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Acta Médica Costarricense

On-line version ISSN 0001-6002Print version ISSN 0001-6012

Acta méd. costarric vol.54 n.3 San José Jul./Sep. 2012

 

Biografía

Dr. Raúl Blanco Cervantes

Mi abuelo fue un hombre de ciencia y política, que le entregó a la historia costarricense un ejemplo particular de cómo la honradez, la determinación y la disciplina son las cualidades que permiten que los ideales se conviertan en hechos históricos.

Nació en el seno de una familia de clase media trabajadora a principios del siglo XX. Su padre fue un comerciante y su madre ama de casa, él fue el tercero de seis hijos. Su juventud no difiere de la de muchos jóvenes de la época, le gustaba realizar caminatas y excursiones. Al concluir sus estudios en el Liceo de Costa Rica decide estudiar medicina y se embarca en una valiente travesía intercontinental. Su destino fue, Alemania 1922, vanguardia en la medicina de la época. Realiza sus estudios en las Universidades de Leipzig, Jena y Munich y se gradúa con honores de Medicina y Cirugía en 1928. Se mantuvo en Alemania por un tiempo más realizando algunos estudios de pos-grado y vuelve a Costa Rica en 1929. A su regreso, fue médico interno en el Hospital San Juan de Dios durante poco más de 1 año y luego asume sus labores de médico asistente en este mismo Centro. No deja de asombrarme la determinación que lo llevó a cruzar el océano, aprender un idioma y sobrevivir a la soledad y a las necesidades económicas para alcanzar su meta.

Su vida personal estuvo determinada por su inquebrantable compromiso con la profesión. Se casó con Dora Martén Chavarría en 1938, inicialmente se trasladó a vivir con ella al Sanatorio Durán, lugar donde crecieron sus primeros 3 hijos. Luego de varios años se mudaron a Cartago y finalmente terminan viviendo en San José. En total le sucedieron 6 hijos, y sólo uno de ellos siguió sus pasos en la medicina. Mi abuelo siempre fue un hombre muy reservado y de gran disciplina, dedicaba largas horas al estudio de la literatura médica e hizo de su trabajo su único hobbie. Tenía una biblioteca envidiable llena de todas las fuentes de información médica disponibles para la época. El tiempo con su familia siempre fue muy limitado, sin embargo, por muchos años viajó con sus hijos a Santa Ana todos los domingos para reunirse con sus hermanos y pasar un día de campo.

Su inspiración fue una de las enfermedades más antiguas de la historia, la plaga blanca ó tuberculosis. Mi abuelo le declara la guerra al bacilo de Koch desde un plano personal, esta enfermedad causa la muerte de su hermana mayor Claudia y lo motiva a enfrentar uno de los flagelos más terribles del siglo XX mediante: La Lucha Antituberculosa. No quiero afirmar, ni él lo aceptaría así, que esta lucha fue sólo suya, pues muchos médicos eminentes y hombres de gran empeño estuvieron a su lado.

Contrario a lo que muchos harían como médicos graduados recién llegados del extranjero para obtener fama y fortuna, el Dr. Blanco Cervantes impulsa su carrera hacia otros horizontes. A los pocos años de su llegada, en 1933, fue nombrado como director del Sanatorio Durán en Tierra Blanca de Cartago, sitio que había sido fundado por el Dr. Carlos Durán en 1915 para albergar a los pacientes con tuberculosis. Inicialmente se traslado a vivir ahí, sólo. El lugar era verdaderamente remoto, más aún para un joven médico recién llegado de Europa y el camino solo permitía el acceso a caballo ó en carreta. Ahí asumió sus labores de médico como un sacerdocio, pasaba visita diariamente, revisaba las muestras de esputo, sangre y orina en su propio microscopio, el mismo le tomaba y revelaba las placas de rayos X de un equipo que logró llevar hasta ese lugar. Además, confeccionaba y archivaba en forma muy ordenada los expedientes clínicos de todos sus pacientes, los cuales provenían de todo el país, Centro y Sur América. A falta de personal, mi abuelo también tenía labores de administración y era el encargado de pagar hasta los sueldos de los pocos colaboradores a su cargo. Además, con frecuencia viajaba de 3 a 4 horas a caballo hacia el centro de Cartago para traer los múltiples encargos y necesidades del Sanatorio y de sus pacientes. Su lucha no sólo estuvo orientada a la erradicación del bacilo de la tuberculosis, sino también a mejorar la calidad de vida de los enfermos, muchos de los cuales rápidamente eran declarados en estadio terminal.

Posteriormente, realiza estudios especiales en Cornell Medical School y otros centros de Estados Unidos y Europa, para obtener un énfasis en enfermedades del tórax y conocer del funcionamiento de diferentes sanatorios dedicados al tratamiento de la tuberculosis.

Además del Sanatorio Durán, ocupó cargos de dirección del departamento La Lucha Antituberculosa del Ministerio de Saludo, del Dispensario antituberculoso y del Preventorio Nacional. Puestos que incluso tuvo que realizar en forma simultánea y como recargo de sus funciones clínicas diarias. Controlar la pandemia de la tuberculosis no sólo implicaría conocer de la enfermedad, sino aplicar toda una estrategia de salud pública que lo hicieron acreedor de una fama de coronel militar, incluso causando incomodidad en aquellos que no sabían en qué lugar se había entrenado este joven médico.

Luego de muchos años de esfuerzo, en 1958 se inaugura el hospital anti-tuberculoso en San José, el cual permitiría a los enfermos estar un poco más cercanos a su familia. Este Centro hoy lleva su nombre por decreto y a partir de 1975 está dedicado a la atención geriátrica de los adultos mayores.

Según relata el Dr. Carlos Alpízar Quesada, su médico de cabecera, mi abuelo estuvo de acuerdo en el nuevo perfil del Hospital e incluso afirmaba frecuentemente: “la única manera de no equivocarse, es sopesar bien lo que nos dice la historia para no cometer dos veces el mismo error.”

Ocupó múltiples puestos en diversas asociaciones médicocientíficas nacionales e internacionales. Se destacan las siguientes: Fiscal (1932), Vocal (1938) y Presidente (1946) del Colegio de Médicos y Cirujanos de Costa Rica; primer Presidente y miembro fundador de la Sociedad Centroamericana de Tisiología, miembro del American College of Chest Physicians y gobernador honorario del mismo, miembro honorario de la Sociedad Mexicana de Tisiología y miembro del Comité de expertos en Tuberculosis de la Organización Mundial de la Salud.

El segundo gran compromiso de mi abuelo fue con la política nacional. Su llegada de Alemania coincidió con el regreso de otros jóvenes que también estudiaron en el exterior y que conformaron una nueva oligarquía profesional.  

Este grupo de entusiastas, con un gran deber cívico en su interior, promulgaron reformas que marcaron la diferencia para la historia de nuestro país. El Dr. Blanco Cervantes, como Ministro de Salubridad Pública de la Junta Fundadora de la Segunda República (1948-49), se tomó mucho empeño en la reorganización de los centros de asistencia, dándoles a los hospitales un carácter de mayor responsabilidad técnica dentro de sus funciones orgánicas. Fue Primer Vicepresidente de la República en varios períodos (1953-56 / 1962-66) con don José Figueres Ferrer y luego con don Francisco Orlich, ejerciendo la Presidencia de la república en 6 ocasiones.

Como dato curioso con respecto a la personalidad firme y honesta de mi abuelo, es el hecho de que se escribía cartas a si mismo. Como era frecuente en esa época, algunos ejercían cargos gubernamentales en forma simultánea y ese era su caso. Entonces, al tomar decisiones formales como jefatura de un cargo, escribía cartas hacia otras jefaturas, aunque esto implicara que él mismo fuera el remitente y el destinatario a la vez: “Estimado Dr. Raúl Blanco Cervantes… Atentamente Dr. Raúl Blanco Cervantes.”

A pesar de haber gozado de una salud inquebrantable a lo largo de su vida, alrededor de sus 55 años, fue diagnosticado de Diabetes Mellitus. En ese momento viaja a Estados Unidos para recibir tratamiento y desafortunadamente sufre una amputación de su pierna derecha. Fue diabético durante muchos años, algo inusual para la época. Fueron su alimentación disciplinada y la excelente adherencia al tratamiento lo que le permitieron vivir 20 años con esta enfermedad.

Al final de los años, termina alejándose de la política y vuelve ocuparse de sus labores asistenciales en el Hospital que lleva su nombre. Murió a los 76 años aún ejerciendo su profesión de médico.

Dra. Mariana Blanco Uhlenhaut

Nieta Dr. Raúl Blanco Cervantes

Figura1
Figura 2
Figura3

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