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Revista de Biología Tropical

On-line version ISSN 0034-7744Print version ISSN 0034-7744

Rev. biol. trop vol.48 n.4 San José Dec. 2000

 

Reseñas de libros
 

Nadkarni, N.M. & N. Wheelwright (eds). 2000. Monteverde. Ecology and conservation of a tropical cloud forest. Oxford University Press, 573 p. ISBN 0-19-513310-2 US$ 75.00 (Puede pedirse a Oxford University Press, 198 Madison Avenue, New York, NY 10016, E.E.U.U.)

Por alguna razón que todavía no comprendo, me cupo el honor de escribir una introducción a esta obra sobre Monteverde, una de nuestras más conocidas reservas biológicas. Para ese efecto los editores me enviaron gran parte de los manuscritos que encabezarían los capítulos principales y con Leslie Burlingame tuve la oportunidad de discutir sus borradores sobre la historia de la conservación en Monteverde durante sus visitas a Las Cruces.

Dos cosas me parecieron entonces muy importantes: la necesidad de compilar la enorme cantidad de investigación que se generado en esa área del país, y la de documentar el que fue, históricamente,el primer proyecto de conservación planificado en reservas privadas.

La obra sigue el formato establecido por Daniel Janzen en su Historia Natural de Costa Rica publicada por Chicago en 1983: una agrupación de temas afines como plantas, mamíferos, ecología con una encabezado introductorio generalista y de amplio enfoque, seguida por casos particulares.

Las presentaciones magistrales son todas de alta calidad y riqueza de información. No así los casos particulares que varían tanto en calidad como en cantidad, desde un par de escuetos párrafos sobre el impacto del ecoturismo en la biota, hasta detallado recuento de la polinización por roedores de una especie de melastomatacea por uno o varios de los 114 contribuyentes (de los cuales 14 son costarricenses).

Desconcierta un número grande de errores tipográficos que no se esperan de una editorial tan renombrada. La ortografía de nombres científicos es dispareja a lo largo del texto. La traducción de mi Presentación al español, cuya existencia yo desconocía, deja algo que desear. La calidad gráfica es muy buena.

Con todo, es una obra magnífica que se convierte en otro modelo para imitar sobre tantas zonas biológicamente significativas de nuestro país y sobre las que existe ya una buena cantidad de estudios dispersos. Me parece un poco limitante el alto precio de la edición en rústica, con la malhadada cartulina laminada que se retuerce en todo sentido con los cambios de humedad tropicales.
 
 

Mittermeir, R.A., Myers, N., Robles Gil, P., C. Goettsch Mittermeir. 1999. Hotspots. Earth’s biologically richest and most threatened ecosystems. Cemex, Mexico, 430 p. (Distribuida por Chicago University Press, US$65.00, o puede pedirse a Agrupación Sierra Madre, Prado Norte 324, Mexico DF.)

El vocablo "hotspot" puede traducir como "sitio o punto caliente, álgido, muy significativo". Así, es común verlo aplicado a localidades geológicamente activas como volcanes o placas tectónicas, o lugares en los que las tensiones socioeconómicas o políticas están "al rojo vivo", por ejemplo, los Balcanes.

Extender ese término, con el fin de amplificar su importancia, a la biodiversidad, se le atribuye a Norman Myers, profesor de Oxford y autor de la ya trasnochada obra GAIA, por su publicación de 1888 intitulada Threatened biotas: hotspots in tropical forests (The Environmentalist 8: 178-208) erróneamente, porque ese sustantivo adjetival, hotspot, ya había sido empleado por The Nature Conservancy International Program del cual formé parte, precisamente, en el minúsculo grupo de estudio de la biodiversidad confeccionando mapas del neotrópico basados en la información biológica disponible entonces y utilizado en la reunión annual de esa agrupación conservacionista celebrada en Crystal City, Virginia, en 1985.

Independientemente del uso del vocablo, el concepto no es ni era nuevo. Ejemplo de ello es que los grandes naturalistas del siglo XIX ya comprendían muy bien la importancia de la megadiversidad biológica de regiones como la cuenca amazónica, la isla continente de Australia, la cuenca del Congo y grandes zonas de Asia tropical y subtropical, Melanesia y Micronesia, entre otras menos visitadas.

La idea es que, considerando su extensión superficial, algunos puntos del planeta concentran un alto número de especies de los más diversos grupos, generando razones especie/unidad de área muy elevadas. Ilustro con un ejemplo: en Costa Rica se han registrado 848 especies de aves para una extensión territorial de 51.100 km cuadrados es decir, 16,59 especies por kilómetro cuadrado mientras que para Brasi, con un territorio de 8. 511. 965 km cuadrados se registran 1622 especies de aves, con una relación de 0,191 especies por unidad de área. Indices interesantes si la disribución de las especies fuese normal y homogénea, claro, pero que permite apreciar la riqueza biológica en cifras relativas y comparar diversos ambientes para mejor dirigir el esfuerzo de los ambientalistas particularmente el términos de costo/beneficio en la inversión por salvaguardar porciones o totalidad de esos ambientes, algo así como cuántas especies por dólar norteamericano.

El grupo de Russell Mittermeir, primatólogo que dirige Conservation International (que no es otra cosa que el sector cismático, disidente, del antiguo Nature Conservancy International) y sus coautores han plasmado en un impresionante volumen esta idea básica para un gran público: más de un tercio de la biodiversidad planetaria se encuentra concentrada en tan solo 1.4% de la superficie del mundo y de esa, han selccionado veinticinco áreas, las más ricas, como "hotspots". Sugieren además, que siendo así, la conservación de la biodiversidad no es tan difícil monetariamente ya que con con unas centenas de millones de dólares, aproximadamente el costo de dos misiones a Marte, podría protegerse ese mísero 1.4% del mundo. Es simple, no?

Hay una presentación de Harrison Ford, el actor que interpretó al personaje fantástico de Indiana Jones. Siempre es importante utilizar una figura conocida de la gran masa para apradinar una campaña de esa naturaleza. Recuerdo bien cuando, en tiempos del fenecido Nature Conservancy International, fue nada menos que Robert Redford el que encabezó un esfuerzo conservacionista para el noroeste norteamericano.

Una técnica de Madison Avenue que se disculpa por la nobleza del fin. En la parte introductoria, por todos los autores, Hotspots and global biodiversity conservation, hay una nutrida información sobre la diversidad numérica de muchos grupos de organismos y sus distribuciones geográficas, que por si resulta valiosa compilación.

Seguidamente, se presentan cada una de las veinticinco "zonas calientes", con prolijidad de ilustraciones de color de organismos ya sobrexplotados por sus cualidades fotogénicas aunque hay otras de cosas muy poco ilustradas anteriormente. Sorprende al lector acucioso el poco cuidado en la edición de nombres científicos que presentan errores tipográficos e.g. Furcifer paradalis en vez de F. pardalis, el camaleón pantera de Nosy Komba, Madagascar, o la leyenda de la fotografía en la página 82, que muestra un recolector de nueces de Brasil, fruto de la lecitidácea Bertholletia, excelsa, como " collecting Brazil coconut nuts in Tambopata, Perú", un doble error por falsa información y la redundancia.

Abundan ilustraciones y párrafos sobre la representacion de una especie importante, Homo sapiens en los famosos "hotspots", que además de biodiversos son "amenazados" por la humanidad, pero en ninguna parte se dice de ella que pudiese ser una "hot species" en el sentido de importancia cuando se habla de conservar ese 1.4% de nuestra Tierra. Y es que la biodiversidad se mide, aparentemente, por su valor de uso y no solo por lo que cueste poner en un encierro a prueba de todo ese 1.4% de la Tierra. Y qué se hace con esas personas?

Veamos el primer aspecto, del hombre como azote y amenaza de la biodiversidad. Cincotta et al. en su artículo Human population in the biodiversity hotspots (Nature 404: 986-98-90, 2000) que esos sitios privilegiados por Natura son, a su vez, los de mayores tasas de crecimiento poblacional (1.8% año-1) y donde en 1995 vivía aproximadamente 1.1 billones de seres humanos, lo que sugiere que los cambios ambientales cuanti- y cualitativos seguirán forzando un cociente de riesgo y extinción de especies muy importante y sin alternativas mientras se de a la biodiversidad un valor utilitario en los mercados internacionales. El ilustre ecólogo tropical John Terborgh, en su reciente obra Requien for the Rainforests (1999, Island Press) nos presenta un panorama mós objetivo y lúcido sobre la conservación de la biodiversidad por la biodiversidad que sin duda tendra gran acogida en la comunidad científica mundial conciente ya de que la idea de conservar la biodiversidad mundial es una quimera y que GAIA, hermoso concepto, ha perdido validez como opción.

Una falla intelectual de Mittermier et al. es la de proponer, por omisión, que con "salvar" la biodiversidad de 25 zonas estaríamos "salvando" la biodiversidad importante del mundo. Se olvidan que hace más de un siglo perdimos esa oportunidad y de que en un mundo viviente fragmentado hay otra biodiversidad en proceso de adaptación que requiere de igual atención, además de que aparentemente ignoran que aun esas valiosas especies del 1.4% del planeta dependen de procesos ecológicos globales y no solo del entorno local inmediato. Ha sido el mismo grupo de Mittermeir el que ha propuesto en otras publicaciones recientes que hay que permitir el acceso a los recursos utilizables de esas áreas, como dejar que los madereros extraigan toda la caoba sudamericana, para que esos lugares pierdan atractivo comercial y abaratar y facilitar de esa forma la conservación!

El libro ha sido impreso en el Japón por Toppan Printing Co., en una edición que podemos considerar de lujo. Es un libro obviamente hecho para darle alguna credibilidad científica a la inminente campaña de recaudación de fondos por unos US$500 millones para conservación de los "sitios calientes". Por su precio de US$65 y la calidad gráfica es una mejor compra que el de Monteverde (Nadkarni & Wheelwright 2000, Oxford, reseñado en este volumen) que sin embargo tiene mayor valor como obra científica porque en mi opinión Hotspots es solo un "hot coffee-table book" que si logra educar a una fracción de los donantes que lo reciban, tal vez firmado por Indiana Jones, habrá alcanzado su cometido.
 
 

Luer, C.A.  1999.  Systematics of Pleurothallis.  Icones Pleurothallidinarum XVIII. Monographs
in Systematic Botany 76.  Missouri Botanical Garden.  182 p. (Precio US$ 35).

Este fascículo trata los siguientes subgéneros y secciones de Pleurothallis R. Br.: Pleurothallis, Pleurothallis ss Anteniferae, s.s. Longiracemosae, s.s. Macrophyllae-racemosae, s.s. Perplexae; sg Pseudostelis, sg. Acuminatia., con más de un centenar de especies lo cual no es de extrañar dado que Pleurothallis es uno de los géneros más grandes de la familia Orchidaceae.

Como el resto de la producción de Carl Luer, este fascículo está cuidadosamente redactado y documentado y muy bien ilustrado de la mano del autor.  Las introducciones históricas a cada una de las categorías subgenéricas ponen de manifiesto la cuidadosa investigación de Luer.  El volumen incluye un número importante de agregados y revisiones a otros táxones relacionados como Dracula, Lepanthes, Masdevallia y Dryadella.  Indispensable para los taxónomos, sistemáticos de esta interesante familia y, claro está, para los amateurs serios de la orquideología.  Puede adquirirse de mbgpress@mobot.org
 
 
 

Luer, C.A.  Systematics of Masdevallia. I. Icones Pleurothallidinarum XIX.  Monographs
in Sistematic Botany 77.  Missouri Botanical Garden, 264 p (Precio: US$ 45).


 


El género Masdevallia Ruíz & Pavón apareció publicado en el primer volumen de Florae Peruyvianenae et Chilensis Prodromus.  Uno de los más atractivos de la familia, consiste de aproximadamente cuatrocientas especies que pueden separarse en diez categorías infragenéricas.

Luer nos presenta aquí una compilación de su labor sobre el género publicada anteriormente en Thesaurus Masdevalliarum 1-19 (Editorial Königer, Munich, 1984-1995)  y A Treasure of Masdevallia iniciado en colaboración con el Jardín Botánico de Misurí en 1996.

A diferencia de otros fascículos de la serie de Icones, y para evitar que el recuento sea obsoleto antes de concluir la publicación de las cuatro  partes esperadas, el autor ofrece a los usuarios dos versiones:  la edición empastada rústica y la sin empaste para ser "armada" por los usuarios, a su conveniencia.

Esta primer parte contiene una clave para subgéneros y secciones de Masdevallia y trata con detalle el subgénero polyantha secciones Alaticaules y Polyanthae.  Para esta nueva compilación de las especies, las ilustraciones más antiguas han sifo sustituidas por otras más recientes, con excepción de una producida por K. Dunsterville, todas de la mano de Luer, algunas entintadas por Stig Dallström a partir de 1992.

Cuidadosa y detallada, con el sello del autor, es una obra indispensable para los orquideólogos de todos los niveles interesados en este, uno de los más bellos representantes de las orquídeas.  Puede adquirirse de mbgpress@mobot.org
 

Dix, M.A. & Dix, M.W. 2000.  Orchids of Guatemala: a revised annotated checklist.  Missouri Botanical Garden.
61 p (Precio: US$ 20).


 


Las orquídeas de Guatemala fueron de las primeras del istmo centroamericano en atraer la atención de botánicos y horticultores por las mismas razones que tantos naturalistas iniciaron sus viajes neotropicales en esta geografía verdaderamente mesoamericana.

El primer tratamiento sustemático de las orquídeas guatemaltecas fue por Oakes Ames & Donovan Correll Orchids of Guatemala (1952, 1953)  como parte de la Flora of Guatemala de Paul Standley y Julian Steyermark bajo el auspicio del Field Museum of Natural History, Chicago.  En esa primera aproximación se enumeraron 542 especies, ampliado el número a 567 con un suplemento de correll (1965).

De esos nombres comunicados, aproximadamente el 40% han sido sustituidos por nueva nomenclatura y sinonímias que hacen muy valedera esta producción anota y cruzada de Dix & Dix, que además eleva el número de especiees conocidas del territorio chapín a 731, un aumento de 40% desde el tratamiento de Ames y Correll.

Para los aficionados, en particular los miembros de la Asociación Guatemalteca de Orquideología, asi como todos los botánicos interesados en Orchidaceae centroamericanas, esta lista es una valiosa adquisición.  Se puede pedir directamente a mbgpress@mobot.org.

 

Luis D. Gómez P.

Jardín Botánico Wilson, Organización para Estudios Tropicales, San Vito C. Brus, Costa Rica.
 
 
 
 

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