Prólogo

La aparición de este suplemento sobre algas tóxicas en el Caribe tiene un valor particular por la importancia de los obstáculos que debieron ser vencidos para su publicación. Estos obstáculos incluyen desde fallas de correo hasta características climáticas de la región caribeña que, muy apropiadamente, estuvieron a punto de hacer naufragar la publicación al afectar su edición y financiamiento. Pero finalmente se llegó a buen puerto y nos enorgullecemos de presentar al público científico y técnico esta obra que es un pequeño compendio del tema para el Caribe. Varias regiones aportan sus investigaciones. Varios artículos provenientes de la región mexicana están centrados en el problema de la identificación, tanto de "huellas digitales" para distinguir las especies involucradas, como la identificación de las sustancias tóxicas presentes en el ecosistema. También analizan el uso de la decoloración como parámetro bioindicador y presentan el registro de las especies identificadas en la Bahía de Mazatlán, la Bahía de Banderas y otras regiones del Pacífico mexicano, así como en el Mar Caribe mexicano.

El segundo gran bloque de trabajos se refiere a la América Central y al Caribe, incluyendo la dinámica de organismos precursores de marea roja y la presencia de organismos tóxicos en El Salvador y en el Golfo de Nicoya, Costa Rica. Finalmente, se analiza el efecto que el calentamiento del agua ha tenido en la "ciguatera" caribeña, sugiriéndose que debe buscarse un nuevo paradigma para este tema.

El tercer bloque, los trabajos sudamericanos, está representado por informes sobre el dinoflagelado Alexandrium tamarense en la costa Pacífica colombiana y sobre el envenenamiento paralizante causado por mariscos en Isla Margarita, Venezuela.

Debemos dar especial valor al esfuerzo que han tenido autoras y autores de estas investigaciones, los editores científicos y demás especialistas que han participado en este aporte a la ciencia latinoamericana sobre el tema de las algas tóxicas, particularmente Arturo P. Sierra-Beltrán, Amelia La Barbera, Roberto Cortés-Altamirano y Francisco Gavidia.

En los últimos 25 años, el creciente aparato científico latinoamericano ha triplicado su aporte porcentual a la producción científica mundial, esperemos por tanto, que este sea solo uno de muchos tomos a ser producidos en el futuro por los laboratorios de investigación de nuestra gran región latinoamericana.