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Revista Costarricense de Ciencias Médicas

Print version ISSN 0253-2948

Rev. costarric. cienc. méd vol.27 n.3-4 San José Dec. 2006

 

Editorial

La satisfacción de donar sangre

Gerson Jeff Hernández Castro 1

1. Estudiante Universidad de Costa Rica

"Mi nombre es Jeff, tengo 20 años de edad, dedico mi tiempo a los estudios de Bachillerato en Física en la Universidad de Costa Rica, a mi trabajo como monitor en una academia de inglés, a mi familia, a mi amadísima novia y a mis añoradísimos amigos, cada vez que el siempre apresurado y por demás cruel e indiferente tiempo me deja encontrarlos de nuevo. Soy una persona sencilla, con valores muy simples: ayudar siempre, ser útil, nunca callar, siempre mejorar, ser un verdadero amigo, trabajar lo mejor posible, buscar la justicia, no juzgar pero sí evaluar, derrocar al opresor, hacer arte y vivir. Son principios sumamente básicos para una plena vida, especialmente en un país latinoamericano, tercermundista en efecto; son principios que he aprendido en muchos lugares, desde mi familia, mis amigos, mi amada, mis clases, llegando quizá a la más explícita de las fuentes de tal filosofía de vida: el escultismo. Soy miembro de la Asociación de Guías y Scouts de Costa Rica, en la cual me he desempeñado en algunos proyectos; desde ahí, desde sus leyes fundamentales y sus principios, necesité escalar en mi progreso personal en el lema "Servir".

Los caminos de la vida me trajeron la oportunidad perfecta para llegar a las masas con una "pequeña gigante" demostración de mis aprendizajes; la madre de mi hermano-amigo Mauricio, resultó ser la persona encargada de la actividad organizada por la Caja Costarricense de Seguro Social para crear consciencia en la opinión pública sobre la vital importancia de la donación de sangre en el Día Mundial del Donante. Llegó entonces doña Zaida (la madre de Mauricio) con una oportunidad de esas que sólo se te ocurren pensando con la fantasía utópica de los jóvenes en planes de arreglar el mundo. Me pidió colaboración para su causa y así lo hice. Fue una actividad muy bonita, llena de amor y buena vibra, rosas y mimos, colegiales fuera de sus centros educativos, Scouts trabajando contratiempo y demás alegres motivaciones yacientes en mi dulce memoria. Tal actividad fue reportada en los principales noticiarios del país y ¡qué tal la sorpresa!, yo nunca había donado; he sido operado en tres ocasiones y desde que era niño he recibido numerosos tratamientos que incluían agujas, por tanto, no era de esperar el agrado hacia las ponzoñas. Sin embargo, fue ese día, un martes a altas horas de la mañana, en la Plaza de la Cultura, un poco sudado por el trabajo realizado, recién afeitado, cuando doné una porción de mi sangre por primera vez… ¡Me entrevistaron las televisoras, antes, después y hasta durante el procedimiento. Y fue genial, porque la ausencia de dolor, la euforia de satisfacción, las oleadas de motivaciones y de incentivos sentimentales que me invitaban a luchar por un mundo mejor y la prueba televisada, me indicaban que de a poquitos quizá lo estaba logrando!.

Esa fue mi primera donación de sangre, donde le estreché la mano a un niñito que había recibido más sangre de la que yo he expulsado en todos mis días, donde junto a amigos, viejos y nuevos, admiré el amor que todavía existe en este mundo humano: cruel y suicida. Es este uno de los más gratos recuerdos que en mi ser yacen, de los pocos que al recordar la sensación hacen retornar a mis ojos lágrimas de felicidad y de orgullo propio; yo de cabello largo y normalmente barba corta, de pantalones rotos cuando no trabajo y un tanto malencarado en los días cálidos, y en los fríos también, estaba siendo un ejemplo televisivo, entre la novela, la noticia de moda, el mensaje hipócrita de un político y el último asesinato en un noticiario amarillista, resaltaba la gotita carmesí de optimismo y esperanza justa y sincera, de un mundo soñado por nosotros los soñadores.

Me he dado cuenta, menos con la cabeza y más con el corazón, que siempre habrá algo por hacer, el mundo nunca será perfecto, siempre habrá enfermedades y muerte, crueldad, injusticia dolor y opresión; sin embargo, lejos de ser éstas razones para renunciar a la pelea, son motivos de inconformidad, de búsqueda de cambio, de lucha y de consciencia, de progreso, de amor total, vital y sincero. Como jóvenes, es nuestro deber y consigna el vencer nuestras vicisitudes, para alcanzar un mundo simple y sencillamente mejor. Enseñar solidaridad, amor a nuestros semejantes, ayuda al necesitado, dar vida al que necesita vida. Todo esto con nuestra sangre."