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Revista Geológica de América Central

versión On-line ISSN 0256-7024versión impresa ISSN 0256-7024

Rev. Geol. Amér. Central  no.65 San Pedro de Montes de Oca jul./dic. 2021

http://dx.doi.org/10.15517/rgac.v0i65.47003 

Articles

Terremoto de Limón de 1991: reflexiones generadas del trabajo psicológico realizado desde la Escuela de Psicología de la Universidad de Costa Rica

Limon's earthquake in 1991: resulting reflections from the psychological work carried out by the School of Psychology of the University of Costa Rica

Lorena Sáenz-Segreda1 

José M. Salas-Calvo1 

Jimena Escalante-Meza1 

Valeria López-Thompson1 

1Universidad de Costa Rica (UCR), Escuela de Psicología (EPS), San José, Costa Ricajimena.escalantemeza@ucr.ac.cr

Resumen

El artículo es una reconstrucción de la experiencia de apoyo psicológico en la atención de la emergencia por el terremoto de Limón en 1991. Se desarrolla una metodología cualitativa basada en la construcción de memoria colectiva y la sistematización de la experiencia, se crea un dispositivo de reuniones virtuales entre el equipo para la construcción colectiva de la experiencia, los ejes de sistematización, aprendizajes y alcances. La sistematización aborda: antecedentes, el ingreso de la psicología (desde la Escuela de Psicología) y las acciones realizadas durante y luego de la situación del terremoto. Las principales reflexiones establecen que esta experiencia fue fundamental para el trabajo de la Universidad de Costa Rica en materia de emergencias y desastres en el trabajo interdisciplinario, el apoyo y fortalecimiento de sedes regionales en materia de gestión del riesgo y acompañamiento psicosocial, y la integración de diversas instancias para la gestión del riesgo.

Palabras clave: sistematización de experiencias; trabajo interdisciplinario; desastre; trabajo interinstitucional; intervención en desastres

Abstract

The article is a reconstruction of the experience in psychological support in the emergency attention process after the Limon earthquake in 1991. By making use of a qualitative research method based on construction of collective memory and experience systematization, thus the group sets up virtual meetings in which collective reconstruction of the experience, axes of systematization, lessons learned, and achievements were discussed. The systematization handles: background information, Psychology's entrance (with the School of Psychology), and actions carried out during and after the earthquake took place. Chief reflections establish that this experience was fundamental for University of Costa Rica's work in the emergencies and disasters field, i.e. interdisciplinary work, supporting and strengthening of their satellite campuses in topics of risk management and psychosocial support, and lastly the integration of various instances for risk management.

Keywords: Systematization of Experiences; Interdisciplinary Work; Disaster; Interinstitutional Work; Disaster Intervention

Introducción

El abordaje psicosocial en emergencias y desastres que se realiza, en la actualidad, desde la Escuela de Psicología de la Universidad de Costa Rica (en adelante UCR) tiene al menos dos antecedentes históricos importantes: el huracán Joan -1988- y el terremoto de Limón -1991-, estos marcan el ingreso de la psicología en la atención de emergencias y desastres brindando una primera ayuda psicológica.

Fueron precisamente estas primeras experiencias en la década de los noventas las que mostraron la insuficiencia del paradigma asistencialista de la atención del desastre y la necesidad de transitar hacia el de Gestión del riesgo. Ello posibilita la preparación, desde la Escuela de Psicología, de un equipo que implemente su práctica con un enfoque psicosocial y comunitario. Enfoque que continuará desarrollándose epistemológica, conceptual y metodológicamente hasta la creación de la Brigada Acompañamiento Psicosocial en situaciones de Emergencias y Desastres. Desde ese momento y hasta la actualidad, la Brigada se ha dedicado a brindar acompañamiento psicosocial en comunidades afectadas por emergencias y desastres, vinculando el enfoque de gestión del riesgo con la promoción y el fortalecimiento de capacidades locales.

La Brigada es un proyecto de la Escuela de Psicología, que se inscribió en el año 1996 en la Vicerrectoría de Acción Social, específicamente en la Sección de Extensión Docente como el Proyecto ED-74.

El objetivo del proyecto es fortalecer los procesos de acompañamiento psicosocial de las comunidades en riesgo ante desastres y emergencias de manera que se promocione la salud mental, así como la organización comunitaria y la articulación institucional para la atención y recuperación psicosocial.

La Brigada está conformada por un equipo de docentes y estudiantes brigadistas, voluntarios y voluntarias, que pertenecen a distintas carreras, como psicología, salud ambiental, geografía y otros. Estas personas son debidamente capacitadas para brindar acompañamiento psicosocial a la población afectada por una emergencia o desastre.

La Brigada y el Sistema Nacional de Gestión del Riesgo

Actualmente el quehacer de la Brigada está vinculado con el Sistema Nacional de Gestión del Riesgo (SNGR) y está respaldado en la Ley N°8488 ''Ley Nacional de Emergencias y Prevención del Riesgo'', la Política Nacional de Gestión del Riesgo 2016-2030, el Plan Nacional de Gestión del Riesgo 2016-2020 y la Política Nacional de Salud Mental 2012-2021. Además, se trabaja en coordinación con el Comité Asesor Técnico de Apoyo Psicosocial (Cataps) de la Comisión Nacional de Prevención de Riesgos y Atención de Emergencias (CNE), en específico con los Comités Municipales de Emergencias (CME) de cada localidad, según la emergencia.

Cabe resaltar que la Brigada de Acompañamiento Psicosocial no sólo actúa durante las situaciones de emergencia, sino que, posterior a ellas, se realizan seguimientos a las comunidades o poblaciones con las que se trabajó para monitorear el comportamiento de estas. Por otro lado, también se brindan capacitaciones en los ámbitos interno y externo de la UCR.

La Escuela de Psicología de la UCR, acorde con su plan de estudio del año 1990, ha realizado grandes esfuerzos por vincular la docencia, la investigación y la acción social en el campo de la intervención en emergencias y desastres, es así como la Brigada trabaja en forma coordinada con el Módulo de Psicología de la Organización Comunitaria, el Módulo de Psicología y Atención de Situaciones de Desastre y con el Trabajo Comunal Universitario TCU-550 ''Gestión de riesgo en comunidades amenazadas del país'' y con diversos proyectos de diferentes instancias de investigación y unidades académicas dentro y fuera de la Universidad de Costa Rica.

El presente artículo pretende presentar el antecedente fundamental para la Brigada a partir de la reconstrucción de la experiencia de abordaje interdisciplinario e interinstitucional que docentes de la Escuela de Psicología realizaron en el año 1991 en el terremoto de Limón. También busca ofrecer una reflexión acerca de los aportes que esta vivencia tuvo para el trabajo interdisciplinario y especialmente para el transitar de una atención psicológica a un abordaje psicosocial como se realiza actualmente en la Escuela de Psicología.

Metodología

La realización del presente artículo se realizó mediante una reconstrucción de la experiencia de abordaje psicológico de las poblaciones afectadas por el terremoto de Limón de año 1991 sobre la base de la memoria de sus participantes e información documental existente.

La sistematización que da pie a este producto se hizo con una perspectiva cualitativa según la propuesta de González (2007) quien defiende el carácter constructivo-interpretativo del conocimiento, el cual se comprende como un proceso bidireccional en relación con la realidad y no como su aprehensión lineal. La investigación, de este modo, produce un campo de reflexión configurado a partir de la intervención psicosocial.

Para este fin se construyó un dispositivo de recuperación de la memoria grupal sobre el acontecimiento intensamente vivido, esto implica, sin duda, una manera a la vez común e individual de percibir el medio ambiente y una estrategia compartida de creación de significaciones que apuntan a la transformación de su realidad (Robles, Reygadas, Escontrilla, Cruz, Hernández, Villegas, Neria y Toledo, 2011).

Con esto también se reafirma que el conocimiento es una producción humana, que intenta superar la ilusión de validez y legitimidad de este como correspondencia lineal con la realidad. Más bien ''(…) encuentra su legitimidad en la capacidad que una construcción tiene para generar nuevas construcciones en el curso de la confrontación del pensamiento del investigador con la multiplicidad de eventos empíricos que coexisten en el proceso investigativo'' (González, 2007, p. 5).

Aunque no todas las personas que participan en la elaboración de este artículo estuvieron involucradas directamente en la experiencia de 1991, la reconstrucción de la memoria colectiva tiene la ventaja de permitir la comparación y contrastación de las narraciones de manera conjunta y permite a cada participante generar ideas e interrogantes que facilitan trazar un hilo de lo sucedido, el modo en que esto fue vivido e identificar los alcances, obstáculos y aprendizajes de la experiencia.

Sistematizar experiencias es, en concreto, recorrer un camino andado, tal como nos lo propone Oscar Jara (1994): ''La sistematización es aquella interpretación crítica de una o varias experiencias que, a partir de su ordenamiento y reconstrucción, descubre o explicita la lógica del proceso vivido, los factores que han intervenido en dicho proceso, cómo se han relacionado entre sí, y por qué lo han hecho de ese modo'' (Jara, 1994, p. 22).

De esta manera, se realizaron muchas sesiones por medio de la plataforma Zoom (dadas las condiciones de confinamiento como resultado de la pandemia) para que los participantes de la experiencia de atención de terremoto del 1991, que son los que escriben, también, este artículo, intercambiaran memorias, reflexiones y documentos.

La primera sesión no tuvo un guion de trabajo, sino que las personas que participaron en la atención de la emergencia fueron narrando lo que recordaban, los modos de organización y el trabajo entre disciplinas e instancias, dentro y fuera de la UCR, entre otros aspectos. Con este material se fueron creando los ejes de sistematización de la experiencia de manera tal que quienes no participaron del abordaje, en su momento, fungieron como sistematizadores reconstruyendo las narraciones, generando interrogantes y líneas de análisis que se retomaron de manera colectiva posteriormente.

Los ejes de sistematización se validaron, entonces, en el equipo y colectivamente se identificaron los aprendizajes, nudos, alcances y pautas que tuvo el abordaje psicológico interdisciplinario. Luego se procedió a escribir el artículo, el que se constituye en un ejercicio reflexivo de sistematización como señala Jara (1994, p. 30), que sirve para:

-Tener una comprensión más profunda de las experiencias que realizamos, con el fin de mejorar nuestra propia práctica.

-Compartir con otras prácticas similares, las enseñanzas surgidas de la experiencia.

-Aportar a la reflexión teórica (y en general a la construcción de teoría), conocimientos surgidos de prácticas sociales concretas.

Antecedentes

Contexto de la Universidad de Costa Rica antes del terremoto en materia de desastres

La Escuela Centroamericana de Geología y la Escuela de Ingeniería Civil mediante sus tradicionales labores de colaboración, en el marco de convenios de la UCR con diferentes instancias del estado costarricense ya se desarrollaban acciones en el campo de las emergencias y los desastres. En particular, la Escuela Centroamericana de Geología tenía un vínculo con la CNE, especialmente en las áreas de vulcanología, meteorología y sismicidad, temas relevantes entre los años de 1986 y 1990 (Lavell, 1996).

Sin embargo, esta vinculación no fue bajo la figura de una intervención o de una colaboración institucional orgánica total, sino más bien de trabajos paralelos e individuales que no se enfocaron en la atención de emergencia o desastres.

Lavell (1996) explica, no obstante, que estos trabajos eran de colaboración interinstitucional, pues el interés por la atención de emergencias y desastres caracterizaba a las personas expertas de la época que dirigían distintos proyectos de investigación universitaria al respecto.

En este contexto institucional, la aproximación de la psicología, que recién se incorporaría, como se verá más adelante, se realizaría dentro del modelo tradicional del pre y post evento que era el dominante en toda la región, muy influenciado por el que desempeñaba la agencia Office of Foreign Disaster Assistance (OFDA) de los Estados Unidos.

Este enfoque que se centra en el evento estaba determinado por la mirada dominante de las ciencias naturales y, si se quiere, por un acercamiento de corte positivista. Lavell (1996) agrega que ''Lo imperativo y lo urgente asumen un papel preponderante sobre lo integral y la reducción futura de los desastres'' (p. 59). El paradigma fisicalista y emergencista, imperante en el país, no se proyectaba hacia la prevención y mitigación del desastre (este será tema de discusión más adelante, ya iniciada la década de los noventas).

Por consiguiente, esa era la orientación de intervención en la UCR ante situaciones de emergencia, tal vez con poca conciencia de tal circunstancia. Nuevamente, era un punto de vista de tipo técnico, de apoyo de la UCR a otras instituciones, pero sin obedecer de manera explícita a una visión de mundo y de intervención en materia de emergencias y desastres que fuera la guía de la institución. Aunado a esto, Lavell (1996) ubica el recorrido que explica la preponderancia del modelo, explayándose respecto del rol que tuvo la injerencia de la medicina, con el ''modelo médico-asistencialista'' (p. 59) y la ingeniería con el ''modelo ingeniero-logístico'' (p. 59), en la constante apuesta por un modelo técnico de abordaje del evento. Empero, ello no implicó que no se llevara a cabo una labor comprometida de alto nivel técnico y científico por parte de las distintas dependencias de la UCR que participaron incluida la Escuela de Psicología.

El abordaje de las emergencias y desastres, como parte del accionar de la Universidad de Costa Rica: El ingreso de la Escuela de Psicología

El trabajo que desde años atrás realizaba la Escuela de Geología fue el que permitió la incorporación de las ciencias sociales y especialmente de la Psicología en situaciones de desastres y emergencias. Sin desmeritar ese contexto histórico, con la atención de la emergencia por el huracán Joan en 1988, la psicología y específicamente la Escuela, entra por su propia iniciativa y a partir de ahí se enlaza con la labor que venían llevando a cabo esas otras disciplinas. El trabajo de campo mismo obligó a una estrecha colaboración de las distintas unidades académicas y, como se relatará más adelante, la capacitación de las personas de psicología por parte de profesionales de geología abrió una ventana de colaboración recíproca que se ha ido consolidando con el correr de los años.

Dicho trabajo psicológico inició en un nivel asistencial en la Ciudad Deportiva de la UCR, instalaciones utilizadas para albergar a la población desplazada de la zona del Caribe, incluyendo Talamanca, donde se pronosticaba que iba a ser el impacto directo del huracán.

Se puede afirmar que con Joan se inaugura la primera gran experiencia de trabajo propio de la disciplina, que fue muy intenso y se prolongó por varias semanas, llevándose a cabo tareas en grupos, en forma individual, con niños y niñas y con grupos de mujeres. Los hombres no fueron atendidos porque no se tenía, todavía, la experiencia o bases teóricas y epistemológicas necesarias.

Esta experiencia fue la oportunidad para poner en práctica los elementos teóricos y metodológicos de la psicología, procurando ajustarlos a una situación nueva, como fue atender una emergencia por causa de un fenómeno natural. El bagaje que se tenía en esos menesteres era muy poco, lo que exigía de inventiva, creatividad y actuar en un esquema de ensayo-error. Básicamente, se llevaron a cabo labores en los niveles secundario y terciario en el ámbito de la salud mental y emocional.

Con esta intervención empieza a gestarse la presencia de la UCR, no solamente desde la perspectiva fisicalista sino, también, apuntando a identificar que le sucedía a las personas y a los colectivos sociales de referencia (familias, organizaciones, comunidades y otras agrupaciones presentes), abriéndose paso un enfoque social y siendo el momento donde la Escuela de Psicología marca la pauta. La incorporación de la disciplina aporta la visión y perspectiva psicosocial y comunitaria, a la que se le articulan, más adelante, otras disciplinas de la Ciencias Sociales, como geografía y sociología.

Dada la fuerte y determinante experiencia vivida con Joan a inicios de la década de los noventas empieza el contacto y la formación en el Modelo de Gestión del Riesgo. Este modelo procura, más allá de atender el evento, gestionar las condiciones de las amenazas y las vulnerabilidades que tienen los grupos, las comunidades y los países para trascender el esperar los eventos y entonces actuar. Ello lleva a empoderar a las personas y a las comunidades y permite un mayor y mejor trabajo en el nivel preventivo y en el manejo que se tiene del riesgo de desastres ante eventos naturales y antrópicos (Campos-Guadamuz, Sáenz y Salas, 2001). Se trata del modelo de mayor desarrollo en América Latina y del que se recibió capacitación teórica y metodológica de alto nivel y por varios años.

Cuando ocurre el terremoto de Limón en 1991 ya las nociones clave de la Gestión del Riesgo empezaban a resonar y tomar forma en la acción psicológica y, posteriormente, en toda la labor universitaria. Lo asumen, también, otras unidades académicas como Trabajo Social y Salud Pública lo que permite hacer un planteamiento más integral para la atención de emergencias a la vez que se consolida el trabajo conjunto con Ingeniería Civil.

Mientras tenía lugar la apropiación del modelo de la Gestión del Riesgo, se dieron otras capacitaciones para los grupos que iban a trabajar al campo: primeros auxilios médicos y autocuidado, así como elementos básicos en materia de geología y de geografía (con docentes de las respectivas Escuelas). De esta forma el accionar de la UCR se torna más integral, interdisciplinario y con un enfoque de abordaje adoptado, consolidado y desarrollado.

Desde varios años atrás, en especial luego de la experiencia del huracán Joan y como parte de la consolidación interna de la atención de desastres y emergencias, se gesta la creación de la Comisión de Emergencias en la UCR, que funciona como tal durante varios años. Ello ya se hizo en un marco institucional con clara voluntad política por parte de las autoridades y con el compromiso consolidado de las diversas unidades académicas y administrativas.

La posterior transformación de la Comisión de Atención de Emergencias de la UCR a un Programa Institucional de Gestión del Riesgo y de Atención de Emergencias le dio un carácter oficial a la labor que se llevaba a cabo la universidad siempre en coordinación con la CNE.

Es llamativo el hecho de que toda esta visión para gestionar el riesgo ante desastres también influyó la dinámica interna de la UCR. Por ejemplo, como efecto del cambio, a mediados de la década de los noventa, el Programa Institucional toma una serie de medidas para promover que, durante la Semana Universitaria, se adoptaran medidas tendientes a la prevención y a la protección de quienes participaban en la celebración, sobre todo en aquellas de carácter masivo. En otras palabras, ya no se trataba solo de actuar ante eventos mayores, en el nivel nacional, sino también hacer intervenciones internas y de tipo preventivo.

No obstante, dado lo intenso de las acciones y ante la necesidad de contar con una mayor facilidad en la toma de decisiones y en las asignaciones presupuestarias, sobre todo cuando había emergencias, Primero la Comisión y luego el Programa que estuvieron adscritos a la Vicerrectoría de Acción Social pasaron a la Vicerrectoría de Administración. Ello hizo más expedito y ágil el trabajo. Por otro lado, todo lo académico y profesional estaba directamente bajo la coordinación de la Rectoría, de la cual siempre se obtuvo apoyo y agilidad para la toma de decisiones. Estos cambios permitieron que las tareas no se realizaran solo en la Sede Rodrigo Facio, sino que también se desplegaban en las distintas Sedes, ubicadas en las regiones donde se daba la emergencia y la necesidad de atenderla. Un ejemplo claro fue el trabajo en la Sede del Atlántico, a raíz del terremoto de Limón, como se detallará más adelante.

Cabe acotar que esta necesidad de apoyar a las diversas sedes se dio por la gestión de la Jefatura de la Sección de Servicios Generales de la Vicerrectoría de Administración, con la cual siempre se coordinó de manera fluida y expedita. La toma de decisiones en la Vicerrectoría y en la Sección de Servicios Generales eran básicas para la organización y el trabajo de campo: transportes, cuadrillas de mantenimiento, presupuesto y finanzas.

Toda esta acción universitaria se realizó de manera conjunta de la academia con la administración por lo que no fue solo una tarea interdisciplinaria sino el trabajo de una sólida voluntad institucional de apoyar al país (y luego a otros de la región). Desde el inicio, el trabajo fue interdisciplinario característica que se consolidó y se mantiene a lo largo de los años.

Así nace y se consolida el Programa Institucional que ha tenido un rol muy importante desde su gestación hasta nuestros días. Toda esta acción universitaria no surgió por decreto o por acuerdos de las autoridades de la institución. La Comisión, el Programa y las tareas que se realizaban fueron las que luego se formalizan y entran a formar parte de la estructura de la UCR. La propuesta vino desde abajo, desde la práctica misma, que es retomada y apoyada por las autoridades universitarias, que han respaldado la iniciativa.

Bases conceptuales y metodológicas del equipo de Psicología de la Universidad de Costa Rica

La atención de las poblaciones humanas en los contextos de emergencia se ha caracterizado tradicionalmente por centrarse en el apoyo psicológico. El mismo consiste en generar una intervención de primer orden o ayuda psicológica, cuyo enfoque predominante en salud mental comunitaria ha sido de carácter preventivo. Lo importante de intervenir tempranamente es poder definir la forma de realizar el manejo de los eventos, identificar las formas del afrontamiento del estrés postraumático y prevención de trauma y permitir que la población tuviera acceso a servicios de salud mental.

Estos tres elementos han formado parte de la formación teórica y práctica de los y las estudiantes de psicología cuando se insertan en el espacio de las organizaciones comunitarias y han sido parte de los contenidos del Módulo de Psicología de la Organización Comunitaria. Este se inicia en el año 1991 y ha tenido como objetivos formativos que el o la estudiante conozca los principales lineamientos teóricos y metodológicos de la Psicología Comunitaria y que explore diferentes posibilidades de aplicación de esta en la realidad costarricense. El Módulo tiene también como finalidad, el brindarle al estudiante instrumentos teóricos y metodológicos para su inserción comunitaria desde la psicología y que desarrolle las actitudes y habilidades necesarias para el trabajo en estos espacios.

A partir del desarrollo del Módulo de Psicología Comunitaria, se implementa el Módulo de Psicología y Atención de Emergencias y Desastres, que se imparte desde el año 1996 y surge a raíz del compromiso asumido con la Comisión de Emergencias de la Universidad de Costa Rica, hoy Programa Institucional de Gestión del Riesgo y Reducción de los Desastres (PGRRD), en el que se acordó incorporar la temática de emergencias, desastres y gestión del riesgo de forma interdisciplinaria en los tres ejes fundamentales de la Universidad: Investigación, Docencia y Acción Social.

Este módulo pretende que el estudiantado conozca el enfoque de gestión del riesgo y la forma como se desarrolla el abordaje psicosocial de situaciones de emergencias y desastres en el trabajo con comunidades vulnerabilizadas del país, desde la mirada de los derechos humanos. Adicionalmente el módulo procura que los y las estudiantes comprendan el marco legal y normativo y se apropien de los lineamientos básicos para el trabajo de apoyo psicosocial en situaciones de emergencias y desastres.

La atención del impacto psicológico de los desastres cobra especial importancia para la salud mental a finales de la década de los ochenta y durante los años noventa. Dos grandes eventos evidencian la relevancia de atender las afectaciones psicológicas de las poblaciones afectadas: el terremoto de México en el año 1985 y la catástrofe de Armero en Colombia, el 13 de noviembre de ese mismo año.

En el caso del terremoto de Ciudad de México (19 y 20 de setiembre de 1985) se observa que se:

desencadenaron un número indeterminado de personas con alteraciones psicológicas diversas, clasificables globalmente bajo el síndrome de neurosis traumática. Los síntomas más frecuentes que informaron los profesionales de la salud mental, en los días posteriores a los sismos fueron irritabilidad exagerada, miedo, angustia, poca disponibilidad para el reposo e insomnio. Desde luego las personas más afectadas sufrieron directamente la pérdida de familiares, seres queridos, habitación o bienes necesarios para el sostenimiento. Desde entonces se anticipaba que, una vez resueltos los problemas de sobrevivencia, y terminadas las labores de rescate, la gente comenzaría a tomar plena consciencia de las pérdidas sufridas, se agudizarían sentimientos como la desesperación, impotencia, tristeza y depresión, y se evidenciaría los casos de duelo psicológico (Piña, Torres, Prawda y Pérez, 1991, p. 267).

El enfoque de la época enfatiza en el impacto en la salud mental de los desastres y su abordaje desde un paradigma patologizante y traumático. Esto daría paso a nuevas posturas desde la psicología, entre ellas los trabajos de Raquel E. Cohen (1999), profesora del Departamento de Psiquiatría de la Escuela de Medicina de la Universidad de Miami, Florida, quien propone que las reacciones psicológicas frente a eventos traumatizantes en desastres constituyen estrategias de resolución o afrontamiento ante una crisis.

Los desastres como generadores de crisis humanitarias ameritan que se proporcione a las personas apoyo emocional durante el periodo agudo posterior a un evento. El objetivo de estos servicios es ayudar a los damnificados (como se conceptualizaba en el momento) a expresar y comprender las reacciones ante los eventos y facilitar su procesamiento y estabilidad emocional.

Este marco determinó, en esos momentos, un reto para la Escuela de Psicología: capacitar a docentes para brindar atención en salud mental ante las emergencias nacionales reconociendo el impacto de estas en las personas y los mecanismos de resolución personal y comunitario que se ponen en práctica para fortalecerlos. Ello mediante las labores de acción social (no formalizadas en proyectos propios de la Vicerrectoría en esos momentos).

En el ámbito interno universitario, la Rectoría y la Vicerrectoría de Acción Social facilitaron recursos para la capacitación permanente y multidisciplinaria del personal que atiende emergencias como, por ejemplo, el primer curso que se impartió sobre Administración de Desastres facilitado por OFDA. En él se contó con la participación de docentes de las Escuelas de Geología, Geografía, Medicina, Trabajo Social, Sociología, Psicología y miembros de la Comisión de Emergencias de la UCR.

La Escuela de Psicología desde mediados de los años 90s asume el compromiso de capacitar a algunos y algunas de sus docentes en esta nueva rama de la psicología para fortalecer los cursos de Psicología de la Salud. Además, en el curso de Salud Pública y Comunidad se incluyeron las bases conceptuales y metodológicas que orientaban a la nueva propuesta.

La atención de las personas afectadas ameritó una diversidad de enfoques orientados a establecer cuál concepto de salud mental se debía trabajar. La propuesta de la doctora Cohen (1999) generó pautas al respecto, según ella la intervención debía proporcionar asistencia en crisis para aminorar las reacciones postraumáticas mediante una atención rápida, oportuna, precisa y en sitio.

Esta propuesta apostaba y apuesta por escuchar los relatos, reflejar empatía, validar experiencias, vivencias y sentimientos, y devolver estrategias de afrontamiento asertivo. Era importante no psicopatologizar las reacciones de las personas afectadas, y más bien verlas como reacciones esperables ante situaciones críticas.

Algunos otros cambios que introdujo fueron: no centrarse en la atención individual; explorar redes de apoyo y fortalecer la interacción grupal; potenciar y mejorar la comunicación entre el personal de primera respuesta y la población afectada; y establecer una intervención en el aquí y ahora de amplia cobertura. También se contemplan elementos que involucran a las personas que conforman los equipos de trabajo, instándoles a tomar consciencia sobre el impacto de la tarea en el personal de Psicología y desarrollar acciones de autocuidado apropiadas (Cohen, 1999).

Reconstrucción de la experiencia con el terremoto de limón

Contextualización del terremoto de Limón en 1991

El suceso al cual se ha referido el contenido de este artículo es el terremoto de Limón de 1991, también conocido como el terremoto de Telire. Tuvo lugar el 22 de abril de 1991 y según registros de las redes nacionales en sismología, la hora del evento fue a las 3:57 p.m. Tuvo una magnitud de 7,7 Mw; 7,6 Ms, 6,3 mb y una profundidad de 10 km (Red Sismológica Nacional (RSN), 2019).

En Costa Rica los daños registrados se centran en infraestructura, biodiversidad y en pérdidas humanas. En temas de infraestructura, hubo grandes daños a carreteras, puentes, acueductos y otras construcciones afines; también, se registraron 4452 casas colapsadas y 7869 casas dañadas. Por otro lado, fueron 648 las personas heridas y el total de muertes causadas por el terremoto sumaron 48. Desde el punto de vista geológico, se resumen las secuelas de este evento en un levantamiento de tierra a lo largo del territorio de la costa caribeña costarricense; además, inmediatamente después del suceso, se presentó un mini tsunami en la costa Caribe sur (RSN, 2019).

Acciones realizadas y aprendizajes adquiridos

En el contexto anteriormente señalado, se desarrollaron las primeras atenciones en salud mental. Un grupo de docentes y estudiantes avanzados y avanzadas de la carrera de psicología se suman a las acciones solidarias implementadas por la UCR, en especial por la Sede del Atlántico que, a pesar de su afectación, entra de lleno en la atención del evento en coordinación con la CNE.

Al equipo de psicología comunitaria se le asignan las comunidades de Tayutic, Tuis, El Carmen, Caserío Azul, Calle Cementerio, Las Américas, Guayabo, Javillos, Pavones y San Luis de Turrialba. Además, el equipo se encarga de brindar el apoyo psicológico al personal administrativo, docente y estudiantes de dicha sede. El grupo de trabajo se divide en dos: uno que atendió las comunidades y el otro se encargó de lo correspondiente a la Sede del Atlántico.

Dada la experiencia previa con el huracán Joan, la organización del trabajo fue más integrada, tanto en las labores de campo como otras complementarias, y al respecto se puede señalar que todas aquellas dirigidas a la preparación de los equipos que intervendrían se desarrollaron idóneamente. Previamente en el artículo se han mencionado algunos ejemplos de ello, al hablar de 1) los procesos de capacitación por parte de las escuelas de geología y geografía para poder llevar a cabo los procesos de visitas comunitarias; 2) los procesos de información para salida al campo brindados por la Oficina de Salud de la UCR; 3) el acompañamiento y participación activa por parte de la Oficina de Transportes de la UCR durante el proceso; y 4) la participación de docentes y estudiantes de la Escuela de Psicología, quienes apoyaban en actividades dispuestas para la salida al campo y el establecimiento de las pautas de intervención en crisis y primeros auxilios psicológicos.

El equipo de estudiantes avanzados de psicología, por su parte, realizaron el trabajo de campo bajo la supervisión directa de docentes de la Escuela. Sus giras se alternaban con días de descanso y con sesiones de supervisión a posteriori. Estas últimas estaban a cargo de otros docentes de la Escuela, y en ellas se revisaban los elementos propios de las tareas realizadas, desde lo metodológico y lo conceptual hasta las de orden personal.

El rol de la supervisión se clasifica como una necesidad personal y profesional, así como un deber ético, pues permitió (y permite) elaborar la tragedia, el dolor y el sufrimiento vividos, situaciones que cada quien debía revisar para poder llevar un adecuado manejo a la hora del trabajo de campo. Coloquialmente, a estas sesiones de supervisión se les denomina ''las limpias o la limpieza de rol'' (aunque en ese momento todavía no tenían tal designación) ante el impacto psicológico de la tarea en quienes daban el servicio. Cabe precisar que esta labor de contención y acompañamiento también se brindó a otros grupos que formaban parte del equipo completo de la UCR y que también se vieron afectados por la situación de las poblaciones atendidas. De igual manera, estos funcionarios recibían capacitación básica antes de realizar las giras de trabajo.

Tal esquema de trabajo no obedeció a la improvisación o a ''la creatividad''. Tenía todo un modelo teórico y técnico detrás, basado en la concepción de salud y de trabajo en comunidad de la llamada ''Escuela Rioplatense'' que tenía una creciente presencia en la formación que la Escuela de Psicología ofrecía (autores/as como Mirta Videla, Enrique Pichón-Riviére, José Bleger, eran de referencia común). Parte de esta tradición teórica y terapéutica era, precisamente, tener muy claro que los equipos que atendían situaciones altamente estresantes y que, además, tenían riesgo físico y riesgo psicológico durante la tarea, se veían afectados y que, por lo tanto, también requerían de supervisión, sostén y acompañamiento durante sus labores.

Trabajo de campo: espacio interdisciplinar

En las comunidades se intervino mediante agrupaciones interdisciplinarias. Por un lado, la Escuela de Geología brindó charlas informativas sobre la situación sísmica; y, por otro lado, la Escuela de Psicología impartió charlas sobre el impacto psicológico del evento, en ellas se explicó el tipo de atención que se iba a implementar.

La atención psicológica se facilitó tanto en albergues como directamente en las comunidades, todo en coordinación con la CNE. Una tarea inicial consistió en abrir espacios de escucha sobre las experiencias, las vivencias y las formas de afrontar el evento, gestados desde la atención grupal (narrativas que podrían ayudar a comprender como las personas afrontaban los eventos, si recordamos la propuesta de la Dra. Cohen). No obstante, también se brindó atención individual y familiar según fuera demandada.

Tanto por medio de los relatos como por la implementación de técnicas psicodramáticas se pudo identificar emociones tales como angustia, miedo, pérdida, incertidumbre, frustración y desesperanza. Ante ello, la labor consistió en reflejar y validar sentimientos, así como hacer una devolución de fortalezas y capacidades individuales y colectivas. En caso de que se identificaran personas con presencia de mayores factores de vulnerabilidad se valoraba la posibilidad de realizarles un seguimiento posterior.

Un relato ejemplar lo brindó una mujer que estaba limpiando el corredor de su casa destruida: luego de treinta años de cogidas de café para levantar su vivienda, en solo un momento ella y su familia se quedaron sin nada; ella decía que a esa altura de su vida ya no tenía las fuerzas ni treinta años para trabajar y volver a empezar.

Este tipo de relatos y de acciones apunta al importante rol que tiene la salud mental dentro de la gestión del riesgo. No se trataba solamente de un recuento de daños infraestructurales, sino de la posibilidad de que estas familias expresaran sus frustraciones, temores, incertidumbres. Al expresar estos pensamientos y sensaciones se les permitía tramitar sus vivencias para, posteriormente, poder pensar en estrategias de afrontamiento. Este acto expresivo le permite al acompañamiento psico social aportarles a las comunidades un granito de arena y elementos de elaboración de sus propias estrategias de afrontamiento.

La relevancia del trabajo interdisciplinario

Como se ha manifestado anteriormente, uno de los elementos más importantes de la atención de la emergencia por el terremoto de Limón fue la articulación interdisciplinaria que se logró a lo interno de la UCR y que marca la pauta para los abordajes posteriores.

En primera instancia, es importante resaltar el papel de la Escuela Centroamericana de Geología en la capacitación que realizó a profesionales de diversas áreas, personas funcionarias de diversas oficinas y a estudiantes para comprender los procesos y los fenómenos geológicos, pues se trataba de herramientas fundamentales para el personal que realizaba un abordaje de campo en diversas comunidades y con distintas poblaciones. Estas herramientas conceptuales eran necesarias no sólo para entender el evento y los diversos escenarios que podrían visualizarse en el campo, sino también para poder transmitir información veraz, pero en un lenguaje coloquial y accesible a las poblaciones afectadas.

Además de profesionales en Geología, al equipo se integran profesionales en Ingeniería Civil para la evaluación de estructuras. En este trabajo articulado, la perspectiva de la psicología fue relevante para que estas personas profesionales en ingeniería y geología pudieran trabajar con las personas de las viviendas o estructuras afectadas, con una perspectiva más horizontal, con un lenguaje más coloquial y una postura más empática, especialmente en los procesos de reubicación física de las familias o comunidades.

En una de las sesiones de sistematización para elaborar el artículo, se recuerda un momento del abordaje del equipo interdisciplinario en el que un geólogo, espontáneamente, alude a esta articulación diciendo ''Ay, ay, perdón. Ya estoy hablando como un psicólogo''. Esto refleja la trascendencia que tuvo este proceso dialógico y acompañado.

Ciertamente el acompañamiento fue vital, ya que profesionales en geología e ingeniería se sentían acompañados y acompañadas por profesionales en psicología cuando se hacían visitas a las comunidades e instituciones para evaluación de daños. Asimismo, para los y las profesionales en psicología era, y sigue siendo, muy necesaria la comprensión de los fenómenos geológicos e ingenieriles, permitiéndoles así hablar con la gente y transmitirles confianza, seguridad y certeza sobre lo que se estaba diciendo.

La integración entre las Ciencias Sociales a lo interno de la UCR se inicia con la Escuela de Trabajo Social, especialmente en el trabajo comunitario. En este abordaje comunitario aún primaba una perspectiva de personas damnificadas, por lo cual Trabajo Social realiza una evaluación más del impacto social del evento en estas comunidades, mientras que Psicología se centra más en el impacto en la salud mental.

En este momento, la coyuntura en América Latina se centraba en el cuestionamiento del modelo fisicalista, el cual concibe a los sujetos individuales y colectivos como víctimas de la naturaleza que poco pueden aportar en la toma de decisiones ante una situación de emergencia y por lo tanto el impacto del desastre se evalúa en términos de la magnitud de muertos, heridos, personas afectadas y pérdidas económicas (Lavell y Franco, 1996; Wilches-Chaux, 1998).

Este paradigma entiende que las personas que sufren el impacto del desastre necesitan ''ayuda externa'', es decir, de personas o instituciones que se encuentran fuera de la zona del desastre para superar las faltas en alimentación, salud, ropa y vivienda. La comunidad o población necesita la intervención de agentes externos para recuperarse del desastre debido a que se niega y obstaculiza toda posibilidad de recuperación desde adentro. Las personas son consideradas damnificadas, por lo que la ayuda y la atención que se ofrece y recibe es asistencialista (Campos-Guadamuz et al., 2001; Lavell y Franco, 1996).

Precisamente es a partir de esta experiencia que nace el trabajo con diversas disciplinas, así como discusiones de orden conceptual y metodológico muy interesantes. La Escuela de Trabajo Social contaba con mayor experticia en el ámbito institucional y la necesidad de articular la intervención. Es importante mencionar que en ese momento se nombraba precisamente como intervención y no como abordaje, como se realiza actualmente desde una perspectiva psicosocial. Esta reconceptualización es parte de las discusiones que se estaban realizando en ese momento.

Por su parte, dentro de las líneas de vinculación entre Trabajo Social y Psicología se contempló la recolección de información que permitiera enriquecer las bases de datos de las instituciones y de la CNE, que iban a trabajar el impacto social y todas las ayudas que se necesitaban para los procesos de rehabilitación y reconstrucción. La relación entre ambas disciplinas fue complementaria, pues en ocasiones Trabajo Social identificaba personas o funcionarios que necesitaban apoyo psicológico y hacían la referencia al equipo de Psicología; similarmente, si Psicología visibilizaba situaciones sociales en las visitas a las familias, se hacía la referencia a Trabajo Social para que abordaran la situación.

Consideraciones finales

Las experiencias de atención de las emergencias ocurridas con el huracán Joan en 1988 y con el terremoto de Limón en 1991, determinaron pautas importantes de atención psicosocial en el trabajo de atención de emergencias y desastres desde la Escuela de Psicología y la Universidad de Costa Rica. La Escuela de Psicología cuenta en la actualidad con una Unidad de Apoyo de Acción Social, Investigación y Formación con un enfoque psicosocial en emergencias y desastres, en el cual se incluye a proyectos como el de la Brigada.

Uno de los mayores alcances del abordaje institucional realizados posterior al terremoto de Limón, ha sido la necesidad del trabajo entre diversas disciplinas integrando la investigación, la docencia y la acción social. Con el pasar de los años muchas disciplinas dentro de la UCR han mantenido un trabajo integrado hasta hoy en la atención de emergencias y desastres.

En la actualidad, la Escuela de Psicología mantiene dos proyectos de acción social en este campo: la Brigada de Acompañamiento Psicosocial en Emergencias y Desastres (ED-74) y el TCU-550 Gestión para la Reducción del Riesgo en el País. En estos participan y colaboran docentes y estudiantes de diversas carreras de geología, geografía, trabajo social, salud ambiental, enfermería, ingeniería civil, entre muchas otras. Además, se han desarrollado proyectos de investigación con diversas unidades académicas y centros de investigación como la Escuela de Trabajo Social, el Lanamme, la Red Sismológica Nacional, el Laboratorio de Ingeniería Sísmica, entre otras.

Y, por supuesto, la constante vinculación de la docencia, en diversos cursos y módulos de la Escuela de Psicología en la temática, con otras unidades académicas y, especialmente, con la Maestría en Gestión del Riesgo de la Escuela Centroamericana de Geología.

En segundo lugar, otro de los aprendizajes de la experiencia post terremoto, con el trabajo que se realizó directamente en la Sede del Atlántico, ha sido el fortalecimiento y apoyo en materia psicosocial y de gestión del riesgo que se ha desarrollado en las diversas sedes de la UCR. Actualmente se cuenta con un proyecto inscrito en la Vicerrectoría de Administración titulado ''Pry01-2277-2020-Fortalecimiento de las capacidades institucionales en materia de acompañamiento psicosocial para la respuesta ante incidentes críticos y emergencias a lo interno de la Universidad de Costa Rica'' para abordar a las diferentes poblaciones, a saber: estudiantes, docentes y personal administrativo.

Como tercer elemento fundamental, la experiencia del terremoto de 1991 puso a dialogar y a trabajar conjuntamente a diferentes oficinas e instancias de la UCR y, posiblemente, con la conjunción de muchos otros factores, que este artículo no se propuso ahondar, es que se inició el trabajo para la conformación de lo que hoy se conoce como el Programa de Gestión del Riesgo y Desastres de la Universidad de Costa Rica.

Por último, a escala nacional y como resultados de muchas experiencias de atención de emergencias y desastres (El terremoto de Limón de 1991, el huracán Joan en 1988, el huracán Mitch en 1998, el terremoto en El Salvador en 2001, y muchos otros eventos en el país) la UCR logra articularse con muchas instituciones nacionales con las que se discuten criterios técnicos y científicos, en diversas materias, entre ellas en materia psicosocial, procurando una incidencia política fundamental en la creación de lineamientos y legislación a nivel nacional.

La colocación del tema psicosocial y comunitario en la gestión del riesgo en dimensiones como la prevención, la atención y la recuperación psicosocial ha sido producto de largos años de trabajo del cual se han desprendido líneas de reflexión teóricas, metodológicas, epistemológicas, éticas y políticas en torno de las experiencias de atención psicosocial de emergencias como la del terremoto de Limón y otras. Estas líneas de reflexión tienen lugar en un trabajo interinstitucional en espacios como el Comité Asesor Técnico en Apoyo Psicosocial (Cataps) de la Comisión Nacional de Prevención de Riesgos y Atención de Emergencias (CNE) y la Mesa Técnica Operativa en Salud Mental y Apoyo Psicosocial del Ministerio de Salud.

Referencias bibliográficas

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Recibido: 17 de Enero de 2021; Aprobado: 09 de Abril de 2021

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