educado para la maternidad. Es el cuerpo materno de las mujeres. El cuerpo positivo de la moral".

Probablemente es por ello que en casi todas las informaciones periodísticas siempre se dice que la mujer asesinada es madre de cierto numero de hijas e hijos, cuando es un dato que no necesariamente se da su asesino.

El cuerpo erótico es negativo, desde el punto de vista de la moral, pero apreciado y deseado por los hombres, las mujeres somos evaluadas y aceptadas por la pasión que despierta y la reevaluación de una belleza sensualizada y erotizada. El cuerpo es la base de la condición de la mujer, da vida o da placer. Por eso si no se tiene –en el discurso patriarcal de pertenencia--, se golpea, se flagela, se mata.

No sólo en las informaciones sobre la violencia intra familiar los medios de comunicación muestran una imagen poco equilibrada de las mujeres y sobre los diversos aportes y estilos de vida que tenemos las mujeres. Los programas o noticias insisten en presentarnos en papeles tradicionales, igualmente restrictivos, o muestran imágenes donde el cuerpo de las mujeres es cosificado y sexuado, por lo tanto, presa de la violencia por servir de tentación a la lujuria.

Debido a este retroceso en el mejoramiento de la imagen de las mujeres, es que el capítulo J de la Plataforma de Acción de Beijing, titulado "La mujer y los medios de difusión", denuncia la continuación de esta inequidad. Este capítulo constituye la primera denuncia y reclamo sistemático y social sobre la constante proyección de imágenes negativas y degradantes de las mujeres en los medios de comunicación, lo que atenta contra la identidad de las mujeres en todos los ámbitos.

"Los medios impresos y electrónicos de la mayoría de los países, no ofrecen una imagen equilibrada de los diversos estilos de vida de las mujeres y de su aporte a la sociedad en un mundo en evolución. Además, los productos violentos y degradantes o pornográficos de los medios de difusión perjudican a la mujer y su participación en la sociedad. Los programas que insisten en presentar a la mujer en sus papeles tradicionales pueden ser igualmente restrictivos. La tendencia mundial al consumismo ha creado un clima en el que los anuncios y mensajes comerciales a menudo presentan a la mujer como consumidora y se dirigen a las muchachas y las mujeres de todas las edades en forma inapropiada".

Un estudio realizado el 18 de enero de 1995, "Día Mundial de Monitoreo de la Imagen de la Mujer en las Noticias", llevado a cabo por Media Watch a Erin Research, una empresa mundialmente conocida por su seriedad en el análisis de los temas sociales en los medios, revisó en 71 países cuántas veces son citadas o entrevistadas las mujeres en las informaciones de los medios de comunicación masiva. A lo largo de ese día se recogieron 49,000 datos. El estudio reveló que sólo el 17 por ciento de las personas entrevistadas o citadas en las noticias eran mujeres, pero en Sudamérica ese porcentaje es aún más bajo –no se hizo en Centroamérica--: 15,1 por ciento. (Gráfico #2)
 
 

 

"Ellas aparecen en cuestiones legales, policiales o accidentes, en arte y entretenimientos y también en la política y gobierno, aunque esto último puede deberse a que estos temas tiene mayor cobertura que otros. Por su parte los varones aparecen como fuente de información en primer lugar en política y gobierno, luego en crimen y accidentes, en tercer término en deportes y luego en economía y negocios, en estos dos últimos por encima de las mujeres."
 
 
Como se construye a La Mujer

La Mujer es el concepto que prevalece en los discursos sociales e identitarios, sin considerar los múltiples tipos de mujeres que habitan la tierra, nuestro continente, nuestro país, nuestro barrio y hasta nuestra casa. La identidad de las mujeres podría definirse en la frase: "dime que debes hacer y te diré quien sos".

Prácticamente todas las sociedades siguen construyendo a las personas por medio de normas, valores, costumbres, mensajes, ausencias, presencias, bromas, discursos, símbolos, sanciones, etc., que se nos "venden" como "naturales". En el caso de las mujeres todas éstas formas de control son constantes y están unidas a una postergación, invisibilidad y reclusión de las mujeres al mundo doméstico. En contraposición están los hombres para apropiarse del mundo exterior, del mundo público, fuera de lo doméstico.

Nuestro proceso de construcción de identidad se da a partir y en torno al discurso del hombre y al estar determinadas por lo masculino las mujeres no podemos auto afirmarnos, construirnos como sujetas e insertarnos en procesos de auto identidad. Esta realidad impide a las mujeres alcanzar una autoafirmación, no podemos designarnos a nosotras mismas como seres humanas, estamos condenadas a ser definidas como "lo otro".

Al ser consideradas "lo otro", somos definidas como objetos de placer para el hombre o como madres, en este contexto jugamos dos papeles fundamentales que se repiten una y otra vez con imágenes, frases, titulares, ausencias, estereotipos, discursos hablados o escritos, estos papeles son definir a las mujeres como madres –como reproductoras de la especie--, con características propias de cuidadoras, entregadas a los demás, sumisas, dependientas de otros más fuertes y buenas personas, todo ello en el ámbito de lo doméstico. Por ello, salirse de ese rol genera frustración, rencor, odio y juzgamiento por parte de la sociedad y de los hombres. Ante esta realidad, es difícil para una mujer que ha sido "construida" bajo estas premisas, salir de una situación de violencia.

De acuerdo con Quirós y Barrantes, la sanción y la condena frente a una conducta "anormal" de las mujeres tiene un significado mucho más grave que cuando la realiza un hombre, por ello se tiende a creer que la violencia masculina contra las mujeres –sea física, psicológica o patrimonial -, se justifica como un problema de control de impulsos, por consumo de alcohol o drogas, una afirmación implícita constante que se da en las informaciones de los medios masivos de comunicación en casos de violencia intra familiar.

En los casos en que una mujer asesina a otra persona, como el infanticidio por ejemplo, la redacción de las informaciones tiende a juzgar fuertemente a las mujeres, pues este tipo de actos atenta contra la socialización femenina que nos obliga a ser seres-para-otras/os y no seres-para-sí.

Las mujeres estamos socializadas y construidas cultural y psicológicamente para vivir el amor como sacrificio, el sufrimiento, la postergación, la negación de sí misma y otras formas de ser-para-otros/as.

Asimismo, "el cuerpo está en la base de la condición de la mujer", sostiene Marcela Lagarde. Ella ha definido al cuerpo femenino en diferentes cárceles:

"Cuerpo ocupado: las mujeres, para estar vivas, tenemos que ser ocupadas, miradas por los otros, tocadas y aprobadas.

Cuerpo habitado: de hecho somos seres habitados por los otros. Nuestra preocupación no está en nosotras mismas, porque siempre, de manera central, están los otros. Se está pensando todo el tiempo en los hijos, en la casa, sintiendo por ellos o dispuestos a ellos.

Cuerpo objeto: porque hay un sujeto que decide: el cuerpo, la sexualidad está normada de una manera muy conflictiva para las mujeres y muy abierta y relajada para los hombres. Y es debido a que la sexualidad de las mujeres está normada para una sola ocasión, es monogámica y para toda la vida. (...) Nuestra sexualidad no es un sujeto que decide, en términos generales estamos normadas por una diferente moral, una diferente valoración de lo que hacemos mujeres y hombres.

Cuerpo expropiado: Son las madres y los padres los dueños tanto de los cuerpos como de las mentalidades de las criaturas. Hay una relación de propiedad con el cuerpo. No importa que la mujer quiera o no tener mas hijos, que esté enferma, que se sacrifique, que si le duele las piernas, si está cansada, no importa, su cuerpo sigue siendo de los demás."

Es por ello que las informaciones periodísticas sobre violencia doméstica, dan a entender, entre líneas o de manera explícita, esta relación de pertenencia, de cuerpo ocupado, habitado, objeto y expropiado de mujer. Solapadamente se justifica esta forma de control cuando un titular reza: "Problemas pasionales continúan cobrando vidas" (El Heraldo, 6 de noviembre. Página 8) Tal parece que "la pasión" lleva a los agresores a caer en "conductas anormales", no se enfoca como una agresión sistemática, violenta y premeditada, como cualquier asesinato planificado, como se pone en evidencia en la información de la última mujer asesinada por quien, se supone, la amaba: la vecina de Curime de Liberia muerta de un disparo por su compañero.

Estas actitudes y estas ausencias de sanción moral y ética por parte de los medios de comunicación ante la violencia intra familiar, refuerza la supremacía masculina y la inferioridad femenina. Además, contribuye en sostener una serie de mitos en torno a mujeres y hombres con relación a su personalidad: que la mujer es coqueta, frágil, suave, dulce, sentimental, superficial, dependiente, maternal, voluble, sacrificada y envidiosa; mientras que el hombre es dominante, autoritario, agresivo, audaz, sobrio, conquistador, seguro, activo, intelectual, racional y fuerte.

A estas "cualidades" hay que sumar la conducta moral sexual permitida a cada cual: la mujer debe ser monógama, virgen, fiel, destinada a la casa; el hombre polígamo –debido a su sexualidad impulsiva e incontrolada, animal--, experto, infiel, destinado a la calle, al mundo.

Además de estas conductas, las mujeres nos vemos obligadas a definir nuestra feminidad en función del matrimonio y la maternidad, sin percibirnos a nosotras mismas con necesidades de realización personal más allá que nuestro rol de esposa y madre. Es por ello que, si estamos casadas, conviviendo o en relación sentimental con algún hombre, además de vernos más expuestas a formas de violencia y control personal, tendemos a sufrir más enfermedades físicas y mentales.

Al abordarse la información como un problema de celos e inseguridad del varón, se aminora la gravedad del hecho y se deja de lado otros ángulos de cobertura como el por qué las mujeres continúan viviendo en relaciones agresivas pese al miedo, las amenazas de muerte y los golpes. Tampoco se da seguimiento a las sanciones legales para con los asesinos, la situación en que queda la familia luego del hecho, las razones más profundas por las cuales los hombres llegan a agredir o matar a sus compañeras sentimentales, las posibilidades de atención en estos casos, las incidencias en la micro y macro economía y el monitoreo social que debería existir.

En lugar de ser "noticia" en la sección de sucesos o crónica roja, los casos de violencia intra familiar deberían ocupar las secciones de salud o informaciones nacionales de importancia y las mujeres deberían ser las voces expertas cuando de entrevistar personas con conocimiento se trate.

Una encuesta de masculinidad, salud reproductiva y paternidad responsable realizada por el Centro de Mujer y Familia en 1997, revela cuáles son los patrones de género y los roles construidos socialmente para mujeres y hombres. Un 46,2 por ciento de los hombres entrevistados dijo que prefieren las mujeres dedicadas al hogar, un 26.3 manifestó gustar de las mujeres dedicadas al trabajo compartiendo por igual las responsabilidades de la familia con su pareja y un 27.5 por ciento dijo preferir que la mujer trabaje y mantenga como principal responsabilidad el cuido de su familia.

Los hombres que prefieren las mujeres: un 40.5 por ciento expresó gustar del hombre que considere igual responsabilidad para el hombre y la mujer el trabajar dentro y fuera de la casa. Un 31.7 por ciento manifestó que el hombre, aunque ayude en las tareas domésticas tenga como principal responsabilidad trabajar fuera de la casa, y un 27.8 por ciento arguyó preferir al varón proveedor.

Estos porcentajes ayudan a definir el perfil general de las y los costarricenses y cómo esto podría incidir en la imagen que los medios de comunicación proyectan de las mujeres.

 
Bibliografía 

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