Introducción
El presente artículo recupera algunas reflexiones surgidas en la socialización de nuestros procesos de investigativos en diferentes temas y disciplinas del campo de las Ciencias Sociales. En la búsqueda por reconstruir puntos de convergencia, adquieren centralidad dos aspectos interrelacionados. Por un lado, nuestras investigaciones se realizan en ciudades medias de la provincia de Buenos Aires, las cuales poseen ciertas particularidades estructurales y simbólicas que operan no solo en el entendimiento de nuestros problemas de investigación, sino también en las formas de realizar trabajo de campo en un sentido amplio. Y, por el otro, la centralidad que asume el acceso, uso, socialización y digitalización de fuentes documentales en la construcción de nuestros objetos de estudio.
A partir de recuperar el caso de la empresa Calera Avellaneda S.A, ubicada en el partido de Olavarría (provincia de Buenos Aires), se articulan un conjunto de discusiones que permiten plantear los desafíos metodológicos que se presentan en el acceso, uso y digitalización de fuentes documentales; las cuales resultan imprescindibles a la hora de reconstruir la historia de las fábricas cementeras.
Por este motivo, en un primer momento, daremos cuenta de aspectos generales que hacen valioso el uso y el acceso a fuentes documentales; además de la importancia que brindan en el desarrollo de los procesos de investigación. Sumado a ello, nos interesa inscribir estas discusiones en el contexto de una ciudad media donde las relaciones sociales pueden «obstaculizar» y/o «facilitar» el desarrollo de nuestro trabajo de campo en ámbitos públicos y privados. El dar cuenta de la trastienda de nuestras investigaciones (Wainerman y Sautu 2000) permite convertir las situaciones vivenciadas en datos objeto de análisis.
En un segundo momento, nos detenemos en las formas de producir, difundir y posibilitar la apropiación social de resultados de investigaciones científicas, haciendo hincapié en el rol que asumen la implementación de repositorios digitales de Acceso Abierto. En sintonía con lo mencionado, entendemos que los soportes digitales multiplican las posibilidades de circular fuentes documentales, así como también permiten la preservación de las versiones originales para usos futuros, lo que, de alguna manera, reactualiza discusiones en torno a las implicancias sociales y éticas de nuestro quehacer profesional.
Finalmente, nos adentramos en la reconstrucción de la estructura edilicia y de la distribución espacial de la villa obrera correspondiente a la empresa Calera Avellaneda S. A. En la búsqueda por estudiar el pasado, en este caso vinculado al mundo del trabajo y la explotación minera local, se advierte sobre la importancia de articular variadas fuentes en pos de una mejor comprensión del tema de indagación y en tanto que funcione como una estrategia que permita sortear ciertos «obstáculos metodológicos».
Uso y acceso a fuentes documentales: redefiniciones en el transcurrir de los procesos de investigación
Las fuentes documentales adquieren un rol central en los procesos de investigación que se desarrollan dentro del campo disciplinar de las Ciencias Sociales, y hacen referencia a variados tipos de materiales que nos sirven de insumos para el desarrollo de nuestras investigaciones; como son los libros, revistas, actas de congresos, tesis, informes científicos, documentos oficiales y gubernamentales, medios gráficos, «producciones menores» (documentación que no necesariamente se encuentra archivada y que además puede circular, como por ejemplo libro de quejas, volantes, afiches), fotografías, audiovisuales, archivos sonoros.
En lo referente a las fuentes de información escrita, Nacuzzi (2010) incluye lo publicado o impreso, lo manuscrito, lo fotocopiado y lo seleccionado y/o impreso desde Internet. No obstante, cuando se busca clasificar esta variedad de material escrito, resulta común establecer una distinción entre las fuentes en un sentido estricto (el material que voy a analizar) y la bibliografía (la cual ofrece herramientas conceptuales y analíticas para realizar el análisis). En relación con ello, Chiappe y Ramos señalan que «aunque esta taxonomía puede parecer obvia, es preciso señalar que los textos no son en sí mismos fuentes o bibliografía, ya que su clasificación como tal dependerá de los objetivos de la investigación» (2017, 29).
Atendiendo a lo mencionado, en el presente artículo nos interesa abordar el uso y tratamiento de las fuentes documentales en un sentido amplio. Más allá de las particularidades que dichas reflexiones adquieren en el marco de las especificidades metodológicas de las disciplinas que componen el campo de las Ciencias Sociales, nos valdremos de trabajos que, si bien fueron producidos para recurrir al empleo de fuentes documentales desde la Antropología, hacen hincapié en un conjunto de aspectos que operaron en la reconstrucción de la historia de una empresa cementera del partido Olavarría (provincia de Buenos Aires), a partir del acceso y uso de heterogéneas fuentes documentales.
Ahora bien, resulta preciso señalar que la Antropología valora la perspectiva de los actores sociales localmente situados, ya que a través de sus representaciones y manera de actuar es posible acceder al conocimiento de lo social en su dimensión vívida (Quirós 2014; Balbi y Boivin 2008), lo cual brinda centralidad al trabajo de campo extendido, comprensivo y descriptivo, y la experiencia directa y prolongada del investigador con ese campo (Malinowski 1995). Por este motivo sería válido preguntarnos si la utilización y análisis de fuentes documentales puede considerarse «trabajo de campo», o, mejor dicho, si tendría el mismo status de legitimidad frente a aquello que podamos registrar «en presencia». Si bien parecería que el uso de fuentes documentales sería algo ajeno o no extendido en la Antropología, resulta posible recuperar variados trabajos que proponen diferentes tratamientos que atienden a los procesos de investigación. Dube (2007) señala que en las últimas décadas «se ha leído el material de archivo a través de filtros antropológicos y el trabajo de campo se ha atado a la imaginación histórica, lo cual de manera significativa ha abierto cuestiones acerca de la naturaleza del 'archivo' y del 'campo'» (en Chiappe y Ramos, 2017, 17), pero además, « (…) algunos antropólogos han argumentado acerca de la posibilidad de considerar el trabajo de archivo como trabajo de campo (Nacuzzi 2010), pensando el archivo como acontecimiento de terreno (Platt 2013). Se ha propuesto también la idea de una etnografía de archivos (Bosa y Santoyo, 2010) o de una etnografía de los documentos (Smietniansky, 2010)». (Chiappe y Ramos, 2017, 26-27).
Particularmente nos interesa recuperar el trabajo de Muzzopappa y Villalta (2011), ya que al reflexionar sobre los principales problemas metodológicos que enfrentaron a la hora de acceder y analizar -a través de documentos escritos de distinto tipo- las prácticas concretas de instituciones estatales, hacen hincapié en diversos aspectos que resultan fundamentales en el presente artículo. Las autoras advierten sobre la importancia de atender a los contextos de producción, clasificación, conservación y circulación, así como a las formas de acceso a las fuentes documentales con las cuales se trabaje. En este sentido, no solo resulta necesario pensar a las fuentes en articulación y diálogo constante con otras escrituras, sino también tener presente que el contenido de los documentos y objetos históricos no refleja, linealmente, el mundo social que se estudia; además es de interés pensar los motivos que guiaron su producción y conservación.
Hammersley y Atkinson (1994) advierten respecto a la necesidad de no reducir los documentos a fuentes de información y, de ese modo, ser utilizados meramente como recursos, sino que conviene tratarlos como productos sociales que deben ser analizados. Por su parte, da Silva Catela (2002), señala que los documentos escritos, y también podemos hacer referencia a las fuentes documentales en general, no condensan en sí mismos un interés para ser conservados, es el resultado de disputas que dirimen qué sería lo guardable y lo transmisible. De este modo, los sentidos que condensan dependerán de quién los lea, los vea y/o los escuche, así como de los contextos sociohistóricos en los que se inscriben. En sintonía con ello, Sarrabayrouse Oliveira y Garaño (2019) dan cuenta sobre la necesidad de tomar una serie de recaudos metodológicos cuando se trabaja con fuentes documentales, lo cual supone interpelar de manera crítica la creencia generalizada en la palabra escrita como verdad oficial.
Sumado a ello, no solo resulta posible construir conocimiento a partir del análisis de lo que los documentos dicen, sino también al problematizar las formas que posibilitan y/o impiden su acceso. La trama de relaciones sociales, ya sea intra o extrainstitucionales, se vuelve un aspecto relevante para sortear ciertos obstáculos que se pueden presentar en el desarrollo de una investigación,
Así, aquello que formalmente está vedado al conocimiento del público puede estar al alcance del investigador si este conoce a las personas indicadas o, por el contrario, lo que es de registro público puede convertirse en material literalmente imposible de conseguir si la articulación de la red de relaciones no es propicia. Si ello, en primer lugar, nos habla del monopolio que ejercen las instituciones sobre la información, en otro nivel de cosas pone en evidencia la importancia que asume la trama de relaciones personales en este tipo de ámbitos, en tanto, por ejemplo, el ámbito judicial se transformará en más o menos inexpugnable de acuerdo con el tipo de contactos y la red de relaciones que se pueda entablar (Muzzopappa y Villalta 2011, 25).
Con el objetivo de plantear cómo el acceso a documentación se encuentra mediado por personas, resulta preciso atender al carácter medio de la ciudad de Olavarría, puesto que ocupa un papel central en la trama de relaciones sociales. Representaciones de uso extendido, como por ejemplo «acá nos conocemos todos», posibilitan reflexionar al respecto de cómo los vínculos de interconocimiento (Quirós 2017), repercuten en las formas de tramitar demandas, acciones y conflictos, en la construcción de vínculos y, en este caso particular, en la posibilidad de acceder a fuentes documentales cruciales para el desarrollo de un proceso de investigación (Girado 2020). En relación con ello, Goldman (2006) sostiene que el hacer relaciones -la sociabilidad- no solo es objeto de investigación, sino también su principal medio. Es a través de las relaciones construidas con diferentes personas -que se presentan como interlocutoras- que nos permiten conocer y comprender determinados aspectos del mundo social que investigamos. Asimismo, el hecho de ser conocida o conocido de tal y cual persona o, como suele decirse, «tener llegada a», posibilita sortear ciertas formalidades y burocracias tanto del sector público como del sector privado.
En el caso analizado, el hecho de que una de las investigadoras del presente artículo fuera «hija de un obrero del cemento» resultó crucial para habilitar otro tipo de reciprocidades que permitieron acceder a la biblioteca personal del patrón de la empresa cementera Calera Avellaneda S.A. Sumado a ello, queremos detenernos en cómo fue posible complementar variadas fuentes documentales para reconstruir la villa obrera perteneciente a la misma empresa, puesto que brinda información respecto al rol que asume la trama de relaciones sociales (familiares, de amistad, política) en el proceso de investigación y porque, además, permite enfatizar la necesidad de problematizar el trabajo como proceso y no meramente como dato.
Fue gracias a un vínculo de amistad que se logró acceder a un documento que se presentó a la Municipalidad de Olavarría, con el objetivo de derribar la villa obrera en el año 1982 (Véase Figura 1). Este material fue complementado con una foto satelital del lugar, la cual se encontraba en una carpeta con documentación que se enviaba a la empresa cementera con el Municipio entre los años 1960-1980, material que iba a desecharse, pero que se pudo rescatar gracias a otro vínculo personal, es decir, por medio de una persona que se encontraba trabajando como parte del equipo encargado de llevar adelante la tarea de remodelación de la oficina de la cementera, donde se desempeñan funciones vinculadas a la Dirección de la empresa (Véase Figura 2). Con esta documentación (plano y foto satelital), el padre de la investigadora concurrió a la fábrica para charlar con un obrero que antes residía en la villa (Véase Figura 3); a partir de su testimonio fue posible reconstruir e identificar los diferentes espacios que la componían (Véase Figura 4).
Tras la indagación expuesta, descubrimos que fue en la búsqueda por reconstruir la historia de las empresas cementeras del partido de Olavarría que se percibió el lugar privilegiado que asume el «recurso vínculo» en el acceso a fuentes documentales y la necesidad de ser complementado con fuentes orales (1). Asimismo, deben considerarse los planteos de Muzzopappa y Villalta (2011) respecto a la relevancia de recorrer archivos, bibliotecas y distintos organismos (públicos, privados, institucionales, personales) con el objetivo de acceder a variada documentación que puede estar disponible, celosamente resguardada o inclusive destruida. La realización de un mapeo de la dispersión o concentración de los documentos puede resultar un insumo analítico para pensar las lógicas de conservación y circulación de las fuentes documentales, así como también puede ofrecer pistas sobre las formas de constitución de las burocracias locales, aspecto que abordaremos con mayor detenimiento en el próximo apartado.
Fuentes documentales y acceso abierto
Las investigaciones se nutren, entre otros aspectos, de intercambios comunicativos, de lecturas, de consultas a colegas e informantes claves, de antecedentes, de documentos. Un camino de indagación puede presentarnos obstáculos difíciles de sortear, que pueden llevarnos a bajar los brazos o a pausar nuestros planes de trabajo.
El acceso a fuentes, como lo señalamos anteriormente, es fundamental para el desarrollo de las investigaciones. Años atrás se presentaron una serie de dificultades para acceder a fuentes bibliográficas y frente a esa problemática surgió una iniciativa apoyada en desarrollos técnicos vinculados al soporte digital. El Acceso Abierto se constituye como un gran aporte para la apropiación social del conocimiento; actualmente observamos consenso en la comunidad científica sobre la publicación de resultados de las investigaciones bajo esta modalidad. Al tomar como antecedente estas experiencias y el caso de acceso a las fuentes documentales en una investigación sobre la empresa Calera Avellaneda S.A. y su villa obrera, evaluaremos los posibles alcances que abre el soporte digital en el acceso y preservación de documentos, esto en una investigación desarrollada en una ciudad media de Argentina.
Consideramos como apropiación social del conocimiento a los procesos de socialización de los contenidos producidos por las comunidades científicas que llevan a una retroalimentación con diversos actores sociales; lo entendemos como un conjunto de acciones que se sostienen por los principios de democratización del acceso y uso del conocimiento científico y tecnológico, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las comunidades y sus integrantes (Marín Agudelo 2012). La democratización del acceso a fuentes enriquece las investigaciones y los intercambios que puedan sostenerse durante el desarrollo del plan de trabajo. Uno de los obstáculos con los que podemos encontrarnos es el afán de lucro; a continuación, mencionamos lo que sucedió -en este sentido- con las revistas académicas.
En las últimas dos décadas del siglo XX se registran, en la literatura especializada, referencias a la «crisis de las revistas». Diversos trabajos dan cuenta de un creciente aumento de precios en las revistas científicas y de una demora en los plazos de publicación, circunstancias que se constituyeron en obstáculos para acceder al conocimiento científico. Un camino de salida lo proporcionó el desarrollo de Internet y la creación de la Word Wide Web, en la década de 1990, dando lugar a la proliferación de publicaciones científicas electrónicas (Andrade 2009). Las revistas son una herramienta muy importante en la comunicación científica, son un medio de divulgación de los resultados de las investigaciones que genera intercambios enriquecedores para avanzar en el cumplimiento de los objetivos propuestos por el sistema científico técnico. Estos adelantos suelen constituirse en aportes que se brindan a dependencias estatales, al sistema productivo o a organizaciones sociales para la resolución de problemáticas. Es por esto que la comunidad científica debe buscar mecanismos que, por un lado, favorezcan el intercambio entre profesionales de la investigación, y por otro, promuevan la apropiación social del conocimiento.
Ante el alza de precios de las revistas científicas, hacia finales de la década de 1990, profesionales del sector de las ciencias biomédicas comenzaron a hacer públicos archivos digitales de libre acceso. Esas publicaciones fueron el germen de una serie de acciones posteriores que dieron lugar a la redacción de la Iniciativa de Acceso Abierto de Budapest, publicada en el año 2002. Ese documento hace referencia a la necesidad de contar con literatura científica disponible de forma gratuita en Internet, y se reconocen dos herramientas que pueden vehiculizar el Acceso Abierto: los repositorios y las revistas.
El acceso abierto beneficia a todos, por las mismas razones que la investigación en sí beneficia también a todo el mundo. El acceso abierto (OA) realiza esta función, haciendo que la investigación y los resultados de esta estén ampliamente disponibles y sean de utilidad. Beneficia a los investigadores como lectores, ayudándoles a buscar y recuperar la información que necesitan, y beneficia a los investigadores como autores, porque les permite llegar a los lectores que pueden citar y basar su trabajo en otros previos. El acceso abierto beneficia también a sectores que no se dedican específicamente a la investigación, acelerando los logros y beneficios derivados de la investigación, como la creación de nuevos medicamentos y nuevas tecnologías, la resolución de problemas, a la toma de decisiones fundadas, a la mejora de políticas y a un aumento en la generación del conocimiento (Suber 2015).
Las iniciativas de Acceso Abierto lograron repercusión internacional y se constituyen como fundamento para el diseño y aplicación de políticas públicas que democratizan los vínculos con el conocimiento, además, permiten enfrentar una serie de problemas generados por el mercado de las publicaciones científicas. El desarrollo concentrado de la industria editorial demuestra que el fin de lucro se presenta como un obstáculo para la circulación y apropiación social del conocimiento. Un aspecto que es necesario destacar es que gran parte de las investigaciones que se producen en América Latina son financiadas con fondos públicos, entonces -bajo la exclusividad de la oferta comercial- los estados se veían obligados a pagar dos veces en el proceso de investigación: en la producción en primer lugar y luego a las editoriales para el acceso a los resultados (López 2013).
El soporte digital presenta una serie de ventajas frente a los formatos tradicionales. La digitalización de archivos y centros de documentación -la conversión del campo analógico a la digital- favorece el acceso a la información que se posee, facilita su distribución y publicación, da lugar a la optimización de espacios físicos y, finalmente, mejora las condiciones de preservación de los originales (Careaga 2008).
En Argentina, en las primeras décadas del siglo XXI, se observa la proliferación de políticas públicas –impulsadas por parte del Estado nacional- destinadas al desarrollo de las áreas de ciencia, tecnología y educación superior (Silva y Girado 2020). Una de las acciones estatales, sostenidas en el sentido antes expuesto, fue la sanción de la Ley Nacional 26899 de repositorios digitales institucionales de Acceso Abierto.
La Ley, sancionada en 2013 y reglamentada en 2016(2), insta a los organismos e instituciones públicas que integran el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTI) a desarrollar repositorios digitales institucionales que contengan la producción científico-tecnológica resultante de los trabajos financiados (total o parcialmente) con fondos públicos. Esa legislación se aplica a documentos que sean resultado de actividades de investigación; a datos primarios a través de repositorios con las características antes mencionadas; a portales de sistemas nacionales de grandes instrumentos; a bases de datos; y, finalmente, a políticas institucionales para su gestión y preservación a largo plazo.
El modelo de Acceso Abierto pone a disposición contenidos -en forma gratuita- que se pueden leer, descargar, copiar, distribuir, imprimir, buscar o enlazar con los textos completos de los artículos científicos y usarlos con propósitos legítimos ligados a la investigación científica, al desarrollo tecnológico, a la innovación, a la educación o a la gestión de políticas públicas; sin otras barreras económicas, legales o técnicas que las que suponga Internet en sí misma (MCTIP 2016).
La normativa vigente ejemplifica, por medio de una enumeración de los contenidos que pueden incluir los reservorios: artículos científicos, monografías, partes de libros, documentos de conferencias, tesis y conjuntos de datos. La Ley 26.899 también expresa que los repositorios tienen que incluir los datos primarios sobre los que se basan las investigaciones, y su reglamentación señala que las instituciones pueden ampliar las coberturas a otros documentos.
Para tomar el caso de la investigación sobre la empresa Calera Avellaneda S.A., y más específicamente el proceso de reconstrucción de la estructura edilicia y de la distribución espacial de su villa obrera, es necesario señalar que, en Olavarría, existe un Archivo Histórico Municipal que no tiene versiones digitalizadas de la totalidad de sus documentos, y que hasta hace unos años atrás sostenía una gestión discrecional: algunos materiales eran de acceso público y otros integraban el archivo solo con fines de preservación. En este caso, la administración pública municipal, durante décadas, no priorizó el acceso al acervo documental, sino su resguardo y custodia frente a la circulación pública. Asimismo, el único diario en papel que se publica actualmente en la ciudad se fundó en 1899; posee un archivo de ejemplares organizados en tomos, pero que no están puestos a disponibilidad pública en ningún soporte. Las bibliotecas públicas no poseen hemerotecas, tampoco fototecas y las empresas son reticentes ante los pedidos de información. Olavarría presenta, en materia de preservación del patrimonio documental con fines de investigación en Ciencias Sociales, recursos escasos desde el sector público, pocas iniciativas sostenidas desde el tercer sector y una fuerte reticencia del sector privado para brindar información y acceso a archivos empresariales (Lemiez y Endere 2020).
Estos obstáculos que se presentan durante la recolección de la información en el proceso de construcción de datos pueden no resultar muy alentadores para efectuar investigaciones desde la perspectiva histórica en Olavarría. No obstante, queremos destacar la iniciativa sostenida por investigadores e investigadoras del Núcleo de Investigación «Producciones e Investigaciones Comunicacionales y Sociales de la Ciudad Intermedia» (PROINCOMSCI) de la Facultad de Ciencias Sociales (FACSO) de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNCPBA), que desde hace años sostienen proyectos de digitalización de archivos y documentos de medios de comunicación del centro-sudeste bonaerense (3).
Las investigaciones en Ciencias Sociales, efectuadas desde la perspectiva histórica, requieren una ardua recolección de datos provenientes de documentos, publicaciones en medios de comunicación, fotografías, archivos judiciales, escritos administrativos, balances e informes. Cuando el sector privado/empresarial está involucrado en las indagaciones, el acceso a información suele estar mediada por una serie de filtros por no encontrarse disponible de forma pública.
La digitalización abre la posibilidad de construir archivos temáticos integrados por documentos e imágenes que pueden ser usados con fines educativos, culturales y de investigación. Este tipo de iniciativas requieren de un sólido conocimiento legal sobre los alcances que tienen los marcos normativos vigentes sobre los materiales que se pretenden poner a disponibilidad pública (González Girodo, Iturralde, Pérez 2020) y también de un arduo trabajo colaborativo de quienes investigan y de la comunidad en general, porque tal como veremos a continuación, a la información a veces no llegamos por vías institucionales, sino mediante contactos interpersonales.
Las fuentes en un estudio de caso
La construcción de una memoria colectiva respecto al trabajo minero que se dio en Olavarría ha sido, hasta el momento, objeto de pocos estudios; la falencia responde, entre otras cuestiones, a la escasez de archivos históricos locales. En la preservación y conservación de las fuentes históricas, los archivos documentales cumplen un rol fundamental. Tanto el patrimonio tangible como el intangible que ha dejado el funcionamiento de una fábrica resulta importante y demanda un rescate patrimonial de carácter histórico y sociocultural, esto por tratarse de una comunidad con características singulares (Ceva y Tuis 2010).
Al momento de realizar la tarea de investigar y reconstruir este caso particular de la empresa Calera Avellaneda S.A. y su villa obrera, pensamos como primera alternativa su archivo empresarial. Sabemos que los archivos de empresas tienen una serie de características que los hacen muy peculiares, convierten su estudio en una compleja tarea que tiene múltiples derivaciones y campos de estudio. Gran parte de esta complejidad deriva de la misma naturaleza de la empresa como sujeto histórico, económico y social, es decir, una especie de microcosmos en el que se producen múltiples interrelaciones. El archivo -a imagen y semejanza de su órgano productor- adquiere la misma complejidad. La historia de la empresa explica su desarrollo a lo largo del tiempo, y conocerla permite comprender su identidad. El primer paso consiste en acudir a las fuentes, adentrarse en el archivo de la empresa y recuperar la mayor cantidad y variedad de información posible. De este modo, recobran importancia no solo los documentos, textos, objetos y fotografías que fueron generados por la propia empresa o de otras fuentes, sino además la memoria oral a través de los testimonios de quienes protagonizaron los hechos (González Pedraza 2010).
El creciente desarrollo en el campo de la historia de las empresas está supeditado a las dificultades que presenta el acceso a los archivos de fábrica y esto, en parte, ha obstaculizado cuestiones relacionadas a la articulación entre la nueva historia del trabajo y el análisis de las trayectorias de las empresas familiares. Gracias a la incorporación de nuevas fuentes se lograron reconstruir cuestiones vinculadas a las condiciones de producción, de trabajo, a las relaciones sociales, maritales, los roles familiares, así como a la endogamia profesional en las familias y el papel de la red de relaciones sociales (Ceva 2008).
Así, por ejemplo, la prensa local nos ha brindado información específica sobre las empresas cementeras de la ciudad de Olavarría y la posibilidad de contrastar y complementar dicha información con otros tipos de fuentes, como las orales. En el Archivo Histórico Municipal de la ciudad de Olavarría, los ejemplares del Diario Tribuna, Diario La Democracia y Diario El Popular, si bien no se encuentran completos, sus colecciones anuales comparten buena parte de la información que se difundía sobre las empresas cementeras del partido. Algo similar ocurre con los Anuarios que estos diarios publicaban con la intención de conmemorar algún tipo de aniversario.
Teniendo presente lo mencionado en los apartados anteriores, ingresamos al caso seleccionado para poder compartir más detalles sobre la importancia que representa la incorporación de diversas fuentes para la reconstrucción y el estudio del pasado.
En esta oportunidad, tomamos la Tesis Doctoral de Griselda Lemiez, quien se propuso -como objetivo general- abordar el estudio desde una perspectiva histórica de la construcción de un tipo de relación laboral conocida como paternalista, en la industria del cemento de la ciudad de Olavarría, durante el periodo 1940-1970, momento en el cual los trabajadores y empresarios(4) fueron actores centrales. Algunas de las preguntas que guiaron la investigación fueron: ¿en la industria del cemento de Olavarría, se constituyó el sistema de fábrica con villa obrera como un espacio apto para implementar un modelo de gestión empresarial guiado por los principios del paternalismo industrial? ¿Qué conflictos surgieron a causa de la disciplina propuesta por la dirigencia empresarial que se aplicaría tanto en la fábrica como en la villa obrera?
La empresa Calera Avellaneda S.A., está situada en el paraje San Jacinto, en el área serrana del Partido de Olavarría(5), y fue fundada por la Calera Avellaneda Sociedad Anónima en 1921, cuando se adquirieron las Canteras de San Jacinto; en su tiempo, propiedad de los señores Serrano y Cía. (El Popular, 26 de mayo de 1929). Ante la enorme cantidad de materia prima, y teniendo presente la riqueza de la piedra, se inició la construcción de una moderna fábrica dedicada a la producción de cemento Pórtland en el año 1932 (El Popular, Anuario de 1935). Desde su apertura, Calera Avellaneda S.A. representaba una promesa para el futuro, por lo que se sucedieron las ampliaciones y modernizaciones de las fábricas de cemento y cal, consolidándose marcas ya tradicionales en el mercado argentino como «Cal Hidrat» y «Cemento Avellaneda» (La Democracia, 1 de enero de 1930).
En cuanto a la expansión productiva y dadas las características de producción continua de cemento, se hizo necesaria la instalación permanente y cercana a la fábrica de los trabajadores, además, fue la propia empresa la que creó un mercado de trabajo, antes inexistente, mediante la construcción de viviendas para los obreros (Neiburg 1988). El desarrollo de la investigación develó que la distribución espacial de las edificaciones de la villa obrera respondía no solo a cuestiones operativas de producción, sino que estaba diseñada según la disciplina impuesta por el modelo paternalista. El universo simbólico del espacio guardaba intenciones que merecían ser tenidas en cuenta porque hacían a la construcción del entramado de relaciones sostenidas entre los obreros y la patronal.
En un principio se construyó el denominado Pabellón para obreros solteros, que estaba conformado por una serie de viviendas y que contaba, entre otras cosas, con una instalación frigorífica para la conservación de carne y demás productos alimenticios. Esta construcción permitía a quienes llegaban de zonas alejadas permanecer en la villa de forma gratuita y, al mismo tiempo, la empresa se aseguraba de la permanencia de los empleados en la cercanía de su fuente de trabajo. Este sector destinado a alojar trabajadores sin familias contaba con cuarenta habitaciones, dos secciones de baño, cinco depósitos, dos cocinas, comedor y un salón de esparcimientos (García 2004).
La necesidad de aumentar el ritmo de producción derivó en la construcción de una villa obrera, un pequeño poblado que llegó a ser habitado por más de 700 personas, hombres, mujeres y niños. Se construyeron casas para obreros y sus familias, viviendas para jefes y residencia para el patrón, además del almacén de Ramos Generales y diferentes negocios (peluquería, carnicería, mercería, zapatería y verdulería). También se construyó el Club Social y Deportivo Calera Avellaneda, piletas de natación, canchas de tenis, fútbol, básquet, golf y bochas; una escuela; un jardín de infantes y una capilla. La ampliación de la villa obrera coincide con la llegada a la Dirección de la empresa de Carlos von Bernard, en el año 1941.
La villa obrera, que pasó a denominarse «Villa Carlos von Bernard», estaba integrada por unas 200 unidades de viviendas con 14.372 metros cuadrados cubiertos.(6) Las casas eran construcciones sólidas, altas, confortables compuestas cada una por tres habitaciones, cocina, hall, baño y lavadero. Sus pisos eran graníticos en la cocina, en el comedor y en el baño, sus paredes de ladrillo de barro de primera y recubiertas con madera machimbrada. Tenían techo de chapa de fibrocemento, cocina a leña con serpentina y tanque intermediario que suministraba agua caliente para el baño y la cocina. Contaban con instalaciones de servicios urbanos, tales como agua, corriente, cloacas y luz eléctrica, y también había recolección de residuos.(7) La empresa también se hacía cargo del mantenimiento de las casas que integraban la villa, de modo que, si había algo que reparar, los trabajadores lo comunicaban en la fábrica y de inmediato obtenían una orden de reparación (García 2004).
Las casas disponían de una amplia franja de terreno lateral que iba desde el frente hasta la parte trasera, además de una parcela posterior destinada, por lo general, a una huerta o la cría de aves. Los frentes de las casas estaban cercados con alambres tejidos, sostenidos por postes de cemento. Las calles tenían un cordón cuneta, pero no estaban pavimentadas, salvo la principal, que tenía un relleno de pequeñas piedras caliza que evitaban la formación de barro en los días de mucha lluvia (García 2004), y a ello debemos sumarle canteros con flores, las quintas, los parques y los juegos para niñas y niños. Según los testimonios era un lugar tranquilo y seguro (custodiado por un sereno las 24 horas);
La empresa Calera Avellaneda S.A. edificaba las viviendas destinadas a las familias obreras, pero no les daba la posibilidad de acceder a su propiedad, sino que las entregaba en forma de préstamo. Así, la fuerza de trabajo era inmovilizada a través de la vivienda y tenían a su disposición electricistas, pintores y albañiles a los que podían acudir, pero las casas no podían ser refaccionadas ni ampliadas.(8) En todos los casos, era un requisito imprescindible haber contraído previamente matrimonio para poder disponer de las edificaciones. Tanto el matrimonio como la conservación de la vivienda familiar aparecen en este modelo industrial como los condicionantes externos de la disciplina en la fábrica (Babiano Mora 1998).
Pueden identificarse, en el espacio que ocupaba la villa obrera, tres zonas. En la primera de ellas encontramos las casas que estaban destinadas a los trabajadores y sus familias. También ahí se ubicaba el pabellón para los trabajadores solteros. La segunda zona la habitaban los empleados jerárquicos, ingenieros y técnicos de la fábrica y, finalmente, en la tercera -la más alejada- se encontraba el chalet destinado como vivienda para «el patrón». Observamos en el diseño arquitectónico de la villa obrera una construcción que no solo estaba pensada para vigilar el espacio exterior, sino también para permitir un control interior articulado y detallado por parte de la empresa. Además, las diferencias de estratificación social y de jerarquía laboral se reproducían tanto en la distribución del terreno como en los bienes materiales.
En una búsqueda constante de crear pautas y hábitos morales, la empresa intervenía significativamente en la villa obrera, sobre todo en la parte social. De esta manera, las posibilidades de autosuficiencia que caracterizaban a dicha entidad reunían los espacios de vida y trabajo de los obreros y sus familias, encontrando la posibilidad de atender a las necesidades laborales, así como también de la salud, la educación y la recreación.
Las relaciones personalizadas entre los trabajadores y la empresa, que dieron paso a la producción de relaciones paternalistas, tuvieron su manifestación más visible en la figura del «patrón» (Neiburg 1988). Dentro de este modelo de patronazgo se estructuraron y desestructuraron relaciones sociales personalizadas que dieron lugar a un sistema de dominación, llamado sistema de fábrica con villa obrera (Neiburg 1988); se producía y reproducía constantemente.(9) Carlos von Bernard fue el encargado de dar vida y forma a este particular sistema productivo. Durante su gestión, se formó un vínculo laboral con características y estilo propio, donde las relaciones sociales entre patrón y obreros, que se establecían en las esferas de la producción (fábrica) y la reproducción (villa obrera) de la fuerza de trabajo, funcionaron dentro de una normativa personalizada. Al morir von Bernard en 1973, quienes recibieron su herencia no supieron o no se interesaron en continuar la gestión de la villa obrera; y la situación empeoró con la venta de la empresa a capitales extranjeros. A comienzos de la década del ochenta, en una coyuntura de caída de la demanda de cemento y como resultado de un ajuste en los costos, la villa fue demolida y las personas que la habitaban se disgregaron en otros centros urbanos del partido.
¿Cómo investigar el vínculo entre las relaciones laborales sostenidas por el paternalismo y la estructura edilicia de la villa obrera demolida? ¿De qué forma se puede conocer la composición de un espacio modificado durante décadas? Ante esta situación, la investigación requirió de la incorporación de documentos visuales y de las voces de los trabajadores. Fuentes que dieron lugar a la reconstrucción de la estructura edilicia y de la distribución espacial de la Villa Carlos von Bernard, perteneciente a la empresa cementera Calera Avellaneda S.A. (Véase Figura 4). De modo que la recuperación de la historia de la cotidianeidad en la villa obrera se apoya fundamentalmente en el rescate de las fuentes documentales y en los testimonios sobre el lugar.
Ponderamos aquí los documentos visuales como las fotografías, para ser utilizados como fuentes en la reconstrucción histórica. Cada vez más, encontramos en la historiografía un interés mayor por utilizar este material como fuente histórica en la reconstrucción de las historias locales. El siglo XXI se define como el siglo de las comunicaciones, pero perfectamente podría también definirse como el siglo de la «imagen», dada la trascendencia que esta ha alcanzado en la vida de las personas y las comunidades (del Valle Ferrer y del Valle Olivares 2015).
En este estudio de caso, fue de vital importancia la incorporación de las fotografías como documentos de análisis. Cabe reiterar que el espacio que ocupaba el sistema de fábrica con villa obrera de la empresa Calera Avellaneda S.A. actualmente no existe, ya que fue utilizado para ampliar el área de explotación en el marco de una estrategia empresarial de aumentar la producción de cemento. Solo quedó en pie, y en funcionamiento, la fábrica de cemento. Tal como mencionábamos, la posibilidad de recuperar a través de lazos personales e informales ciertas fuentes como las fotografías satelitales de la fábrica y su villa obrera, o el plano del lugar, sumado a los testimonios de quienes vivieron en ese sitio, nos permitieron reconstruir y conocer cada uno de los espacios que integraban este modelo empresarial. El poder incorporar y contrastar la investigación con fuentes documentales diversas es lo que nos permitió enriquecer y reconstruir nuestro caso de estudio.
También consideramos valioso el acceso a las voces de los trabajadores, es decir, a los testimonios de quienes fueron las personas protagonistas en la historia de las empresas. La realización de diversas entrevistas nos acercó a un fenómeno tan complejo y sensible como es el mundo de las representaciones, que para el caso de Calera Avellaneda S.A. se relacionan, entre otras, cosas con la figura del patrón, las relaciones laborales, la vida en la villa obrera, la integración al orden productivo, la formación de los trabajadores como obreros del cemento y la propia identidad como habitantes de la Villa Carlos von Bernard.
Reflexiones finales
En este artículo reflexionamos sobre la importancia que tiene la incorporación de diversas fuentes a las investigaciones en Ciencias Sociales y cuáles son los aportes que puede efectuar la digitalización de la información, esto al considerar que el acceso constituye una instancia fundamental para el desarrollo de la ciencia y, en particular, para la reconstrucción de la historia local.
Al momento de iniciar la investigación sobre Calera Avellaneda S.A, hubo que sortear una serie de «obstáculos» para incorporar fuentes documentales al análisis. En la ciudad de Olavarría existe un único archivo público que habilita el acceso a cierta información, no existen espacios construidos desde la sociedad civil vinculados a estas temáticas de preservación; y el sector privado no comparte su documentación empresarial-administrativa. Por este motivo, en la búsqueda por reconstruir la historia local en una ciudad media, los vínculos personales e informales, como por ejemplo «ser hija de un obrero del cemento», resultaron claves para acceder a documentos escritos y audiovisuales, así como a testimonios orales. En la reconstrucción de la estructura edilicia y de la distribución espacial de la Villa Carlos von Bernard, los vínculos de parentesco y amistad de una de las investigadoras fueron imprescindibles para hacerse de un plano del lugar, fotografías satelitales y testimonios de trabajadores y habitantes de la villa, que sirvieron para contrastar las fuentes escritas y hacer posible el avance de la investigación en el sentido propuesto.
Destacamos la importancia que representa el poder socializar, compartir o difundir tanto la información, como los datos que se pueden rescatar al momento de acceder a los archivos. Creemos que se necesitan políticas públicas que acompañen e impulsen la preservación y puesta en valor de los archivos documentales con fines de investigación, culturales y educativos. Además, la posibilidad de acceder a los archivos privados, algo que actualmente resulta muy difícil, supone pensar en la construcción de redes de intercambio entre quienes investigan temáticas afines.
Los desarrollos técnicos de las últimas décadas abren un abanico de posibilidades porque permiten acceder a información en formato digital, lo que permite preservar las piezas que se encuentran en formato físico. La digitalización puede generar aportes en la construcción de fuentes documentales, así como lo hizo en la publicación de resultados de investigaciones mediante las revistas electrónicas -proceso que cuenta con una legitimación extendida en el ámbito académico. Estas innovaciones también plantean beneficios económicos porque, a diferencia de los soportes físicos, a los archivos digitales se puede acceder de forma remota. Las iniciativas de acceso abierto aumentan los alcances en lo que refiere a acceso a información. Si bien en esta ocasión nos centramos en el proceso de digitalización, es necesario mencionar que la publicación de documentos e imágenes tiene que estar acompañada de un exhaustivo análisis legal, porque los materiales pueden ser alcanzados por marcos normativos vigentes, como por ejemplo los derechos de autoría.
Finalmente hay que señalar que el caso seleccionado, sobre la empresa cementera Calera Avellaneda S.A., dio lugar a intercambios reflexivos que se nutrieron por la perspectiva multidisciplinar, y que el proceso consolidado nos permite afirmar que, en Ciencias Sociales, el acceso a fuentes documentales -y su complemento- es fundamental para la reconstrucción y el estudio del pasado.