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Medicina Legal de Costa Rica

versão On-line ISSN 2215-5287versão impressa ISSN 1409-0015

Med. leg. Costa Rica vol.15 no.1-2 Heredia Dez. 1998

 

Privados de libertad y drogas: experiencias en un régimen de confianza
 
 
Mario Alberto Sáenz Rojas * Julio Bejarano Orozco** Ronald Alvarado Cordero***
Gustavo Adolfo Briceño Barahona****
 

Resumen

Este es un estudio exploratorio-descriptivo que presenta y analiza resultados derivados de la aplicación de un instrumento estructurado a sujetos privados de libertad en un centro de régimen de confianza en Costa Rica. Además de mostrar datos epidemiológicos básicos sobre consumo de drogas, indaga acerca de las percepciones de riesgo que los individuos atribuyen a diferentes niveles de consumo y establece relaciones entre ambos fenómenos y la presencia de conductas de riesgo durante la infancia y elementos de clima familiar. Se efectuan algunas comparaciones con resultados obtenidos en estudios realizados con otras poblaciones.

Palabras clave

Consumo de drogas, percepciones de riesgo, privados de libertad, sistema penitenciario, Costa Rica.

Abstract

This descriptive-exploratory research, analizes outputs derived from the application of an structured instrument to subjects in a trust system prison in Costa Rica. it introduces epidemiological data on drug consumption, the risk perception of the individuals toward different drug intake practices and  discusses the relation between risk behavior and family environment during childhood with drug abuse and crime behavior. Some comparisons are done with studies carried out with other populations.

Key  words consumption of drugs, perceptions of risk, private of liberty, penitentiary system, Costa Rica.

 

Introducción

La relación entre las percepciones de riesgo para la salud debido al consumo de drogas y el consumo propiamente dicho, resulta un ámbito de la investigación epidemiológica que ha adquirido relevancia en nuestro país durante la presente década.  Esta relación es sumamente importante, sobre todo para el diseño de programas de prevención, así como para la evaluación de diferentes modelos de intervención en el campo de la farmacodependencia. La percepción puede ser definida como “...un proceso de codificación cognoscitiva por el cual se capta la significación de un objeto (una persona, una acción, un suceso o una cosa), aplicándole un determinado esquema o categoría”. (1)

Cabe destacar que en el fenómeno del consumo de drogas juega un papel determinante la percepción de riesgo que se posea sobre dicho acto (especialmente en términos de los posibles mitos o creencias erróneas existentes),  en donde se puede identificar la relación entre ambos aspectos como un vínculo entre actitud y acción. En este sentido, se ha establecido que las actitudes favorecidas por la interacción social y las creencias derivadas facilitan la iniciación y el mantenimiento en el consumo de alcohol(2)

Así, por ejemplo, se han efectuado investigaciones acerca del tema con estudiantes de 10º y 11º años de colegios públicos en el nivel nacional (3) y con estudiantes ingresados a las universidades estatales en el año 1992 (4), las cuales, mediante el método de encuesta transversal,  han revelado importantes relaciones entre las formas  de percibir diferentes facetas del consumo de drogas y la manera de consumir de cada individuo.

Por otra parte, la necesidad de indagar sobre los niveles de consumo y las percepciones de riesgo relacionadas con la ingestión de sustancias psicoactivas, tanto lícitas como ilícitas, en personas privadas de libertad ubicadas en regímenes de confianza, es un aspecto prioritario para determinar el papel que desempeña la institución penitenciaria en el proceso de ejecución de la pena. Además, cabe destacar que, en lo que a consumo respecta, se ha encontrado una importante proporción de personas en tratamiento por farmacodependencia que reportaron haber robado alguna vez con el propósito de obtener la droga (5)  y en otro estudio similar, el 61% de los pacientes refirió haber tenido problemas judiciales a causa de la droga. (6)  Retrospectivamente, ha llamado fuertemente la atención el contacto frecuente de las personas privadas de libertad con la situación de consumo de drogas, tanto antes de ser catalogadas como merecedoras de una sentencia como durante el cumplimiento de la misma, lo cual ha sido revelado por diversos estudios nacionales. (7) (8) (9) (10)

Con el tipo de población que nos ocupa no se han realizado estudios  referentes al tema de las percepciones de riesgo por lo que este trabajo es pionero y, a la vez, fundamental en el establecimiento de parámetros claros para la construcción o redefinición de las estrategias de prevención y tratamiento de privados de libertad  adscritos a centros de custodia abierta.

El Centro Semi-Institucional San Agustín, en el cual se llevó a cabo este estudio, es un establecimiento penitenciario dependiente de la Dirección General de Adaptación Social del Ministerio de Justicia y Gracia.  Se encuentra ubicado en la ciudad de Heredia y data del año 1967.

Llama la atención que, a partir de uno de los amotinamientos más graves en la historia del Sistema Penitenciario Nacional, ocurrido el 15 de setiembre de 1966, se creó una comisión bipartita conformada por miembros del Consejo Superior de Defensa Social (hoy, Dirección General de Adaptación Social) y de la Comisión sobre Alcoholismo (hoy, Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia, I.A.F.A.), con la finalidad de trasladar de la Penitenciaría Central a todos los contraventores, principalmente por problemas de alcoholismo, a las instalaciones del antiguo matadero municipal de la provincia de Heredia.

Fue así como, por acuerdo publicado en el Diario “La Gaceta” Nº 223 del 24 de octubre de 1967, se estableció la creación de este Centro, inaugurándose dos días después con el nombre de Centro de Tratamiento para Alcohólicos San Agustín, con capacidad para 50 personas.

Sin embargo, a los pocos meses el plan tendiente al tratamiento de privados de libertad con problemas de alcoholismo finalizó, debido fundamentalmente a que la Comisión  sobre Alcoholismo creó su propio Centro de Tratamiento, y el Centro San Agustín fue designado como un establecimiento penitenciario especializado en el régimen de confianza, en una época donde tomaba auge el enfoque clínico criminológico y el modelo progresivo.

En la actualidad es un Centro Semi-Institucional que alberga tres tipos de población:
 a- población penal a la orden de Adaptación Social que labora en la comunidad y recibe atención técnica en el Centro durante las noches,
 b- población penal a la orden de  Adaptación Social que labora en la comunidad, pernocta en el Centro entre lunes y viernes y recibe atención técnica en el Centro durante las noches y,
 c- población apremiada que se mantiene en custodia a la orden de una autoridad judicial por adeudar pensión alimenticia.
 

Material y método

Población

La aplicación de los cuestionarios tuvo lugar en noviembre de l996, en el día en el cual se desarrollaba una reunión general de la población del Centro, de manera que se cubriera la totalidad de los privados de libertad, por lo que no se requería de un procedimiento convencional de muestreo.  En ese momento se encontraban adscritos al Centro 77 privados de libertad: 69 por causa penal (89,6%) y 8 por adeudar pensión alimenticia (10,4%).

Sin embargo, a dicha reunión no se presentaron 4 sujetos  (5,2%) y, durante el proceso de codificación se eliminaron 15 cuestionarios (19,5%).  Debido a lo anterior, se contó con un total de 58 cuestionarios completos (75,3%), número que se considera aceptable desde el punto de vista estadístico.
 

Los resultados obtenidos sobre  percepciones de riesgo en los privados de libertad, fueron comparados con los hallazgos efectuados en 1993 entre estudiantes universitarios de centros estatales, los colegiales de 10º y 11º años de centros públicos en el nivel nacional y con  las percepciones de 182 profesionales de la educación y la salud  de varios países de Centroamérica, vinculados directa o indirectamente al campo de la farmacodependencia, a quienes se les aplicó el instrumento en diferentes eventos internacionales.

El cuadro 1, permite observar que una proporción importante de la población en estudio se ubica como adulta-joven, con algún tipo de responsabilidad familiar  y ubicada principalmente en el sector de los servicios (vendedores ambulantes, cargadores, y otros similares) o como obrero agrícola. Los niveles de escolaridad de primaria completa y menos revelan una proporción semejante a la correspondiente  a la categoría ocupacional de los servicios, lo cual podría asociarse con la relación existente entre bajo nivel educativo y mano de obra poco calificada.

Cuadro 1
Características sociodemográficas y criminológicas de la población privada de libertad ubicada en el Centro Semi - Institucional San Agustín. Costa Rica, noviembre,  1996 (Valores Porcentuales)
 
VARIABLE   (n=58) 
Edad:  
19 - 23  5,2 
24 - 28  12,1 
29 - 33  24,1 
34 - 38  12,1 
39 - 43  15,5 
44 - 48  10,3 
49 - 53  12,1 
54 - 58  8,6 
Estado Civil:  
                Soltero 32,8 
                Casado 31,0 
                Unión Libre 17,3 
                Divorciado 8,6 
                Separado  10,3 
Nivel Educativo:  
          Sin educación formal  8,6 
          Primaria incompleta 15,5 
          Primaria completa 31,0 
          Secundaria incompleta 20,7 
          Secundaria completa 12,1 
          Superior incompleta 6,9 
          Superior completa 3,5 
          Sin información  1,7 
Ocupación:   
        Profesional 8,6 
       Obrero agrícola 22,4 
       Obrero de construcción 8,6 
       Obrero fabril 3,6 
       Servicios 51,7 
       Sin información  5,2 
Motivo de Reclusión:   
        Delito contra propiedad 58,6 
        Delito contra vida 10,3 
        Delito contra Adm.  1,7 
 Justicia 1,7 
   Delito contra fe Pública 19,0 
   Delito contra salud pública* 5,2 
   Pensión alimenticia 3,5 
   Sin información   
   
                                                  -- No hubo registro.
                                                 * Se refieren a infracciones a la denominada “Ley de Psicotrópicos”.

En cuanto al motivo de estancia en el centro,  la proporción de delitos contra la propiedad superó los índices que se han registrado en las estadísticas penitenciaras nacionales. Llama la atención que una proporción importante ubicada en el rubro de infracción a la ley de psicotrópicos, con las consecuencias sociales que este tipo de ilícito conlleva, se encuentra adscrita, en el nivel penitenciario, a un régimen abierto de ejecución penal.

 

Instrumento

Se aplicó un cuestionario estructurado, de manera grupal y autoadministrado, sobre percepciones de riesgo hacia el consumo de drogas y sobre la ingestión de las mismas, el cual ha sido probado en varias ocasiones por el Departamento de Investigación del Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (I.A.F.A.), demostrando confiabilidad y validez.  Para esta investigación se introdujeron algunas preguntas de índole sociodemográfico y criminológico y, sobre disponibilidad, consumo y riesgo con respecto al “crack”. Asimismo, se excluyeron las correspondientes a medicamentos estimulantes.

Además, al citado instrumento se le incorporó  el “APGAR familiar”, el “CAGE” y un inventario sobre trastornos de conducta durante la infancia (ISCDI).

El APGAR familiar es una prueba que consiste en 5 preguntas que evalúan las áreas de adaptabilidad familiar, participación, gradiente, afecto y resolución.

El CAGE es un instrumento de 4 preguntas, utilizado internacionalmente para determinar problemas de alcoholismo. En el caso de Costa Rica, el cuestionario es capaz de detectar al 92,1% de los alcohólicos. (11) Con respecto a esta prueba, en la encuesta nacional sobre consumo de drogas de 1995 se encontró una sensibilidad del 87,3% y una especificidad del 92,0%.. (12)

El Inventario sobre Trastornos de Conducta durante la Infancia (ISCDI), consta de  10 preguntas atinentes a las áreas de sociabilidad (relaciones con pares, timidez, agresividad), dificultades educativas (problemas de concentración o aprendizaje, sanciones, predilección por la escuela) y presencia de estados de ánimo alterados (sensaciones riesgosas, tristeza).
 

Resultados

1. Prevalencias y edad de inicio

Las prevalencias de vida de consumo del sustancias lícitas fueron muy elevadas en este grupo poblacional, según se esperaba, y se asemejan a las reportadas en otros estudios con poblaciones similares. (13) (10).   De acuerdo con los datos del cuadro 2, los niveles de ex-consumo también son importantes.
 

 Cuadro 2
Prevalencias de consumo de sustancias lícitas, por tipo de droga, según tipo de prevalencia. Centro Semi-Institucional de San Agustín Costa Rica, noviembre - 1996
 
Droga  Tipo de prevalencia 
  Vida  Año  Mes  24 horas  Ex-consumo 
Tabaco  79,3  60,3  55,2  51,7  19,0 
Alcohol  74,1  44,8  20,7  1,7  29,3 
Benzodiacepinas  15,5  15,5 
 
- No hubo reporte de consumo
 
 
  Cuadro 3
Prevalencias de consumo de sustancias ilícitas, por tipo de droga, según tipo de prevalencia Centro Semi-Institucional San Agustín Costa Rica, noviembre - 1996
 
Droga  Tipo de prevalencia 
  Vida  Año  Mes  24 horas  Ex-consumo 
Mariguana  48,3  19,0  5,2  1,7  29,3 
Cocaína  31,0   5,2  25,9 
"Crack"  29,3  3,4  1,7  25,9 
 
- No hubo reporte de consumo
 

 El consumo activo de tabaco es elevado, al igual que el número de días que los sujetos mencionaron fumar. Así, 8 de cada 10 indicaron haberlo hecho todos los días del mes anterior y 73,3% de estos aseguró consumir 10 o más cigarrillos por día. Es interesante contrastar este hecho con  la afirmación de más de un 60%  de los individuos, en cuanto que el consumo de 10 cigarrillos diarios entraña un riesgo severo de provocarse daño y, pese a que se encontró un reporte de intensión de cesar el consumo en 8 de cada 10 sujetos, persiste la pregunta de si este hecho estaría revelando tendencias autodestructivas en este grupo, o si, como se ha establecido reiteradamente, pone de manifiesto una discrepancia entre los elementos cognitivos acerca de una droga y la posibilidad de cambios en el comportamiento con respecto a la misma o si la condición de privación de libertad, como en el caso de las personas internadas en instituciones totales, justifica socialmente el mantenimiento de la conducta de fumado.

La sustancia con la cual acostumbraba combinar un 32,2%  de los fumadores era el alcohol, droga que, a su vez, fue consumida por la mitad de la población  al menos una vez durante el mes anterior. Un 44,4% de esos sujetos tomó más de 7 tragos por día y, al considerar los doce meses previos, un 19%  indicó consumir bebidas alcohólicas con una frecuencia de al menos una vez por semana (de estos, un 3,8% reportó consumo diario). Casi 2 de cada 10 refirieron episodios de embriaguez una o dos veces al mes. Aunque la droga con la cual combinó casi un 50% durante el último año es el tabaco, 1 de cada 10 tomadores lo hizo con mariguana.

Las prevalencias de vida  de consumo de sustancias ilegales fueron mayores que las halladas en otros centros de detención del país durante el mismo año, no así el consumo reciente, el cual fue mayor en estos últimos. Lo anterior podría estar relacionado con la adecuación de los privados de libertad al régimen de custodia en el cual se encuentran ubicados, así como a su plan de atención técnica.

Las edades promedio halladas en el presente estudio con respecto al inicio en el consumo de tabaco y alcohol son inferiores a las de la población nacional (12) (14,31 y 16,55 años, respectivamente), lo mismo que las de mariguana y cocaína (16,48 y 22.94 años).  Una iniciación a temprana edad, como demuestran estos datos, estaría siendo un factor que, en relación con variables sociales y económicas en deterioro, contribuirían a favorecer el desarrollo de conductas antisociales y conflictos con la justicia.

 

2. Opiniones sobre la oferta y la demanda de drogas

Es criterio de los sujetos entrevistados que la consecución de drogas en el país es una tarea bastante fácil, el cual es un punto de vista compartido por otros grupos (4) (12),  y más de un 80% de la población estimó que la facilidad para conseguirlas estriba en que la oferta está muy extendida.  No obstante, la  opinión de los sujetos acerca de la facilidad para conseguir drogas  en su propia comunidad de residencia fue diferente: 44% lo consideró difícil o muy difícil.  Acerca de la obtención de sustancias psicoactivas en  el Centro en el cual se efectuó el estudio,  un 31% la calificó como fácil o muy fácil, en tanto que 16 sujetos no respondieron  y 41,4% la calificó como difícil o muy difícil. Este hecho pone de manifiesto una situación que, si bien ha sido reconocida dentro de todo el sistema penitenciario, pero en especial en los centros cerrados,  podría juzgarse como preocupante dadas las características del Centro San Agustín, al evidenciar francas posibilidades de tráfico.
Con respecto a la percepción de los privados de libertad sobre el consumo de drogas entre sus compañeros del centro, sobresale que, para cerca de una tercera parte, la mitad o más de sus compañeros son consumidores (Véase la figura 1). Lo anterior contradice los datos de prevalencia de consumo activo encontrados para la mayoría de las sustancias y revela, al mismo tiempo, la posible intención de los sujetos de la cohorte por brindar una buena imagen en lo que a su consumo respecta.

 
 Figura 1
Percepción de los sujetos acerca de la cantidad de compañeros que consumen drogas. Centro Semi-Institucional SanAgustín. Costa Rica, noviembre  - 1996
 
 

 3. Percepciones de riesgo

 Los privados de libertad del Centro San Agustín percibieron el “crack”, independientemente de la frecuencia de consumo, como la droga que causa más daño, seguida de la cocaína y la mariguana, según puede observarse en el cuadro 4 Como era de esperar, el porcentaje de entrevistados que atribuyeron riesgo severo al consumo de una droga, aumentó a medida que se incrementó la frecuencia de consumo de la misma. Sin embargo, llama la atención que el consumo de 1-2 veces por mes  fue considerado de riesgo severo por un porcentaje menor de privados de libertad, que el consumo de 1-2 veces en la vida, situación que se repite en cada una de las drogas. Lo anterior pudo deberse a tres factores: la dificultad de los privados de libertad para separar su propia experiencia del aspecto cognitivo involucrado en la pregunta; la  ubicación de la pregunta, en calidad de inicial; o bien, la tendencia, en algunos sujetos de brindar respuestas socialmente deseables al principio, para luego rectificar cuando se pedía mayor detalle.

Cuadro 4
Percepción de los sujetos sobre el consumo de diferentes drogas ilícitas, por tipo de droga y nivel de riesgo atribuido,  según frecuencia de consumo. Centro Semi-Institucional San Agustín Costa Rica, noviembre - 1996 (Valores porcentuales)
 
  Frecuencia de Consumo 
Droga y Nivel  de Riesgo  1-2 veces en la vida   1-2 veces por mes  1-3 veces por semana   4 ó más veces por semana 
Mariguana:        
      Ningún riesgo 31,3  24,5  14,9  10,6 
      Riesgo leve  18,8  24,5  14,9  12,8 
      Riesgo moderado 14,6  20,4  19,1  12,8 
      Riesgo severo 35,4  30,6  51,1  63,8 
Cocaína:        
     Ningún riesgo  16,3  14,6  10,6  12,5 
     Riesgo leve 14,3  10,4  2,1  0,0 
     Riesgo moderado 14,3  25,0  12,8  4,2 
     Riesgo severo  55,1  50,0  74,5  83,3 
Crack:        
     Ningún riesgo  14,3  14,9  8,7   8,2 
     Riesgo leve 6,1  6,4  0,0  2,0 
     Riesgo moderado 6,1  21,3  13,0  4,1 
     Riesgo severo 73,5  57,4  78,3  85,7 
Heroína:        
   Ningún riesgo 19,1  ---  ---  --- 
   Riesgo leve 4,3  ---  ---  --- 
   Riesgo moderado 6,4  ---  ---  --- 
   Riesgo severo  70,2  ---  ---  --- 
         
              --- = No se consultó

En el caso de los tranquilizantes, ocurrió lo mismo que con las drogas ilícitas: la percepción de riesgo severo pasó de un 45.8% (consumir 1 ó 2 veces en la vida), a 38.3% para el consumo de 1 ó 2 veces por mes  y a 64,4% para el consumo de 4 o más veces por semana.

Solamente en la percepción acerca de la inhalación de cemento o thinner se observa un aumento en la atribución de riesgo severo al pasar de 55.3% (1-2 veces en la vida) a 64.6%  (1-2 veces por mes) .

En lo referente a la práctica de fumar tabaco, un 63.3% señaló como riesgo severo fumar ½ paquete de cigarrillos por día, mientras que el 73.5% lo hizo en relación con fumar 1 ó más paquetes diarios.

Para el alcohol, como se observa en el cuadro 5,  el aumento en el número de tragos diarios originó un incremento en la atribución de riesgo severo. También, se apreció que el 80.9% de los privados de libertad calificaron como riesgo severo ingerir 5 ó más tragos diarios.

Cuadro 5
Percepción de los privados de libertad sobre ingerir bebidas alcohólicas diariamente, por nivel de riesgo atribuido, según número de tragos Centro Semi-Institucional San Agustín Costa Rica, noviembre - 1996 (Valores porcentuales)
 
  TRAGOS DIARIOS 
NIVEL DE RIESGO  1-2  3-4   5 ó más 
Ninguno 19,1  10,9  8,5 
Leve 19,1  10,9  0,0 
Moderado 19,1  23,9  10,6 
Severo 42,6  54,3  80,9 
 

 
3.1 Comparación con otros grupos

Al comparar las percepciones de los privados de libertad con las encontradas en 1993 entre profesionales, estudiantes con carné 1992 de las universidades estatales, y estudiantes de décimo y undécimo años de secundaria; se  observan algunos aspectos relevantes. Entre quienes califican como riesgo severo la práctica de consumir 1-2 veces en la vida alguna droga ilícita (mariguana, cocaína y heroína)  la mayor proporción correspondió a los privados de libertad, seguidos por los universitarios, profesionales y, por último, los colegiales. Esta percepción puede obedecer -y constituye motivo de mayor investigación-  a que los privados de libertad asocian la experimentación con drogas con la posibilidad de llegar a la adicción.

A medida que la frecuencia en el consumo de la droga aumenta, se experimentan algunos cambios. Por ejemplo, el consumo de  alguna droga ilícita 4 ó más veces a la semana, es percibido como riesgo severo por amplios porcentajes de las cuatro poblaciones; no obstante, a los privados de libertad les corresponde una proporción menor, lo cual los ubica como poseedores de una percepción menos realista frente al abuso, hecho que debería considerarse en los planes de información y de prevención propiamente dichos. Este hecho evidenciaría que la experiencia de consumo de los sujetos, o el estar familiarizados con ésta, dadas las condiciones sociales y de reclusión, distorsiona sus patrones cognitivos y actitudinales.

Un hecho muy llamativo, cuya explicación podría ser lo anteriormente citado, se refiere a la percepción sobre el consumo de tranquilizantes 1-2 veces en la vida: un 45.8% de los entrevistados en San Agustín lo calificó como de riesgo severo, contra un 8.3% de los colegiales, un 7.9% de los universitarios y 4.4% de los profesionales.  Al igual que con las drogas ilícitas, el consumo de tranquilizantes de 4 ó más veces a la semana fue calificado como riesgo severo por un porcentaje menor de presos en comparación con las demás poblaciones. Es importante mencionar que el consumo de tranquilizantes es común en las cárceles. Se conoce que además de la prescripción, a cargo de un médico, ha existido un mercado negro de amplias dimensiones. Por relevamientos informales  se conoce que, en diferentes momentos históricos, el empleo de tranquilizantes formó parte de los mecanismos de control social de la población recluida.

En esta misma línea, la ingesta diaria de alcohol, es decir, el consumo de 1 ó 2 tragos diarios  es visto por el 42.6% de los reclusos como riesgo severo, contra un 37.8% de los universitarios, 34.7% de los colegiales y un 29.3% de los profesionales. Además de la posibilidad de que ésto revele una inclinación a dar una buena imagen, también podría relacionarse con la  limitación institucional del privado de libertad de consumir alcohol mientras permanece fuera del Centro.

Sin embargo, al ser consultados sobre consumir 3 ó 4 tragos diarios, el porcentaje de privados de libertad que le atribuyen riesgo severo es desplazado hasta el tercer lugar (54.3%) al ser superados por los universitarios y los colegiales (70.2% y 63.4% respectivamente). El 52.5% de los profesionales calificaron de riesgo severo el consumir 3-4 tragos diarios de alcohol.  Nótese que las diferencias en todos los grupos -menos el de privados de libertad- con respecto a consumir 1 o 2 tragos diarios, frente a la ingesta de 3 ó 4,  revelan incrementos cercanos al 100%. Esto indica, para los sujetos en estudio, que no estarían diferenciando mayormente entre una y otra forma de consumo. Más en general,  se pone de manifiesto una tendencia en ellos a ubicarse en posiciones extremas, circunstancia que bien podría relacionarse con experiencias vitales límite, fueran estas previas a la reclusión o durante la misma, matizadas algunas de ellas por la presencia de fuertes elementos de impulsividad. 

 
  Cuadro 6
Proporción de entrevistados que califican como de riesgo severo consumir una droga ilícita “1 ó 2 veces en la vida”, por droga, según población Centro Semi-Institucional San Agustín Costa Rica, noviembre - 1996. (Valores porcentuales)
 
  POBLACIÓN 
TIPO DE DROGA  Profesional  Universitaria  
 
Colegial   Priv. de Libert.  
 
Mariguana 11,6  26,5  17,5  35,4 
Cocaína 26,4  38,6  24,1  55,1 
Crack 40,3  54,4  37,8  73,5 
Heroína  43,1  49,9  32,4  70,2 
 

La desigualdad muy marcada entre privados de libertad y demás poblaciones en cuanto a sus percepciones sobre el riesgo del consumo experimental, podría obedecer a varios factores. Primeramente deben tomarse en cuenta las diferencias de nivel educativo entre los grupos, ya que los no privados de libertad poseen mayor acceso a conocimientos científicos sobre el tema y más información sobre la realidad en general. En segundo lugar, existe una diferencia de tres años entre la aplicación del instrumento a estos y a los privados de libertad, lapso en el cual se ha producido una mayor exposición  de los últimos al manejo inadecuado que efectúan los medios de difusión sobre las drogas.
 

 4. Relación consumo de drogas-actividad delictiva

 Tal como se desprende de la figura 2, las proporciones de privados de libertad que reportaron que el delito ocurrió bajo los efectos de alguna droga,  así como aquellos que refirieron que el mismo fue cometido para conseguirla, son relativamente altas y mantienen concordancia con los datos obtenidos en 1992 en cuatro centros penitenciarios nacionales.  (8)

Figura 2

Criterio de los sujetos acerca de si el delito ocurrió bajo los efectos de alguna droga y si el mismo fue para conseguirlas Centro Semi-Institucional San Agustín Costa Rica, noviembre - 1996

En este sentido, se encontró una asociación altamente significativa entre cometer el delito bajo los efectos del alcohol u otra droga y que éste tuviera la finalidad de obtener la misma (p= 0.000), situación que podría expresar importantes niveles de dependencia con respecto a la sustancia, al punto que el sujeto se estaría desenvolviendo de manera inadecuada en el mundo exterior a partir de un principio de realidad, en el sentido de no prever las consecuencias legales de sus acciones.  Al respecto, llama la atención que el 83,3% de quienes cometieron el delito para conseguir la droga incurrieron, a su vez, en ilícitos contra la propiedad, lo cual es esperable pues éstos persiguen, básicamente, un beneficio económico para su autor.

En cuanto al rubro de detenciones anteriores, por problemas relacionados con el consumo de alcohol y/o drogas, un 28,3% de los sujetos manifestó dicho tipo de antecedentes. Esta cifra guarda también relación con los datos hallados en Costa Rica durante 1995 y 1996 en otros establecimientos penales del país. (10)

Lo anterior evidencia que no existe una relación lineal y generalizada entre el consumo de sustancias y el comportamiento delictivo y, más bien, estos fenómenos tienden a presentarse como manifestación sintomática de una problemática psicosocial similar. Estos argumentos también encuentran sentido en los planteamientos de otros autores e investigaciones.  (5) (9) (14)

 
 5- Otros hallazgos

Con respecto a la escala “CAGE”, un 13,8% de los privados de libertad registró indicadores de alto riesgo de alcoholismo, mientras que un 20,7% reportó puntajes de alcoholismo como enfermedad. Al excluir a quienes no han experimentado la ingestión de alcohol, el problema se hace más visible, puesto que la mitad presenta una condición problemática en cuanto al manejo del alcohol. En efecto, se trata de una población con una alta probabilidad de presentar problemas de alcoholismo, cuya magnitud es considerable en comparación con los hallazgos de la encuesta nacional sobre consumo de drogas de 1995, mediante la cual se estableció que  un 16,6% de la población entre 12 y 70 años se catalogaban como “bebedores problema”.

En cuanto al “APGAR familiar”, más de la mitad de quienes contestaron esta prueba (74,5%) se encontraron satisfechos con sus relaciones intrafamiliares, por lo que se puede afirmar que esta prueba no determinó factores de riesgo para la conducta delictiva o consumidora de drogas.

Por otra parte, el “Inventario de Trastornos de Conducta durante la Infancia” (ISCDI), reveló que el 87,8% registró puntajes asociados con la categoría sin riesgo significativo. En este caso, los ítemes contenidos en esta prueba tampoco parecen constituirse en factores de riesgo para los tipos de conducta desviada analizados.

En la asociación CAGE - APGAR se determinó que el 75% de los sujetos que manifestaron necesidad de apoyo familiar se ubicó, según el CAGE, como alcohólico y que el 78,9% de los individuos no alcohólicos manifestó satisfacción familiar.

Llama la atención que en la relación CAGE-ISCDI no se encontró significancia entre los polos negativos de ambas escalas, a excepción de que el 94,4% de quienes se ubicaron como no alcohólicos en el CAGE calificaron sin riesgo significativo en el ISCDI.

 Aun más dudas surgen al analizar la relación APGAR-ISCDI; pues el 66,7% de quienes manifestaron necesidad de apoyo en el APGAR se ubicó sin riesgo significativo en el ISCDI;  el 83,3% de quienes reportaron disfunción familiar en el APGAR no registraron riesgo significativo en el ISCDI. Por otro lado, el 90% de los sujetos que expresaron satisfacción familiar en el APGAR se calificaron sin riesgo significativo en el ISCDI.

De las anteriores relaciones entre estas escalas surgen tres posibles explicaciones preliminares:
 a-  que existe mayor probabilidad de que quienes contesten positivamente en una de las escalas lo hagan de igual forma en las restantes.
 b-  que el bajo número de casos  no facilitara  el establecimiento de relaciones entre los instrumentos y,
 c-  que los privados de libertad que contestaron las escalas lo hayan hecho falseando la información, o bien, que sus respuestas se produjeran al azar.

Otro aspecto que cabe señalar es que el 80% de los privados de libertad que reportaron alto riesgo en el ISCDI descontaban sentencia por delitos contra la propiedad, ubicándose el 20% restante en infracciones a la Ley de Psicotrópicos.

En lo relativo a la asociación entre el ISCDI y el consumo activo de sustancias (prevalencia del último mes), únicamente se destaca que la totalidad  de los consumidores activos de mariguana se ubicaron con alto riesgo en el ISCDI (p=0,000).

 
Discusión

Los resultados de esta investigación permiten poner de manifiesto ciertas limitaciones de orden metodológico que deben considerarse para estudios posteriores, sean estos realizados con privados de libertad en modalidades de custodia abiertas o cerradas.  El hecho de que el instrumento fuese autoadministrado se inspiró en la necesidad de brindar más confianza a  las personas y así obtener respuestas más confiables; sin embargo, se careció de la posibilidad de aplicarlo cara a cara, al optarse por la alternativa grupal, lo cual dio lugar a cuestionarios con falta de coherencia interna, algunos incompletos y  una tendencia generalizada a brindar una buena imagen. Esto último podría estar relacionado con la presencia de componentes sociopáticos en esta población o bien con el hecho de que los sujetos se encontraban en un centro abierto, pues pese a que se aclaró suficientemente el carácter confidencial del instrumento,  una buena parte de los individuos parece haber respondido para evitar consecuencias indeseables en relación con su ubicación penitenciaria.

Por las limitaciones antes anotadas, y en general para obtener mayor colaboración y resultados más válidos, conviene preguntarse sobre la conveniencia de complementar la técnica de encuesta con procedimientos de investigación cualitativa.

El problema del consumo de drogas entre los privados de libertad es de proporciones alarmantes, y aunque puede variar de acuerdo con la modalidad de ejecución penal en la cual se encuentren, en el Centro San Agustín en particular se observa que el consumo activo no es tan elevado en comparación con las otras prevalencias. Esto podría sugerir que los privados de libertad se estarían adecuando a su proceso de reincorporación sociofamiliar o bien, como fue señalado anteriormente, responder a su inclinación por dar una imagen positiva.

En materia de prevención, parece importante brindar a este sector información fidedigna sobre las implicaciones del consumo de drogas, así como desarrollar de una manera creativa y autogestionaria sus potencialidades o aquellas áreas positivas de su vida.

La visión subjetiva de las personas en la población general acerca del papel del consumo de drogas como causa de la actividad delictiva, no solo carece de fundamento sino que, además, le permite al privado de libertad depositar la responsabilidad de su conducta ilícita en un objeto externo, el cual en este caso es la droga. En otras palabras, al sujeto que establece esta relación se le facilita proyectar la culpa y con ello no asumir la reparación del objeto dañado, razón por la cual las tareas de la prevención y el tratamiento resultan empresas complejas, al requerir de procedimientos técnicos novedosos que coadyuven a procesos dinámicos y al ser necesarios nuevas estrategias de investigación que sometan a prueba la eficacia de los métodos preventivos y terapéuticos dentro del sistema penitenciario.

Del presente estudio se desprende la necesidad de mayor investigación sobre factores de riesgo y factores protectores en esta población, sobre todo a partir de la doble condición de marginación delincuente-drogadicto y de los resultados optenidos con el APGAR familiar y el ISCDI, así como en lo relativo a características de personalidad.

La opinión acerca de una fácil disponibilidad de las drogas en el país es bastante elevada, pues para las tres sustancias que se consultó (mariguana, cocaína y “crack”) superó el 70%. Si bien este porcentaje es menor que las proporciones halladas en la encuesta nacional de 1995, podría reflejar un criterio más objetivo, en tanto se trata de un sector poblacional con experiencias vitales más cercanas al fenómeno.

No obstante, los porcentajes asociados con la facilidad de obtener drogas en el centro y en la comunidad de residencia disminuyen sensiblemente, lo cual también podría evidenciar la intensión del grupo en estudio por brindar una imagen favorable y su relación con rasgos o elementos sociopáticos.

Para finalizar, cabe señalar que la opinión de casi una tercera parte de los sujetos en torno a la factibilidad de conseguir drogas en el centro pone de relieve el delicado tema  del tráfico ilícito al interior de los penales y la necesidad de mejorar las condiciones de seguridad y los procedimientos de requisa.

 
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*Psicólogo, Ministerio de Justicia y Gracia, Apartado postal 1871(1100) Tibás, FAX 233 5946

**Psicólogo Especialista en Farmacodependencia, Jefe del Depto de Investigaación del Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia. Apartado postal 1415    (2050), San Pedro, FAX 224 6762

***Estadístico, Depto. de Investigación del Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia, Apartado postal 4494 (1000), San José, FAX 224 6762

****Psicólogo, Servicios Profesionales y Técnicos en Proyectos de Desarrollo El Productor R.L., Apartado postaal 862 (2050), San Pedro, FAX 255 0733

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